Capítulo 1

3381 Words
Atravieso las puertas casi corriendo, llegando al escritorio de la recepción del Hospital Internacional Salvator Mundi con la respiración totalmente acelerada, no solo por haber estado corriendo, sino por la preocupación que me ahoga. Mi amore, Francesca... Cuando me llamaron para decirme que estaba ingresada aquí por una herida de bala en la cabeza, por poco y se me para el corazón. Lo único que me tranquilizaba (aunque solo un poco) es que me habían dicho que ella todavía estaba viva, que tenía una oportunidad de salir de ésta.  En cuanto llego al mostrador, respiro un par de veces para poder hablar, viendo cómo una mujer de unos treinta años me observa con interés, aunque más del que me gustaría; no me importa en lo más mínimo el "interés femenino" y mucho menos ahora que mi prometida está en cirugía para intentar salvar su vida. ¿Por qué será que existen personas que no conocen el tacto o que carecen de el "don de la oportunidad" para darse cuenta de cuándo deben dejarse de tonterías y ser profesionales? No tengo tiempo para estupideces.  -Buenos días, necesito información rápido sobre la paciente que entró por la herida de bala en la cabeza. Me dijeron que la trajeron aquí y que está en cirugía, ¿hay alguna novedad? -Solo podemos darle información a los parientes.  -Es mi prometida.  La sonrisa que tenía hasta el momento, desaparece en cuanto me escucha y observa el gesto de obvia molestia de mi rostro. Al menos tiene la delicadeza de mostrarse avergonzada por lo que acaba de hacer y, en lugar de decir algo más, baja la vista hacia su computadora, tecleando lo necesario para conseguir la información para mí.  -Aquí dice que aún está en cirugía. Como dijo, tuvo una herida de bala en la cabeza, la cual se alojó en el lóbulo temporal. Ahora mismo está en el quirófano, mas no tengo mucho más qué poder decirle. Ella llegó con vida, no tuvieron que resucitarla ni aplicarle ningún tipo de RCP, se mantuvo estable en el viaje en ambulancia, lo único que hicieron fue darle oxígeno para quitarle un poco de presión a su cuerpo.  -¿Cuánto tardarán en tener un diagnóstico completo? -No sabría decirle, las heridas en la cabeza como la que presenta su prometida son muy serias. Lo único que puedo decirle es que espere en la sala que está al final del pasillo que, cuando el cirujano termine, saldrá y le dirá si la cirugía fue o no un éxito.  -Bien, gracias. Mi sonrisa desapareció hace rato, pues es obvio que mi intento de amabilidad para conseguir información, fue un error, el cual no voy a volver a cometer. Como sea, me encamino hacia la sala de espera que me indicó al tiempo en que envío un mensaje a Luigi para decirle dónde estoy y que venga con Piero; digamos que mi preocupación me hizo dejarlos atrás. Además, también debo ver si Roberta y Leonardo están cerca, pues les avisé lo que pasó y, como siempre, mi suegra prácticamente enloqueció, sin embargo, Leonardo puso un poco de cordura y dijo que iría por ella y estarían en el hospital en cuanto pudieran, que los mantuviera al tanto.  Con eso verificado luego de ver que ya están a cinco minutos de aquí, aún con preocupación, intento centrarme en lo que nos trajo aquí y que, a pesar de que dicen que parece haber sido un robo, algo no me cierra. Francesca odia lo ostentoso, por lo que suele vestir muy simple, ¿por qué alguien intentaría robarle a una mujer que no parece tener mucho? Y más a plena luz de día, arriesgándose a que lo vean... Además, y más importante, ¿dónde estaban sus guardaespaldas mientras todo esto pasaba? ¿Cómo es que Ángelo salió herido y Fabritzzio no? En medio de mi vorágine mental, escucho pasos y veo que son mis guardaespaldas. -El perímetro está asegurado Señor, el equipo está vigilando los terrenos del hospital.  -Bien, quiero que estén atentos a los medios, no los quiero aquí, y si ven a alguien sospechoso, ya saben qué hacer.  -Sí Señor, no se preocupe. ¿Hay alguna noticia sobre su prometida? -Aún no, solo sé que está viva y en el quirófano. En cuanto terminen, el cirujano vendrá a hablar conmigo. Por ahora solo queda esperar, no obstante, tengo un encargo para ustedes. -Díganos. -Ángelo está en una de las habitaciones de aquí por lo que me dijo Fabritzzio, que lo está acompañando. Quiero que averigüen cuál y vayan a hablar con él para que les diga qué pasó. Hay cosas que no me cierran, todo es muy extraño; se supone que tiene un equipo de seguridad, ¿cómo es que alguien pudo acercarse tanto a ella para lastimarla? ¿Dónde estaban sus guardaespaldas? ¿Cómo es que uno salió herido y el otro no? -Tiene razón, Señor, todo es muy raro. Nos encargaremos de conseguir información.  -No quiero escándalos, por lo menos no aquí, no tengo deseo alguno de que Santino se moleste o tengamos que irnos mientras Francesca esté ingresada. Si no les convence si historia y no consiguen la verdad sin violencia, en cuanto pueda salir, llévenlo a la casa y enciérrenlo en la sala de interrogatorios. Me encargaré personalmente cuando vuelva. Pongan a Maurizio en su puerta para que vigile, no solo que nadie entre, sino que no escape y vigilen a Fabritzzio, no dejen nada al azar. Descubran por qué no estaba con ellos cuando pasó todo.  -Por supuesto, Señor, nos haremos cargo.  -Bien, vayan.  Ambos asienten y se retiran de nuevo a la recepción del hospital para cumplir mi orden entretanto sigo pensando en las posibilidades y lo siguiente que haré. No soy médico ni tengo demasiados conocimientos en medicina, pero sí sé que la herida, si mi amore sobrevive, dejará secuelas y que puede que necesite mucha ayuda. Quizás pierda conocimientos básicos o necesite ayuda para recuperar la movilidad de alguna zona de su cuerpo; todo depende de la bala y lo que le haya hecho en su cabeza. A Dios le ruego que no sea nada grave, estaré con ella pase lo que pase, mas no quiero que sufra mucho por esto ni que le queden secuelas que la hagan sentir mal, porque sé que es una posibilidad; es una mujer muy fuerte, sin embargo, todos tenemos un límite, y ella es de esas mujeres que necesita hacer las cosas por su cuenta, que no le gusta depender de nadie, por lo que, si termina necesitando de mi ayuda para, por ejemplo, moverse, será un martirio absoluto para Francesca.  Mientras mi mente vuela, unos pasos rápidos con tacones suenan y, al apuntar la vista hacia su origen, me encuentro con mi suegra, Roberta (que noto alterada por demás), y mi cuñado, el cual viene más calmado, pues al estar estudiando medicina, sabe que no sirve de nada el ponerse tal y como su madre.  Leonardo es un tipo muy inteligente, sereno y analítico, suele ver todo y analizar las cosas en profundidad, antes de hacer cualquier cosa o tomar una decisión. Es alguien con quien se puede hablar si necesitas una segunda opinión y que te hará ver las cosas desde otros ángulos, permitiéndote ser testigo y entender cosas que antes no pudiste y tener un panorama mucho mayor para poder elegir la posibilidad que más te convenga. Mi suegra, por otro lado, es totalmente lo opuesto: se altera fácil, es bastante dramática y, como cereza del pastel, no le agrado del todo, por no decir en absoluto.  A pesar de que siempre mantuvimos parte de nosotros oculta y de nuestro trabajo, pues mi prometida sabía que ella no podría entenderlo, de alguna forma, Roberta desde el inicio ha sospechado en que ando en algo malo, de que oculto cosas que no son buenas, y no es que esté muy errada, mas sí que se equivoca en el pensamiento de que su hija no tiene idea o no está involucrada en todo esto.  