Capítulo 2

1855 Words
Adam Davis 17 de diciembre, 2017 La tentación camina hacia mí, vestida de rojo y n***o tentándome con cada movimiento rítmico de sus caderas; sus ojos astutos están fijos en mí, devorándome ávidamente con un descaro sorpréndete que nunca hubiera esperado de Zoé. Pero a quien le miento me mata poco a poco con su descaro e insinuaciones. -alerta roja, alerta roja-chilla Allen a mi lado, aturdiendo mi tímpano -hola muchachos-saluda Zoé con una sonrisa coqueta -me voy de acá, no hay nada bueno que ver-Allen se levanta dejándome con Zoé, antes de dirigirme una mirada esperando que lo siga. Observo la portada del libro sin devolverle el saludo, esperando que mi indiferencia la haga irse sin tener que tratar con ella; pero Zoé carraspea tratando de llamar mi atención suspiro sonoramente antes de mirarla con una sonrisa falsa, ocultado la molestia que me provoca su presencia -Zoé, tanto tiempo -Demasiado tiempo como para contarlo ¿Qué lees? -pregunta inclinándose sobre mí, dejando su escote a la vista -Nada interesante, lindo anillo-la sortija de matrimonio reluce en su mano izquierda con una voluminosa joya, Zoé alza su mano sobando con cariño el anillo; me duele su acción a tal manera que no creía posible, duele saber que esa sortija podría ser mía, pero no lo es. -Debería quitármela-murmura después de unos segundos de silencio, fruño mi ceño mirando con nuevos ojos el anillo-mi esposo murió hace un año-explica con simpleza evitando el tema -lo siento-realmente no siento su perdida, me alegro de ella; no puedo creer que sea tan egoísta de alegrarme de la muerte de un pobre hombre -no importa eso ya paso-sus labios se curvan en una tentativa sonrisa como en los viejos tiempos- ¿quieres salir a tomar algo? –pregunta con timidez -mejor no tientes tu suerte-responde levantándome de la banca de madera. Observo la puerta abierta de la casa, donde Allen se esconde escuchando la conversación. vuelvo mi mirada hacia la pelirroja, notando que aún espera una respuesta afirmativa de mi parte; sonrió deleitándome en sus esperanzas, tantos recuerdos me traen esto; recuerdos que no deseo -me gusta tentar mi suerte y más aún si eres tu-susurra con una timidez fingida. -Bueno, acepto tu propuesta-camino hacia ella-vamos a ver cuánto más la vas a tentar, querida Zoe-me despido dejando un beso en su mejilla, la cual se sonroja agresivamente combinándose con el vivo color de sus cabellos. Camino hacia la casa sin mirar a Zoé otra vez; controlando las ganas que tengo de girar y ver su redonda cara sonrojada tragándome su imagen, la cual será absolutamente adorable. Pero no estoy acá y haciendo esto, para caer de nuevo por ella; no está en juego. -el amor no se supera de la noche a la mañana hermanito y menos colocando millas de distancia entre ustedes-dice Allen saliendo detrás de la puerta-así que no juegues en un campo que aún no manejas, puedes perder -acá no hay amor -si tú lo dices-se encoge de hombros-esperemos que sea verdad Allen se va dejándome solo con sus palabras dando vueltas por mi cabeza, sus palabras me provocan cierto fastidio; es ridículo que crea que esto me hará volver a los brazos de Zoé. Mi dignidad y orgullo no me dejarían perdonarle lo que hizo, olvidar y perdonar no es tan fácil como decirlo. Entro al antiguo cuarto de Gael robándome una botella nueva de whisky escoses; nadie te va a extrañar botella, y yo te daré mejor uso que mi hermano. Destapo la botella dándole un sorbo largo, el líquido baja por mi garganta picando en su largo recorrido; un excelente whisky debe arder para que sea el mejor y este es uno de los mejores que he probado. Pero ahora no es momento de tomar hasta que no vea el mañana; dentro de unas horas Zoé tirara sobre mí todas sus armas y no puedo estar medio dopado cuando eso suceda, no seré tan fácil. Corrección, si soy así de fácil, demasiado fácil para resistirme a sus engatusadores labios los cuales se mueven magistralmente cuando habla hipnotizándome con sus lentos y seductores movimiento y el toque final, es el color rojo ¿ya había dicho que me encanta el rojo? entonces ya lo estoy diciendo me fascina el rojo, porque me niego a confesar que me fascina realmente Zoé. -Dos vasos más, por favor-pide Zoé al barman, dejando nuestros vasos vacíos en el centro de la barra -saliendo dos vasos más-habla el barman agarrando los vasos y preparando las nuevas bebidas sin dejar de mirar fijamente a la pelirroja; no se puede negar que más de uno tiene la mirada perdida en las curvas de la pelirroja Zoé se toma la última gota que queda en su vaso; me jala hacia ella acercando su redonda cara hacia la mía, casi tocando mis labios con los suyos; su coqueta lengua sale de sus labios humedeciéndolos y tocando ligeramente los míos, sus ojos me miran fijamente sin despegar su intensa mirada de la mía. -tengo intensión de tentar algo más que mi suerte hoy-susurra demasiado cerca de mis labios - ¿Cómo qué? –pregunto hipnotizado con sus ojos los cuales prometen muchas cosas y ninguna de ellas buenas -como jugar con un moreno de ojos grises-sus manos se mueven por mis brazos, apretando ligeramente los músculos en su recorrido hasta llegar a su destino-tengo muchas ganas de jugar, muchas-ronronea, dando caricias en mi cabello -muéstrame cómo quieres jugar-digo con la voz ronca, jalándola hacia mi regazo eliminando los espacios que había entre nosotros. -a tus ordenes-ronronea atrapando mi