Capítulo 4--Secretaria en la cama

1406 Words
Después de estar parado y pensando durante casi media hora, al final, la única solución posible es confesar la verdad. Sí, ella debe decirle al jefe. Debe decir la verdad a pesar de ser culpada. La cotorra decide volver a la mesa del distrito, pero sólo encontró el sitio vacío. —Jefe... ¿A dónde ha ido el Jefe? Se puso de pie y giró en torno, buscándolo ansiosamente, pero no importa donde se mire, no está allí. Hasta tuvo que preguntar al personal que pasaba por allí. —Disculpe, ¿vio usted... un hombre grande sentado aquí bebiendo? —Oh, el Sr. Pérez, ¿verdad? —Eh, sí. —Hace un momento el señor vomitó, así que el personal lo llevó a su habitación. "Jefe. Vómito" —Sí. Se puso de pie y ajustó su conciencia por un momento, luego tartamudeó y preguntó. —¿Sabe el señor qué habitación ha abierto mi jefe? —Lo sé, la suite. Ella dejó escapar un suspiro de alivio. A continuación, agradeció al personal y se apresuró a dar un paso largo para el sector en las suites de lujo con gran entusiasmo. A su llegada, fue a un jardín con un empleado masculino caminando fuera de la suite de su jefe. —¿Está en la habitación? —Sí. —Muchas gracias. Sonrió al empleado, antes de abrir apresuradamente la puerta de la suite donde encontró al joven tumbado en topless estirado en la cama. La lora suspiró suavemente, entrando y deteniéndose cerca de la perfecta figura colosal del jefe, Intentando mirar a través del amplio pecho, pero no lo consiguió. El pecho del jefe es muy ancho y lleno de pelo, los hermosos músculos son completos también. Ella lo miró con admiración, antes de estirar la mano para tocarlo, pero antes de que llegara, retiró la mano. "No hagas esto, no lo hagas en absoluto…" Por fin pudo apartar los ojos del amplio pecho del jefe y mirarlo a la cara. ¿Así que ella debe despertarlo para escuchar su error? Estaba asustada... Pero no había otra opción… —Jefe... Jefe… —Está aquí o… La voz del borracho sonó a través de su garganta, que los ojos afilados no olvidaron. —Así que... Karen tiene algo que estudiar. —Sube a la cama... Estoy esperando… Una gran mano la agarró del brazo con precisión, aunque sus ojos aún no lo habían olvidado. Estaba sorprendida, conmocionada, quería sacudir la mano con fuerza, pero temía que eso hiciera que el jefe quedara insatisfecho. —Llevo mucho tiempo esperándote... Sube... sube, hazme enloquecer… —Ah... Jefe… La oleada de gente borracha. ¿Por qué tiene este poder? Su figura se desplomó sobre la cama. inmediatamente aplastó el cuerpo robusto. —Jefe, esta es Gafas, jefe... Ella se apartó cuando fue empujada contra él. Entonces las luces brillantes de la habitación se apagaron como si estuvieran cronometradas. Sólo había una tenue luz amarilla en la cabecera de la cama que brillaba intensamente. —Quiero tener sexo... Dámelo... ahora… ¿No está soñando? Su jefe estaba a horcajadas sobre su cuerpo y él... sí, iba a disfrutar de su joven cuerpo sin que él fuera consciente. ¿Qué hará ella? Debería apresurarse a empujarlo y escapar de esta habitación. O… Permitirle poseer su virginidad y mantener este asunto lo más secreto posible para siempre. La lucha disminuyó. Cuando un corazón leal durante mucho tiempo controla todo, incluso la vergüenza en el alma. Ella no tendría una segunda oportunidad como esta, así que no debía dejarla pasar. Dormir con el jefe, permitiéndole insertar la masculinidad en el cuerpo de una mujer joven, regocijarse en la felicidad que le está dando y dejar que termine. Mañana por la mañana actuar como si nada hubiera pasado, el jefe no sabrá con quién se ha acostado, porque está muy borracho. —Sí… Ella accedió con voz temblorosa. Las gruesas gafas fueron arrojadas por una pequeña mano y se dejaron caer a un lado de la cama. Antes de que los labios carnosos que nunca habían sido besados antes se abrieran de par en par con anticipación. *** Ella se retorcía bajo el poderoso cuerpo desnudo del jefe. Era como si estuviera en un