Layla hizo su maleta poco después y le preguntó a Lorenzo si le molestaba compartir un jet solo los dos. Farah propuso hacerse cargo de coordinar su salida y la princesa le dio las gracias. Antes de continuar con sus maletas y cosas, reservó en un hotel en Manvillage y les dio la idea a sus guardaespaldas de preparar su partida tan pronto como fuera posible.
—¿Quieren algún regalo? —pregunta a los príncipes.
—Puedes pasar por libros —pregunta Zair.
—Claro.
—Yo estoy interesado en videojuegos, te mandaré una lista.
—Se la pasaré a tu madre, Amir —Los hermanos ríen y Layla les da un beso y un abrazo largo.
—¿Layla, planeas volver?
—El avión podría caerse y todos a bordo podríamos morir —Los hermanos ven a la princesa y se ríen, toman sus maletas y la acompañan al aeródromo del reino. Los príncipes se despiden nuevamente de Layla y le ruegan que intente no morirse, ella ríe y les da un beso antes de abordar. Farah le da un beso a su marido y le pide regresar.
—Me voy por el cumpleaños de mi padre, en unos días estaré de vuelta.
—Ah... no estás lista.
—No, pero no hagas nada muy loco, por favor Farah. Y si pasa cualquier cosa, ¿me llamas?
—Sí. —La princesa sonríe y se despide de ambos. —Cuídalo, Layla, que ninguna mujer se le acerque ni para darle una bebida. Ni buenos días —La princesa asiente y las dos se despiden unos minutos más tarde, cuando el jet está en el aire, Layla sale del palacio y le pregunta a su hermana por qué ha dejado a Layla y Lorenzo irse sin ellos.
—Suena a que tú y tu mujer tienen problemas familiares y ellos dos, los próximos salen en unas cinco horas.
—Farah, haz el favor de no meterte en mi matrimonio.
—Por supuesto, no me meteré, pero no fallaré en recordarte que tienes dos esposas, no una, y que los comentarios al respecto ya vienen y van. Todos los empleados quieren entender cómo vas a concebir un príncipe heredero si te la pasas todo el día detrás de Selene. Y la verdad, quiero entender cómo le exiges tanto a Layla y le das tan poco de tu tiempo. El arreglo es entre ustedes, pero eso te quita automáticamente el derecho de limitar y exigir, porque muy poco es casi nada de lo que le estás dando. —Farah toma la mano de sus hermanos pequeños y pregunta: —¿Les apetece ver un documental de príncipes y ver quiénes fueron asesinados por sus segundas esposas?
—Wow, sí —responde Amir emocionado, Farah espera unos metros para informarles que no existen, pero es un mensaje contundente para su hermano.
Kamal subió a su habitación, preparó su maleta y trató de no discutir con Selene porque le parecía increíble que su esposa montara una escena tan injustific
ada.
—Kamal... yo...
—¿Se puede saber de qué vas?
—Todo fue un malentendido.
—Evidentemente, Selene.
—Creo que lo mejor...
—No es tu turno de creer o tomar decisiones, Selene. Te estoy dejando pasar un montón de berrinches por el embarazo y porque imagino que para ti debe ser difícil todo esto, pero necesito que entiendas, siempre hay una opción. Si no te hubiese querido en mi vida o estuviese dispuesto a darle a Layla tu lugar, le habría dado tu lugar. La opción era divorciarnos y hacer lo correcto y egoístamente, te elegí a ti y a ella. Y le he vendido a ella que le estoy haciendo un favor cuando no lo está haciendo a todos.
—Lo siento.
—Deberías —confirma el joven y termina de empacar, luego llama a Azalam para que envíe el jet privado real para uso del príncipe y su esposa. El piloto le asegura que estará listo en una hora y en cuarenta minutos estarán en Tierra del Sol. Layla y Lorenzo, por otro lado, aterrizan en Manvillage, donde los medios hermanos del príncipe y su madrastra los esperan con carteles y globos.
—Lorenzo —gritan todos al unísono, la princesa ríe y el príncipe la toma del brazo para hacerla unirse al grupo.