No importa ahora, no tengo cabeza para discutir con la madre de mi mujer, la vida de mi amor ocupa mi cabeza y es lo importante, así que intentaré reducir las discusiones e increpaciones con mi suegra al mínimo, para poder centrarnos en la vida de su hija y su bienestar. En cuanto llega a mí, el hacha de guerra es arrojada a mi cabeza, aunque la esquivo lo mejor que puedo. -¿Qué fue lo que le hiciste a mi hija? -¿Disculpe? ¿Qué fue lo que yo le hice? -Así es, ¿qué fue lo que le hiciste? Porque estoy segura de que está aquí y en ésta situación de vida o muerte por tu culpa.  -Mamá... -No, no te atrevas a defenderlo, Leo. -Roberta, si me permite... -No, no quiero nada. Lo único que me interesa es que mi hija esté bien, y sé que no será así contigo.  -Con todo respeto, yo ni siquiera estaba con ella cuando pasó. Francesca había ido a ver su vestido de novia, yo estaba en la empresa.  -¡Ja! ¡Lo sabía! Debiste estar con ella y cuidarla, el trabajo parece más importante para ti que mi hija.  -Mamá, tú insististe en que Massimo no viera el vestido de Cesca, al punto de que ella accedió por cansancio. Si fuera por mi hermana, él habría ido con ella todas las veces.  -Pero... -Mamá, sabes que tengo razón; estás alterada, te preocupa Cesca, es entendible, sin embargo, haznos un favor, cálmate y deja de descargarte con Massimo que no tiene la culpa. Me consta que él la cuida como el tesoro que ella es.  El rostro de Roberta es una mueca que va del enojo a la vergüenza, no sabe ni qué decir, por lo que me apiado de ella (solo porque es la madre de mi mujer), y le ofrezco una rama de olivo.  -Con todo respeto, Roberta, ¿por qué no tomamos asiento para poder esperar al médico, intenta relajarse y pido que le traigan algo caliente para que pueda tratar de calmarse hasta que tengamos noticias? Sé que está preocupada, no obstante, el punto donde está usted podría hacerle daño y, si algo le ocurre, una preocupación más para Francesca no será para nada bueno. Ella saldrá de la cirugía, estoy seguro de que va a poder sobreponerse, y cuando eso pase, necesita estar tranquila para poder recuperarse por completo, y para eso, nos va a necesitar a todos.  Es obvio para mí, que a mi suegra le envenena que tenga razón, pero no dice nada, y en su lugar, simplemente asiente, dejándose guiar por mi cuñado hasta las sillas donde estaba sentado yo antes.  Eso me permite respirar profundo por al menos un minuto, pues evité una posible discusión en extremo molesta, mas justo cuando voy a retomar mi puesto, veo a mis guardaespaldas volviendo de cumplir mi encargo.  -¿Qué averiguaron? -Según Ángelo, realmente fue un intento de robo. Cuando salieron de la tienda, Fabritzzio fue a buscar la camioneta, pero como la Señorita es impaciente, decidió seguirlo al estacionamiento subterráneo en la otra calle donde habían dejado al vehículo. Sabe que la Señorita no disfruta de ninguno de nosotros siguiéndola de cerca, por lo que, como siempre, Ángelo estaba unos seis o siete pasos por detrás por su orden y eso pareció ser la oportunidad que el ladrón aprovechó. No sabe si el que la atacó no notó que él la acompañaba, sin embargo, cuando ella llegó al callejón a mitad de calle, alguien la agarró y tiró de la Señorita hacia el interior del mismo.  -Dijo que, como había escuchado un ruido tras él, su atención estaba a su espalda, no en el frente al completo, y que tardó un par de segundos en entender lo que había pasado. En cuanto notó que la Señorita no estaba frente a él, corrió y la encontró luchando con el ladrón.  -La Señorita Francesca no es precisamente una florecita indefensa, por lo que no se dejó, forcejeó con el asaltante para recuperar la mochila que llevaba con ella. Cuando el hombre vio que no cedía y que, además, Ángelo se iba a sumar a la situación, decidió que era momento de pasar al plan B: sacó un arma y le apuntó a él. -Le disparó, directamente en la pierna, creemos que para inmovilizarlo y concentrarse solo en su prometida. Le disparó tres veces y las balas penetraron en el muslo, muy cerca de la arteria femoral, no obstante, tuvo suerte y no la perforaron, o ahora estaría muerto por desangramiento. Mientras intentaba taponar las heridas, pudo ver cómo ella se defendió bien del hombre y casi le quitó el arma, mas cuando fue a sacar la suya, él la golpeó en el rostro y le puso la boca del cañón en el lateral de la cabeza.  -Disparó una sola vez, a quema-ropa, y ella cayó. Él no pudo evitarlo, no podía moverse, estaba sangrando y estaba intentando hacerse un torniquete para poder auxiliarla. Al mismo tiempo, el ladrón tomó la mochila y salió corriendo; tenía la cara cubierta, así que no se molestó en matar a Ángelo, no tendría forma de reconocerlo.  -¿Algo más? ¿Dónde estaba Fabritzzio a todo esto? -Dijo que se arrastró como pudo hasta ella, creyendo que estaba muerta, sin embargo, cuando notó que aún vivía, llamó a la ambulancia y luego a Fabritzzio, que estaba por estacionar frente a la tienda donde esperaba encontrarlos a ellos. En cuanto supo que lo que había pasado, corrió hacia donde estaban y revisó a la Señorita, intentando mantenerla con vida hasta que llegó la ambulancia.  -Los paramédicos dijeron que contribuyó mucho su accionar sobre ella, que quizás no habría podido alcanzar a esperar a su llegada si él no hubiera intervenido.  -Sabía que era una buena decisión el poner a un ex médico militar como guardia.  -Así es, no obstante, hay algo que no nos convence de lo que dijo Ángelo, Señor. -¿De qué desconfían? -No estamos seguros, pero hay algo raro. La Señorita Francesca es excelente defendiéndose, sobre todo con armas, es muy raro cómo dijo él que pasó, algo no tiene sentido.  -Es verdad, mas no podemos presionarlo, no aquí. Téngalo vigilado, que Maurizio me avise de cualquier cosa rara que tenga que ver con Ángelo y, mientras estamos aquí, díganle a Carlo que revise las cámaras de la zona, si es que hay, y que verifique la llamada a emergencias que se supone que se hizo para salvarla.  -Por supuesto, ahora mismo nos hacemos cargo. ¿Necesita algo más, Señor? -Tráiganle a mi suegra un café n***o con dos de azúcar y un cortado con una de edulcorante a mi cuñado.  -A la orden, ¿usted no tomará nada? -No, no tengo estómago en éste momento.  -Muy bien, volveremos en unos minutos, llámenos si ocurre algo o nos necesita. Por cierto, antes de que lo olvide, ¿qué hacemos con la policía? -Díganle al Capitán Bartolomeo que le avisaré cuando las cosas estén más calmadas para que podamos hablar, quiero primero tener la conversación privada con Ángelo antes de que ellos hablen. -Bien, lo llamaremos también.  Mis hombres se van y ésta vez es Leo quien se acerca a mí y se sienta a mi lado.  -¿Qué te dijeron? ¿Qué fue lo que pasó? Porque imagino que ahora tienes mucha más información que nosotros, ¿no? -Acertaste. Parece que, como dijeron, fue un robo que salió mal. -¿Pero Cesca no tiene seguridad que la sigue a todos lados? -Sí, sin embargo, uno había ido por el auto, tu hermana (que prácticamente no tiene paciencia) decidió no esperarlo y se encaminó hacia el garaje donde habían dejado la camioneta, y como tampoco le gusta que los de seguridad estén tan cerca, cuando pasó frente a un callejón, un ladrón la agarró e intentó robarle.  -Se resistió, ¿no es así? -Sí, y eso parece que no le gustó nada al que intentó robarle. Cuando el de seguridad entró al callejón, ella estaba forcejeando con el ladrón, el cual parece que se cansó, sacó un arma, le disparó tres veces al guardaespaldas para que no estorbara y le disparó a Francesca en la cabeza, creyendo que lo mató para luego llevarse sus cosas.  -Maldito... -Sí, todo por una mochila con una billetera, un par de documentos personales, unas llaves y un teléfono.  -Es increíble... ¿Sus guardaespaldas fueron los que llamaron a la ambulancia?  -Ángelo, al que le dispararon. Se hizo un torniquete, se acercó a ella y notó que estaba viva; llamó automáticamente a la ambulancia y luego a Fabritzzio, que como es un ex médico militar, pudo ayudar a prolongar su vida hasta que vino la ambulancia.  -Le debo una.  -Tranquilo, no aceptará nada a cambio, es de esos que solo lo consideran como parte de su trabajo, lo que tiene que hacer para cumplir con su deber.  -Bueno, entonces tienes un personal muy eficiente, ¿no? -Ya lo veremos...  Mi respuesta hace que mi cuñado me observe con confusión, sin embargo, no le aclaro mi línea de pensamiento y simplemente me quedo en silencio, justo cuando aparecen mis hombres con los cafés. Luego de entregárselos a los familiares de mi mujer, ambos se retiran a cumplir mis órdenes y nosotros nos quedamos en silencio, pues el ambiente no está para charlas banales, todos estamos con los nervios a flor de piel, atentos a cualquier sonido que indique que alguien sale del quirófano.  No tengo idea de cuánto pasa hasta que finalmente eso ocurre, mas cuando el médico aparece en la sala, mi suegra casi se le arroja encima para sonsacarle información.  -¿Cómo está mi hija, doctor? ¿Sobrevivió? -¿Son todos familiares? -Así es, es mi hermana, su hija y su prometida.  -Bien, entonces me alegra comunicarles que ella sobrevivió.  -¿Qué fue lo que le pasó? ¿Qué herida tuvo? ¿La operaron? -Señora, por favor, tranquilícese. La bala penetró en el lóbulo temporal, mas lo hizo de forma limpia, por lo que no hay gran daño; decidimos dejar la bala donde está porque, por lo general, retirar ese tipo de objetos suele causar mucho mayor daño que el ingreso del mismo, y la mayoría de las personas con éste tipo de heridas no sobrevive, por lo que cuanto menos manipulemos su cabeza de forma innecesaria, posiblemente tenga un mayor número de oportunidad de reponerse. El pronóstico es bastante bueno, para alguien con éste tipo de lesiones, no tuvo gran sangrado en el cerebro y, a pesar de la inflamación, no es algo que no pueda bajar. La mantendremos sedada un par de días hasta que la inflamación disminuya por completo y luego dejaremos que despierte por su cuenta. Sin embargo, quiero que tengan en cuenta algo. -¿Qué? ¿Puede pasarle algo malo? -Los lóbulos temporales, junto con otras zonas del cerebro como el hipocampo, son las encargadas de la memoria, por lo que la bala pudo causar algún tipo de daño que le impida recordar cosas, como por ejemplo, temas básicos, años de su vida o incluso completamente quién es o quiénes son las personas a su alrededor.  -O sea que puede sufrir de amnesia.  -Así es, puede ser total, parcial o incluso selectiva. También puede haber algún otro problema, causado por el sangrado o la inflamación, que tenga que ver con su motricidad o demás, tendrán que ser pacientes.  -Se lo agradezco, doctor, ¿podemos pasar a verla? -Por supuesto, les avisará la enfermera cuando la acomoden en una de las habitaciones de la zona de terapia intensiva. Con su permiso, tengo otros pacientes a los cuales visitar.  -Por supuesto, gracias. -No hay por qué, que tengan un buen día.  El médico se va y mi suegra respira profundo, como si se estuviera desinflando. Ya más tranquila, en cuanto la enfermera nos dice dónde está mi amore, le cedo el ser quien la vea primero, pues sé que lo necesita y ella y Leo entran a la habitación en tanto me quedo observando la puerta, sopesando mi próximo movimiento.  Tengo que averiguar qué fue realmente lo que pasó... 
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