bc

Esposa Virgen 2

book_age18+
7.8K
FOLLOW
83.3K
READ
billionaire
family
HE
pregnant
powerful
drama
bxg
disappearance
musclebear
like
intro-logo
Blurb

Mi vida cambió desde el día en que conocí a Arthur Sallow, el mismo imbécil al que fui atada gracias a mi familia, un mujeriego y manipulador que al final de cuentas me robo el corazón. ¿Lo malo?

Él murió y para colmo yo estoy embarazada.

Podría haberlo olvidado, cerrar ese capítulo en mi vida de no ser por su hermano Michael y su familia, quienes se han empeñado en hacerme la vida imposible. ¿Por qué? ¡Simple!

Todo parece indicar que tanto la fortuna de los Sallow, así como su empresa, podría quedar en mis manos y por supuesto en la de mis hijos, una vez que se compruebe que ellos son hijos legítimos de Arthur. ¿Renunciaré a su herencia?

Me gustaría decir que sí porque mis hijos no merecen ser perseguidos por ambiciosos muertos de hambre, pero no puedo hacerlo, no después de saber que sus vidas podrían estar en peligro de no ser por esa herencia, no obstante, a veces me parece ver a Arthur, es como un fantasma que me persigue y parece cuidarme a la distancia. ¿Estaré volviéndome loca?

chap-preview
Free preview
Prefacio
El otoño había llegado, y con él, el nacimiento de mis hijos. Había esperado este momento con ansias, no solo por la alegría que traía consigo, sino porque mi embarazo distaba mucho de lo que alguna vez imaginé. Desde que perdí a Arthur, la soledad me había acompañado como una sombra. Una soledad interna, silenciosa, que no desaparecía aunque estuviera rodeada de personas. Nada me alegraba… excepto ver a mis hijos crecer en las ecografías. Ellos eran lo único que me mantenía en pie. A veces me preguntaba, con un temblor que me avergonzaba reconocer: ¿Me habría quitado la vida de no ser por ellos? La respuesta era obvia. Pero también era un secreto que jamás podría admitir, ni siquiera ante un terapeuta. Culpas, enojo, tristeza… todo se mezclaba sin orden ni sentido. No pude despedirme de Arthur. Su muerte llegó demasiado rápido, demasiado cruel, dejándome con una herida que, aun meses después, seguía abierta. ¿Cómo vivir así? ¿Cómo respirar sabiendo que me arrebataron ese último instante con él? Los odiaba. A todos los que habían decidido por mí. La familia Sallow me había manipulado como si fuera una marioneta, moviéndome a conveniencia, sin permitirme siquiera cuestionar. Y aunque prometí no dejarlos pisotearme más, en mi estado actual no podía enfrentarme a ellos… ni sabía aún cómo vengarme. —¿Christine?—escuché la voz de la señora Martha. Me giré de inmediato, sorprendida. Hacía semanas que no nos veíamos por mi embarazo. Con treinta y siete semanas de gestación —y tratándose de gemelos— apenas podía caminar. Aun así venía, de vez en cuando, a hablar con Arthur. A contarlo todo sobre los bebés. Sobre mí. —Vine a ver a mi esposo —dije. Un viento helado acarició mi mejilla y movió mi cabello. Recién iniciaba el otoño, así que el aire frío no era extraño—. Quería decirle que el viernes nacen nuestros bebés. —¿Finalmente te agendaron la fecha de la cesárea? —preguntó, avanzando hacia mí con un pequeño ramo de flores blancas entre las manos. —Sí. La doctora dijo que ya no podíamos esperar más. Me costaba admitirlo en voz alta, pero me embargaba la culpa. Mi niña tenía problemas de crecimiento y tendría que permanecer en terapia intensiva apenas naciera. Temía que mis constantes llantos hubieran afectado su desarrollo. La señora Martha decía que era normal, cosa de hormonas… pero en el fondo, sospechaba que la tristeza había marcado a mi hija antes de nacer. —No debiste venir, querida —dijo, tomando mis manos entre las suyas. Su mirada tenía una ternura nostálgica que me envolvió por completo—. Si querías decirle algo a Arthur, me lo hubieras dicho. Sabes que yo vengo todos los domingos. —Lo sé, pero… —mi mirada regresó a la lápida. Su fotografía, fija y ajena, siempre me hacía preguntarme cómo era posible que la muerte hubiera reclamado a alguien tan joven, tan vivo—. Quería ser yo quien le diera la noticia. No creo poder venir por un buen tiempo después de que nazcan los gemelos. Ella asintió con amargura antes de dejar las flores frente a la tumba. —¿Te acompaño a casa? —No, estoy bien. Un taxi me espera en la entrada. —Aun así iré contigo. Me preocupa que andes así, con dos criaturas a punto de nacer —dijo, enredando su brazo con el mío. Mientras bajábamos por la pequeña colina, una presión ardiente se instaló en mi pelvis. Últimamente había sentido molestias similares y la doctora decía que era normal, que los bebés estaban descendiendo. Especialmente el niño… Arty. Quería llamarlo así, porque su nombre sonaba al de su padre. Él era fuerte e inquieto. Su hermana, en cambio, apenas se movía. Por ella adelantarían el parto. —Te envié un regalo esta mañana. ¿Lo recibiste? —preguntó la señora Martha, intentando aliviar la tensión del camino. —Llegó una caja, pero aún no la abro. Había evitado hacerlo todo el día. Necesitaba distraerme con tareas que no debía estar haciendo. Si me quedaba quieta… pensaba demasiado. —Entonces no te diré qué hay dentro. Es una sorpresa —sonrió. Quise responderle, pero en ese instante el dolor volvió, más fuerte, cortante. Me detuve de golpe. —¿Christine? ¿Estás bien? —S-sí… —mentí, respirando hondo. Quizás solo necesitaba descansar. Intenté dar un paso. Ella tomó mi mano, preocupada. No quería asustarla, pero algo dentro de mí sabía que esto no era normal. —No… de verdad, no se preocupe… Pero al avanzar un poco más, el dolor se convirtió en un corte ardiente que me atravesó desde dentro. Un grito escapó de mi garganta antes de poder contenerlo.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Prisionera Entre tus brazos

read
101.6K
bc

La embarazada sacrificada

read
3.1K
bc

Mafioso despiadado Esposo tierno

read
24.8K
bc

Una niñera para los hijos del mafioso

read
51.2K
bc

Venganza por amor: Infiltrado

read
64.5K
bc

Eres mío, idiota.

read
3.6K
bc

Profesor Roberts

read
1.7M

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook