Al despertar, me di cuenta de que nuevamente estaba en un hospital, atado como si no fuera más que un criminal o incluso un enfermo mental, aunque por supuesto no estaba en condiciones de pelear porque estaba aturdido, mareado e incluso con náuseas, pero mientras miraba el techo de aquella habitación, un doctor entro, supuse que únicamente para ver mis signos vitales e irse, así que lo ignore hasta que se acercó a mí con un portapapeles.
—¿Arthur Sallow?—pregunto como si me encontrara en condiciones para responder un típico cuestionario rutinario, ya estaba harto de eso.
—¿Qué quiere?—respondí de mala gana y sin dirigirle la mirada. El hombre claramente intuyo que no estaba de buen humor, pero aun así se quedó mirando los papeles que traía consigo.
—Señor Sallow, le comunico que al ing
