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Encuentro Con El Marqués Yaina caminaba por el pabellón que rodeaba el costado interior del palacio de los Lirios disfrutando de las flores que decoraban los jardines interiores tras el palacio central. Sonrió para si al recordar que esos paseos los estaba haciendo para evitar dormirse. Últimamente, se estaba durmiendo cada vez que se sentaba en una silla mullida o se recostaba. - ¿Vamos a las bancas, Majestad? - le preguntó Lucy indicando unas bancas de descanso en la parte central del jardín - Puede leer un poco. - Si me siento, me dormiré. - dijo Yaina divertida - Pero podría disfrutar un jugo de frutas. -Oh, lo traeré de inmediato, majestad- dijo Lucy contenta porque su maestra había pedido algo de comer. - Siéntese y se lo traeré. No se mueva. - Bien, - le dijo riendo, obedeciendo la indicación - Me quedaré aquí, pero no demores mucho o me dormiré. Tendrás un oso como maestra. - Vendré enseguida, majestad. - dijo Lucy riendo y girando para emprender la carrera a la cocina del palacio de los Lirios. La joven cerró los ojos disfrutando la brisa de la tarde y el aroma de las flores. El área de los jardines detrás del palacio central estaba abierta a los nobles o funcionarios de los palacios conectados ya que se usaba como un corta camino entre las estructuras o una zona de descanso entre reuniones. La joven disfrutaba del recorrido por el pabellón lateral y la tranquilidad del jardín debido que, a esa hora, la mayoría de las personas estaba en las oficinas o reuniones. Además, le ayudaba a no sentirse tan sola al saber que su esposo estaba en el edificio cercano trabajando. Se sentía incómoda de estar caminando sin tener nada que hacer, pero estar en la habitación era peor para su estado de ánimo. Desde la coronación había dejado de interactuar con Kairon por lo que no tenía información de los asuntos de gobierno y la mudanza al palacio de los Lirios solo los había alejado aun más. Sumado a eso, tampoco tenía actividades programadas en su agenda. Ninguna visita, ni audiencias, ni salidas a la ciudad para conocer la situación. Se sentía como parte de la decoración de los palacios, ya ni siquiera una decoración del emperador puesto que no se veían, pensó triste. Una decoración... La segunda princesa de Odea y Maestra de Magia rebajada a una decoración... En Odea, si bien estaba consciente del rol que jugaba frente al rey y la corte, tenía su trabajo en la Torre, ayudaba a Alex en el gremio y a Jaim con el ducado, se sentía parte de ellos y considerada por ser ella misma. Sus conocimientos eran valiosos para su familia y aquí aún se sentía actuando en el rol preparado para la corte y ahora para su esposo. Suspiró. Su esposo, su compañero…Practicamente no se habían visto desde la noche en que ambos habían sido bruscos con ella. Tampoco había visto a Ducalyon en su forma de león por el palacio o en los jardines ¿Estaba enojado con ella como Kairon? A pesar de ser impulsivo con los demás, el León era muy paciente con ella y siempre estaba dispuesto a hablar y ponerse de acuerdo. Era extraño no haberlo visto. Ducalyon nunca evitaba una pelea. Sabía que Kairon estaba muy ocupado y que Ducalyon lo acompañaba en todo momento para fortalecer su posición. Tal vez por eso no había venido a ella. Yaina sabía que Kairon quería ser reconocido como un buen gobernante. Sabía que se estaba esforzando mucho y que eso era importante para él. Lo extrañaba y le hacía falta, pero no quería quejarse y agobiarlo. Además, lo veía tan irritable y parecía especialmente molesto hacia su conducta. Era por eso que había bloqueado el vínculo con su magia de hielo. Bóreas le había explicado que la energía y habilidades de los dioses estaban sobre los espíritus elementales y los otros seres celestiales por lo que si ella la usaba como protección y defensa podría anular la magia del León tal como el mismo lo había hecho con el sello cuando Kairon se imprimió. - Saludos, majestad. - una voz desconocida frente a ella la sobresaltó, haciéndola tensarse. No lo había escuchado venir. Eso era malo. Yaina abrió los ojos para encontrarse con un hombre alto y canoso que la miraba con ojos y sonrisa burlona de pie frente a ella - Marqués Moore. - dijo Yaina enderezándose, fingiendo estar adormilada - ¿Ha terminado su trabajo? - Si, majestad. - le dijo con una sonrisa torcida - Estaba a punto de retirarme cuando vi que estaba descansando. - Estoy esperando a mi doncella, marqués. No descansando. - la joven le sonrió. - Una flor social tan hermosa entre tantas flores. No podía dejar de pasar a verla, majestad. - dijo el marqués fingiendo ser galante – Puedo ver porque su majestad está tan enamorado de su compañera. - El emperador es un gran hombre, marqués. - le dijo - Espero que pueda ayudarlo en su trabajo. Yo misma quiero ayudarlo... - Oh, mi.. - le dijo inclinándose hacia ella haciéndola tensarse, incómoda debido a que no podía empujarlo o levantarse sin que se viera grosero de su parte y no quería darle problemas a Kairon - ¿Qué podría hacer una flor tan delicada frente a las difíciles tareas de gobierno, majestad? - se burló cerca de su oído - Con su cuerpo y belleza, su trabajo es el de mantener caliente la cama del emperador, lucir linda para su brazo y darle cachorros saludables. Yaina apretó los puños sobre el vestido para controlar su rabia. Así es que esa era la percepción de los nobles. Por un lado, se felicitó a sí misma por haber actuado tan bien su papel como para haber engañado a un noble como el que tenía en frente y por otro, quería golpearlo con su magia para demostrar que no era una muñeca tonta. La joven respiró profundamente antes de soltar una risita avergonzada. - Espero que su majestad, me vea así de hermosa, marqués. - le dijo fingiendo no haber notado el insulto - Trataré de verme siempre bella para él… - ¡Majestad! - llamó Don acercándose a ella obligando al Marqués a alejarse y tomar distancia - He venido a escoltarla a nombre de Sir Arak. La está esperando. - dijo inclinándose y luego extendiendo el brazo para que Yaina lo tomara. La joven la miró en silencio consciente que sus palabras no eran ciertas ya que Sir Arak había salido con Mia a comprar lo que se necesitaba para preparar lo que faltaba para la expedición. Don hizo un gesto casi imperceptible para que le siguiera. - Gracias, Sir. No quiero hacerlo esperar. - le dijo con una bella sonrisa tomando su mano y levantándose - Me retiro primero, marqués. Le deseo buena tarde. - Igualmente, majestad. - dijo inclinándose burlón antes de dejarla pasar siguiéndola con la mirada. - ¿Está bien, maestra? - preguntó Don inquieta cuando estuvieron a una buena distancia. - Sí. Solo aléjame de ese hombre asqueroso. - ¿Quiere que me encargue de él? - No. - la detuvo con rapidez - Me ocuparé yo misma a su tiempo. - La miró fijamente - No menciones lo que pasó hoy. Menos al emperador. - Si, maestra. - dijo alejándose con ella hacia el palacio de la emperatriz.
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