Leonel ve los autos, lo cerca que estuvo de chocar con el de adelante, el otro hombre en shock sale de su auto y lo mira incrédulo como si no pudiera creer que hubiera vidas en riesgo. Abraza a Leonel y este le devuelve el abrazo, le brinda consuelo y trata de reconfortarse a sí mismo.
—Ey, Jordan, tenemos que ir.
—¿A dónde?
—Mira, son siete autos, esos dos no los ha alcanzado el fuego, vamos.
El equipo de respuesta está más lento de lo que todos imaginaban para una zona tan llena de accidentes como lo es el túnel. Varios competidores se han bajado de sus autos y observan la catástrofe. Nunca dimensionas cuánto riesgo pones en tu vida, lo poco divertido que se vuelve todo cuando un compañero está muerto o muy mal herido, todo lo que sus familias, amigos y conocidos preguntan sobre su profesión. Se vuelve real, eso que ellos llaman imposible, una pesadilla.
—Leonel, ¿estás bien? —pregunta Alexander, el chofer del número 31.
—Leonel —le llama el otro de sus compañeros.
—Somos cinco, podemos jalar uno de esos autos.
—Leonel, puede haber una explosión.
—Podemos salvar a alguien —insiste—, y toma su brazo porque resuena una explosión nuevamente, todos gritan y están horrorizados.
—Puede ser alguno de nuestros amigos, ayudemos por favor —insiste el joven en evidente estado de shock y pánico. Lo curioso es que sus compañeros no están menos afectados por la culpa, el miedo y las ganas de borrar un poco el dolor. Todos corren detrás de Leonel y van directo a apartar uno de los siete autos que está más partido, probablemente por el impacto, y fue impulsado en dirección opuesta, probablemente en un intento de frenar o no ser parte de la catástrofe.
Los compañeros trabajan en equipo como cuando llegan a sus estaciones para cambio de llantas. Uno de ellos propone tomarle el pulso y si tiene signos vitales, esforzarse por sacarlo. Se acercan al primer auto y el joven tiene signos vitales, está inconsciente, pero intentan jalarlo del auto para evitar daños a su columna vertebral.
La adrenalina es muy poderosa, la gente no puede cuantificar cuántas cosas haces cuando estás bañado en una de las sustancias más poderosas, todo aquello que sentías por ganar, lo sientes por ayudar a otras personas, a gente cuyas familias esperan en casa. Los bomberos y auxiliares intentan ayudar y escanean el segundo auto para iniciar la emergencia.
El personal médico intenta revisarlos, pero en el caso de Leonel este se niega, se va caminando, lo deja todo atrás y el fotógrafo de su equipo decide seguirlo e informarles a todos que está bien, solo altamente en shock.
En la zona de Yates, los Westborn salieron en busca de Leonel. Al principio no habían confirmado el estado de salud de ninguno de los corredores, pero sí un accidente múltiple dentro del túnel. Una de las curvas complicadas por el cambio de luz y los cambios de velocidad. Se temía que uno de los corredores novatos tuviera algo que ver con el accidente.
La Reina de Azalam estaba viendo hacia el yate de los Westborn cuando vio salir a su padre y a su abuelo. Leonel padre se cubrió el rostro desesperado mientras su papá realizaba una llamada.
—Layla seguramente está bien, están hablando de alguien novato —dice Lorenzo.
—Sí, pero ¿has visto cómo lo llevaban cuando pasó por aquí?
—Ahh sí, pero ¿has visto el video? Ese tipo les hizo meterse el dedo, piénsalo sí, Layla, puede que él haya causado un accidente pero estará bien. Todos ven a Kamal serios.
—Esto es increíble... —dice estupefacto. —Iré abajo a ofrecer ayuda y mandaré a nuestro personal a ver qué pasó. ¿Listos?
—Gracias —dicen todos al unísono.
—Kamal siempre ha sido así de celoso.
—Toda la vida, solía decir: mi mamá o mí mamá y yo, salimos del mismo lugar —todos, incluso la princesa, ríen.
—Gracias.
—Nadie se opone a tu felicidad, Lay, solo... es un mal momento para nosotros, pero soy el primero en decir que si quieres algo, tienes que lanzarte a la piscina. Yo no tendría un reino o un hijo, y seguro sería la segunda esposa de Malik.
—¿Quién sería la primera?
—uhg, tú —las dos ríen.
Nala les acerca una bandeja con tequila y Layla toma un sorbo mientras esperan noticias. Casi media hora después, Kamal sube de vuelta a su yate, se sienta al lado de Layla y le toma la mano.
—Leonel... está bien.
—Okay. ¿Por qué es la pausa?
—No chocó, pero se metió a ayudar. La gente del choque y después está en shock, así que lleva como una hora caminando. Su familia comentó que lo internarían e hidratarían. En cuanto tengan una ubicación me dirán y podrás ir a visitarlo.
—¿Por qué estás haciendo esto?
—Porque necesito desesperadamente un bebé y sé que vas a ser una madre legal, pero a partir de ahora, tendremos que tomar decisiones juntos sobre religión, educación e idiomas, horarios de dormir y lactancia con fórmula —Layla le acerca un tequila a Kamal.— Un hijo es demasiada responsabilidad, pero no puedo hacerlo peleando. Porque el reino me daría un giro, pero en 18 años, cuando ese niño no quiera verme y te elija a ti, y deje el reino como uno de esos príncipes ingleses enamorados de americanas.
—Seré su madre.
—Sí, pero... eres permisiva y cero firme, y Leonel no parece apto para darle una educación de rey.
—¿Te hemos contado lo egoísta que es mi hermano? —Farah le pega con lo primero que encuentra. —¿Cómo es esto sobre ti, Kamal?
—Mi esposo teniendo una amante es sobre mí.
—Kamal, podemos salir de aquí los tres juntos, sonreír y fingir que somos una pareja sólida, ir al hotel y tú vas y sigues mintiéndole a la gente sobre que estoy embarazada, diles que estoy hospitalizada. Me quedaré con él hasta que se recupere, manejaremos nuestras negociaciones a través del abogado y me reuniré tan pronto como sea posible con el médico para la inseminación.
—Layla...
—No quiero hablar más, me has decepcionado. Sabes, pensé que éramos amigos, seríamos familia, pero eres igual o peor que mi hermano. Él vino y me arrancó la felicidad y tú vas quitándomela poco a poco a tu conveniencia.