sueño, sí... Ella está soñando ahora. Cuando el falo masculino se inserta en el cuerpo de la chica cada noche, pero esta vez es verdad. Después de la mordida, chupando su lengua hasta que ella casi lloró, lamió por lo bajo hasta la suave y blanca hendidura de su cuello, apartando de mala gana la ropa que había elegido. Entonces consiguió lamerla por todo el suave hombro, que nunca había sido tocado por ningún hombre. —Ah... Jefe... Jefe... Sus grandes manos sujetaron el pecho de gran tamaño, gimió. Sus ojos estaban casi cerrados, mientras él miraba sus rosados pezones. Se sentía como si estuviera a punto de ser engullida, tanto sus ojos como sus sentidos, provocando que se aterrara hasta que la lujuria fluyera sin parar. Y pronto el jefe cayó y se metió en su gran taza de leche, se acurrucó de un lado a otro con su escote. Sus manos también arrugaron vigorosamente sus pechos, pero aún más maravillosamente, se frotó los pezones con dedos fuertes al mismo tiempo. —Aaah... taaaan bueno, jefe Keller... tan triste. ¿Qué demonios está haciendo ella aquí? ¿Por qué lloras así? Debería estar avergonzada, pero la emoción invisible se apoderaba de ella y la convertía en una chica sexy. —Ah... taaaan genial, ah... ah... tan triste. Ella movió su cuerpo de adelante para atrás con un intenso empuje y cuando su pezón es lamido, su mundo entero de repente estalló en llamas. —Triste, ah... aterrador, ah... ah… Ella nunca supo que el jefe de la succión era tan bueno en eso. Él chupó, lamió, mordió y golpeó, atando su teta en su boca como si fuera su plato favorito para masticar. —Ooooh, jefe… tannnn... ah... ah… La parte rugiente estaba satisfecha de que ella estuviera aterrorizada hasta el punto de extinción. Chupó los dos pezones, chupó como un bebé hasta llenarse y luego se movió con fuerza muchas veces antes de subir y besar su boca con fuerza. Ella abrió la boca para esperar con prontitud y fue la que introdujo la lengua en la boca del hombre. —Hmmm, oh… Él gimió aún más y chupando con más fuerza, ella se aterrorizó hasta que el agua se filtró y fue consciente de la gran mano que liberó sus nalgas regordetas enfrente. —Ah... ah... Jefe... no... ah ah… Todavía estaba mareada, por lo que tenía un instinto celoso, pero cuando un dedo largo se inserta profundamente en una raja estrecha burlándose del agua húmeda y resbaladiza, ella inmediatamente se volvió loca. —Ah... Qué genial. "Ah... Ah… impactante, no pares… impactante jefe… Impactante. Ella se deslizó por una colina triangular, dándole un nudillo dispuesto. Increíble rinoceronte volador. Su boca gemía, se retorcía y se ofrecía ansiosamente. Él gimió sin parar, consiguió lamer los pezones de nuevo, chupando con fuerza, tragando hasta que su pecho casi cae en la garganta para aflojarla y bajar la lengua hasta el vientre —Ah... Jefe Kel... Ah... Ah… Ella temblaba con fervor. Cuanto más besaba y lamía hasta la Péreze alta de su montaña, ella se aterrorizaba más y más hasta que el agua no dejaba de fluir. —Ah... Jefe... Jefe, qué va a hacer... Ah... ah… —Voy a lamer… —Ah… Jefe... Jefe... No... Ah... No lo hagas... No lamas... Chupa. Ah... Ah… Ella se apartó porque nunca había sido lamida por la lengua de un hombre, pero... pero él no se iba a ninguna Pérez. Agarró dos piernas regordetas, las separó y las lamió. —Ay... ah... ah... Jefe... Jefe... Qué triste. Ya no puede resistirse a él, no pudo resistir el calor de la lengua del sector. Era bueno lamiendo, bueno chupando. De cualquier forma que él pasara su lengua, ella se deslizaba milagrosamente. —Ah... Así que… ah… Gimió mientras estaba tumbada en la cama. Se cierne en las suculentas colinas para lamerlas con todo su corazón. El jefe no deja de lamer. ¿Lame así con todas las mujeres? ¿Por qué iba a rendirse a la de una mujer? Intenta encontrar una respuesta. Pero cuando un largo dedo penetra en lo más profundo del cuerpo de la chica, se sobresalta. —Ah...
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