—¿Dónde está Farah? —pregunta la más pequeña de sus hermanas. Layla sonríe ante la escena llena de celos de la pequeña, quien la mira de pies a cabeza. La joven se inclina a su nivel y dice en un tono calmado y bajo, como un secreto:
—Yo soy su cuñada y he venido con la misión de que ninguna azafata se le acerque y le hable en el camino o alguna mujer en el aeropuerto.
—Ya, gracias —su madre niega con la cabeza y se presenta.
—Yo soy Valentina, espero de verdad nadie te haya enviado de chaperona.
—Tengo mis propios asuntos.
—¿Tus asuntos no dependen de Kamal?
—Tengo muchos amigos aquí y la última vez que vine no pude despedirme.
—¡Layla! —gritan Marcela y Aurora. —La princesa sonríe y se disculpa para acercarse a saludarlas. Marcela la abraza como a una hija perdida y Aurora lo hace de la misma manera, desesperada.
—Estás más delgada —se quejan sus amigas.
—Qué pequeño es el mundo —dice Valentina antes de saludar a su cuñada.
—Majestad —saluda Marcela a Lorenzo.
—Tá, Marce.
—Eres sobrino de Marcela.
—Sí, su esposo es hermano de mi madrastra.
—Este país es demasiado pequeño.
—Pensaba dejarte en tu hotel, pasaré esta noche para que cenemos, ¿te parece?
—No tienes que hacer nada de eso.
—Además, tenemos planes. Saldremos a cenar, nos divertiremos. Lo siento, pero no necesitas guardaespaldas y cuentas con los míos y los del hotel.
—Cualquier cosa que necesites, tienes mi número. No te dé vergüenza. Igualmente, te daré una vuelta en estos días y si Kamal se pone insoportable, le das mi número —los dos ríen y ella le da un par de besos en la mejilla, se despide y cada uno va con sus grupos. Marcela y Aurora acompañan a la princesa al hotel, dejan que la princesa se cambie y se ponga cómoda antes de deleitarla con un banquete. Las amigas de la princesa se preocupan por lo diferente que se ve Layla, sin embargo, entienden que los últimos meses no han sido especialmente fáciles.
Cuando la princesa baja a comer, decide enviar un mensaje a su cuñada.
Layla
Farah, he entregado a tu marido a una mujer más celosa que tú. Layla
Farah
Ya me han dado un informe completo.
Son adorables mis cuñadas.
Farah
Lo son, muy protectoras del mayor de sus hermanos.
Tu marido estaba un poco molesto.
Layla
Para eso tiene otra esposa.
La joven leyó otro mensaje por parte de su marido.
Kamal
Voy de camino hacia Mainvillage, en unas horas estaré ahí y espero podamos reunirnos los tres y aclarar las cosas.
Layla
A mí me ha quedado muy claro. Yo no me meto en su matrimonio, ella tampoco en el mío. Eso sí, compártele algunas cláusulas en nuestro prenupcial, en el que sales perdiendo si ella no controla sus nervios y sus celos.
La princesa bloquea el celular y toma asiento entre sus amigas.
—¿Has leído mi adelanto?
—Lo he leído y va fenomenal.
—Gracias.
—¿Y cómo están esos preciosos bebés?
—Están enormes, ya quieren hablar y son insoportablemente dulces—se queja Aurora. Las tres mujeres hablan, ríen y comen. La tensión aumenta cuando la princesa comienza a relatar de su nueva vida. Obviamente, no les comenta que ha intentado acabar con su vida o que le están dando medicación.
—¿Cómo es Kamal, tu marido? —pregunta Aurora.
—Normal.
—¿Es alto?
—Sí.
—Y moreno.
—Ajá.
—Y parece de película.
—Es apuesto —responde Layla.
—Y te has escapado nuevamente, Layla. Qué vamos a hacer —pregunta el joven y ella eleva la mirada para ponerle atención.
—¿Qué les parece una salida los seis?
—Kamal está aquí con su esposa, sería... incómodo —comenta Layla.
—Podemos ir solo los dos un rato.
—Selene estará molesta.
—Últimamente, se molesta por muchas cosas. ¿Qué tal si vamos de todas formas?
—No creo que sea necesario.
—Por favor, di que sí. Kamal se ve de una edad en la que mi esposo no puede tanto compartir con mis amigos—La pareja comparte una mirada y Layla acaba por aceptar.