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1994 Words
Adios León - Es su majestad, la emperatriz de Yamain ahora, Maestro Zion La voz de Kairon estremeció a Yaina quien se inclinó para saludarle. - Saludos al león de Yamain, larga vida- dijeron a coro inclinándose los presentes. Yaina observó cómo su compañero se acercaba caminando junto a su caballo y Don a su costado mientras dos escuderos llevaban las riendas de los caballos. Vestía con el uniforme de los caballeros imperiales que cambiaba a un traje n***o y dorado para misiones en terreno cambiando la capa clara a una negra con el emblema de Yamain en la espalda. Se veía muy atractivo e imponente caminando hacia ella quien se descubrió mirándolo tan embelesada que no notó que estaba junto a ella hasta que su cabello rozó su mejilla cuando se inclinó para besar su cuello aspirando su aroma. La joven vio como los ojos de su esposo habían cambiado cuando levantó la cabeza - Hueles bien, compañera… - susurró en su oído soltando un gruñido bajo - Te extrañé - Majestad. - dijo Yaina poniendo las manos sobre su pecho para alejarlo un poco - Sus caballeros lo esperan. Sabía que era Ducalyon. -Gatita. - murmuró enderezándose y caminando hacia Zion - Has llegado a tiempo, profesor - le dijo ahora Kairon observando las cajas con los sellos de la torre de magia y la academia de alquimia juntos en la cubierta - ¿La Torre y la academia trabajando juntos? - preguntó sorprendido girándose hacia su esposa quién no se movió- ¡Vaya! - Hemos trabajado mano a mano según lo solicitado en la propuesta que fue aprobada - El Maestro de Magia envía sus saludos, majestad. - dijo el mago de mayor rango - Los contenedores están sellados con magia de conservación por lo que el trabajo de los alquimistas está resguardado. - Han hecho buen trabajo. - agradeció Kairon haciendo una inclinación de cabeza - Los felicito. Súbanlo a los carruajes. - ordenó a sus caballeros quienes se apresuraron a cargarlas. - Todo está cargado y estamos listos para partir, majestad. - le dijo Barum cuando terminaron y Kairon asintió con la cabeza. El emperador caminó hacia su esposa y tomó su mano acercándola al grupo. - Ya tengo que irme, esposa - le dijo Kairon a Yaina con los ojos brillando intensamente. Por un momento dudó y luego miró a Arak - Protege a mi compañera, caballero. - le dijo Ducalyon a continuación. - Sus órdenes, maestro. - ¿Puedo decirles algo a sus caballeros, majestad? - le preguntó Yaina a Kairon quien se movió para dejarla pasar. - Adelante, emperatriz. - le dijo mirando al grupo en silencio con sus ojos de regreso a la normalidad. Ducalyon se resistía a dejarla. - ¡Caballeros! - les dijo la joven - Les deseo bendiciones y buen viaje. Que el espíritu del león los acompañe. - Gracias, Majestad. - exclamaron al unísono para luego subir a los caballos y otros a los asientos de las carretas de carga. Un escudero acercó el caballo a Kairon quien lo miró asintiendo para luego mirar a su esposa quien aferraba la tela del vestido con la mano y la otra estaba en su pecho con el puño cerrado. - Ya debo irme, emperatriz. Deséame buen viaje... - ¿No tienes nada que decir, majestad? - le preguntó Yaina y su labio inferior tembló al final de la frase. Kairon ladeó la cabeza confundido y luego agarró la mano que tomaba el vestido e inclinándose para besarle el dorso de la mano le dijo - “Gracias por sus deseos, Emperatriz” - Sintió su mano temblar bajo sus labios. Cuando se incorporó, Yaina tenía la cabeza inclinada ocultando sus ojos. - Buen viaje, majestad. - le dijo haciéndole una reverencia antes de que éste se subiera al caballo y se moviera hasta el puesto de liderazgo. - Maestra... - dijo Don acercándose