labio inferior entre sus rojos labios succionándolo con suavidad; su lengua sale recorriendo mis labios antes de besarme intensamente, marca el ritmo lento y caliente con las manos jalando mi cabello con fuerza, atrayéndome hacia ella en un mejor ángulo. El beso es húmedo y caliente; desesperado, sus manos bajan hasta mis hombros clavando las uñas en ellos, creando una ligera sensación de dolor, mordisqueo su regordete labio inferior provocando que gima y se aleje recuperando el aire. Su mirada esta desenfoca, los labios hincados y con el labial corrido están abiertos tentándome a volver a besarla, ella sonríe mirándome intensamente comiéndome y tentándome con su ámbar mirada. Caigo en sus besos seductores, en sus curiosas manos, en sus ojos que prometen el paraíso y en la tentación que ella representa, en sus curvas moldeándose contra mi cuerpo perfectamente; el deseo está ahí desatado y fuerte consumiéndose a pasos cortos, me rindo ante sus deseos. - ¿dime que quieres? – le exijo; ella gime arqueándose contra mí, suplicando más de mi toque -te quiero a ti-gime dejándose a mi completa merced. 18 de diciembre, 2017 -parece que el cielo te escupió en la cara-exclama Allen, apenas nota mi presencia en la casa, como si me estuviera esperando desde el momento que salí ayer. El cuarteto detiene la suave música que estaban tocando; música que no va muy acorde a su nombre y aspecto. Allen clava sus intensos ojos verdes sobre mí, mirándome con una sonrisa astuta que significa problemas o preguntas incomodas; Allen tiene un talento para hacer que las preguntas normales sea incomodas. -has tenido acción ¿Quién te ha quitado el palo del culo? -no tenía nada en el culo, Allen-ignoro su pregunta -como digas, pero no has negado lo otro ¿con quién lo has hecho? -no es tu problema hermanito - ¡no lo puedo creer! -chilla el rubio dramáticamente-te has enrollando con tu ex viuda-afirma comenzando alanzarme miradas y preguntas consternadas-no me ignores Adam Davis, tienes que decirle todo a tu pequeño hermano-grita Allen se cansa de gritar cuando ve que no hay posibilidad que me devuelva a contestar todas las extrañas preguntas que se le pueda ocurrir a esa rara cabeza suya; la música vuelva a sonar dos personas están cantando, uno haciendo los corros de la voz principal y las guitarras suenan detrás de las voces; la música es armoniosa pero fuerte y la canción de ahora es algo obscena. La canción es obscena y pegajosa, pero al mismo tiempo habla sobre una relación fallida y una extraña que se clavó a fuego vivo en su memoria, lo único que describen de la misteriosa mujer son sus profundos y enigmáticos ojos verdes. Camino hacia la cocina robando unas de las galletas de chocolate que hacen para la cena, muerdo saboreando el gusto amargo y dulce del chocolate, las galletas son crujientes deshaciéndose de una manera exquisita en mi boca; no hay galletas como las de mi madre. - ¿Qué haces revisando esos documentos? –pregunto tomando por sorpresa a mi padre, quien cierra rápidamente el documento y lo deja en su lugar -solo eres tu Adam-dice mi padre relajándose-estaba echándole un ojo a las estadísticas -ese no es tu trabajo, Alexander-me ignora y sigue revisando los documentos, me acerco donde está sentado quitando los documentos de sus manos- deberías estas descansando; sabes que a tu hijo no le gusta que metan las narices en sus cosas -es mi negocio puedo meter las narices cuando quiera-refunfuña -pero ya no lo diriges, viejo; debes confiar en tus hijos-me siento en el sofá crema, el cual está al frente del escritorio vino tinto-tu desconfianza duele padre-agudizo mi voz, llevando mi mano contra mi pecho fingiendo que me duele el corazón -nunca dejas el drama-se ríe, negando de mi horrible actuación-hace años que no actuabas así-dice con la respiración más relajada. Juego con los documentos enrollándolos y doblándolos. Hace tiempo que no tenía una conversación relajada con mi padre; desde antes de irme de casa nuestra relación estaba tensa; él no aceptaba mi deseo de casarme con Zoé, cuando se enteró que me habían rechazado se alegró de la situación esto llevo a una horrible discusión y meses de silencio por partes de ambos. Puedo decir con toda confianza que mi padre me heredo su orgullo y ninguno de los dos es capaz de dar a torcer su orgullo y decir las primeras palabras, como dice mi madre-solo tuve hombres testarudos- y tienen toda la razón del mundo. Pero al final él tenía razón sobre Zoé, no era la persona indica para mí y nunca lo será, sé que en ningún momento se alegró por mi sufrimiento, siempre ha querido lo mejor para mí; pero era ciego, el amor nos hace ciegos y sordos. Anhelaba y quería con todo el corazón a Zoé en mi vida, al final ella fue la que termino haciéndome todo el daño. -las cosas habían cambiado -espero que vuelvan a cambiar y seas el Adam de antes, estoy orgulloso del hombre en el que te has convertido-coloca su mano en mi hombro apretándolo-pero no has sido el mismo desde Zoé -Zoé-repito-ella no está y ahora veo claro el pasado -me alegro que ahora lo veas con claridad, puede que en su momento no haya actuado de la mejor manera con tu situación; entiendo completamente que estabas enamorado de Zoé-suspira-pero no era la persona indicada -lo se padre-el asiente y sale del despacho de Gael, dejando un desorden de carpetas regadas por todo el escritorio. 
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