a ella preocupada. - No te atrases Don. - le interrumpió Yaina – Cuídalo como si fuera yo. - Pero maestra. - comenzó a decir. - Es mi orden, Rétthentur. - le dijo Yaina seria haciéndola inclinarse frente a ella y montar el caballo mirándola hacia atrás mientras se acercaba a Kairon. Arak hizo un gesto para que los sirvientes y carretas regresaran al palacio de los Lirios mientras la observaba, inquieto. No lloraba, pero estaba completamente tensa con la vista fija en la caravana de carruajes flanqueados por los caballeros mientras avanzaban hacia la salida trasera de la ciudadela imperial alejándose más de ella - ¿Majestad? - le preguntó cuando la vio cambiar su expresión. Sabía que había tomado una decisión. - Ya que el director de la academia ha venido - dijo tocando el anillo para cambiar a las ropas del Maestro de Magia – El Maestro de Magia se despedirá. - Arak trató de hablar, pero Yaina se elevó desapareciendo en un momento. El caballero vio como un gran círculo mágico rojo se creaba en el aire frente a la comitiva, la que se detuvo mirando hacia arriba, sorprendidos - ¿Qué está pasando? - preguntó Barum a Don quién estaba a su lado detrás del emperador. - El Maestro ha venido. - dijo la maga mirando hacia atrás cruzando miradas con Arak el que corría hacia ellos. Desde el centro del círculo mágico surgió la silueta del Maestro de la Torre y que luego atravesó sin abrir el portal lo que significaba que podía estar en cualquier lugar. - Saludos a los caballeros que parten. - les dijo desde la altura - Magos míos, lleven a nuestros amigos alquimistas de regreso a la academia. Todos han hecho un buen trabajo, Zión. Lo agradezco. - le hizo un gesto de aprobación y luego a los magos que lo miraban cerca y que después de inclinarse respetuosamente abrieron los portales y se retiraron. - Baja para hablar frente a su majestad- dijo Barum molesto- Se respetuoso con el emperador. - ¿Respetuoso? - preguntó el Maestro con ironía - Oh, vaya, qué descaro. Si ha sido él quien no respeta. - Déjalo. - interrumpió Kairon - No es necesario. - Vengo a despedirme, majestad. - le dijo el Maestro descendiendo hasta quedar a la altura de sus ojos y aunque llevaba la capa cubriendo su rostro, ella si podía verlo a él - Deseo que su misión sea lo que espera, majestad. - le dijo para luego rodear la comitiva flotando a pocos pasos del suelo emitiendo una energía tan helada que los hizo estremecer. - ¡Maestro! - llamó Don en voz alta siguiéndola con la vista desde su montura y mirando a Arak frenética - ¡Arak! ¡Detenlo! Era magia de hielo, era la magia de Yaina. No como maestro. La temperatura bajó tan rápido a su alrededor que los caballos se movieron inquietos sorprendiendo a los caballeros que trataban de calmarlos. Yaina se deslizó para quedar delante del caballo de Kairon y lo observó en silencio mientras acariciaba la cabeza del animal el que la reconoció - Shhh - le dijo la joven al oído al corcel - No hagas trampa. - Miró a las carretas y a los caballeros inquietos - Tengo un último encargo que entregar para usted, majestad. De Yaina Derk.- le dijo a Kairon con voz ronca quién la miró interrogante. - ¿De la emperatriz? - repitió desconfiando sabiendo que la tenía frente a él - ¿Es tuyo? ¿Por qué usas tu apellido de soltera? - Porque me lo he ganado de nuevo, majestad. - dijo enigmático abriendo la mano revelando una joya de color azul que pulsaba tenuemente con una suave luz la que Kairon tomó con la mano sin tener alguna reacción. La palma del Maestro se cerró en un puño temblando visiblemente. Era la señal que temía. - ¡Maestro! ¡No, por favor! - gritó Don mirando al mago y al mismo Kairon quien la miró sin entender - ¡No lo haga, maestro! - pidió Don llorando sorprendiendo a los caballeros que la rodeaban. - Farðu eins og fyrirskipað er, Rétthentur (Cumple lo ordenado, diestro) - le gritó el mago haciéndola reaccionar y enderezarse como si la hubiese golpeado. El Maestro de Magia miró a Kairon y se inclinó teatralmente extendiendo los brazos a los lados rodeado de murmullos y comentarios de los caballeros ya que el Maestro no se inclinaba ante ningún gobernante - Eso es de parte de tu esposa. Ella te libera de tu juramento, león. A ambos. - le dijo en voz alta para que todos escucharan elevándose con grandes alas de estelas negras que se extendieron en su espalda activando el círculo mágico que se ampliaba bajo la comitiva con un diámetro considerable pulsando al ritmo de la joya en la mano de Kairon. La magia de la Torre y la del Guardián combinadas, Yaina estaba tan dolida que no lo notó, pero Don le gritaba asustando a Kairon quien no sabía la razón, pero al ver su reacción sabía que era grave. - Magia espacial a gran escala. - exclamó Thomas emocionado - Es una magia excepcional. - ¡Esto es demasiado! - le gritó Kairon mirando el suelo bajo ellos - ¡Detente! La joven chasqueó los dedos y detuvo el tiempo, relentizándolo para darle la oportunidad de separar la ilusión y usando magia dimensional para que no la vieran hablar con él. - Perdiste tu segunda oportunidad, Kairon- le susurró - Adiós... Yaina lo vio abrir los ojos sorprendido antes de regresar a su lugar frente al círculo en el aire y volver a chasquear los dedos para dejar que el tiempo fluyera. - ¡¿Qué estás diciendo?! - le gritó Kairon - ¡Explícame! - Buen viaje, majestad. Que tenga larga vida. - le dijo el Maestro mientras activaba la magia chasqueando los dedos y el grupo desapareció bajo la luz intensa que se elevó del círculo y que luego se apagó sin dejar rastro una vez que la magia espacial terminó. - ¡Majestad! - gritó Arak cuando Yaina descendió, apoyándose suavemente en el suelo cambiando la ilusión a sus vestimentas originales. Arak miró a su alrededor agradecido de estar en un lugar alejado del palacio y de ojos indiscretos. - Tranquilo, he hecho esto varias veces, incluso con más personas. - aclaró Yaina iniciando el regreso hacia el palacio. - ¿Qué pasó, majestad? ¿Por qué Don estaba así? - Un mago ha roto un contrato. - Si un mago de alto nivel rompe un contrato, el mago… - trató de recordar lo que había aprendido en la academia en Flir sin éxito - El mago debe entregar parte de su corazón. - terminó Yaina sin mirarlo ni detenerse, pero lo escuchó parar de golpe tras ella. - Lo que le entregó al Emperador es…- corrió adelantándose y deteniéndole para ver su rostro - ¿Le entregaste parte de tu corazón? El dolor debió ser… - Y el emperador no reaccionó. El vínculo ya no existe. Yaina terminó la frase temblando mientras las lágrimas caían por sus mejillas. Arak la miró sin saber que decir y sólo la abrazó para que se desahogara mientras lloraba desconsolada. Cualquier cosa que dijera no tendría ningún valor. Para los magos, los contratos eran lo más valioso ya que acreditaba lo que apreciaban su vida pues vinculaba a las partes a través del maná que formaba parte él. A diferencia de los caballeros que juraban lealtad a sus señores, los magos juraban sobre su vida y romper un contrato tenía un costo muy alto para el mago. ¿Qué contrato había roto?, pensó a toda velocidad. Sólo pudo quedarse quieto a mitad del camino en silencio conteniéndola en su abrazo. - Majestad, tenemos que regresar. - le dijo cuando la vio más calmada. Yaina asintió en silencio dejándose conducir por el escolta en silencio de regreso al palacio. La decisión estaba tomada.
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