Llego por última vez a la casa familiar, el lugar que compramos hace un año cuando nos dimos cuenta de que nuestras finanzas eran mucho mejores que cuando comenzamos.
Nuestro primer hogar fue la universidad, ya que ambos estudiamos en el mismo lugar pero en residencias diferentes.
Cuando nos casamos, nos mudamos a un departamento que conseguimos cerca del campus, uno a muy buen precio, ya que ambos, éramos estudiantes de segundo año de universidad.
Teníamos la misma edad, los mismos sueños, las mismas metas que en algún punto de nuestras vidas fueron cambiando y que nos llevaron al desenlace de hoy.
Algunas amigas me dicen que fue porque no teníamos hijos, que preferí el trabajo antes que ponerme a procrear.
Y no, ambos decidimos que esperaríamos, que queríamos crecer profesional y económicamente antes de traer pequeños a este mundo, además, dudo que un hijo lo hubiera retenido a mi lado cuando se mostró tan decidido en querer acabar con lo nuestro.
Nos conocimos siendo unos niños, ambos teníamos diez años cuando Alexander venía llegando a la gran ciudad.
Su madre, se hizo amiga de la mía, por lo que nos obligó a hacernos conocidos, para luego ser amigos, ya más grandes ser novios y para cuando crecimos, a casarnos y volvernos en marido y mujer.
Nuestro primer año de casados fue todo un reto, ya que nunca habíamos vivido juntos y lograr que su genio, gustos y manías, junto con las mías congeniaran, fue todo un reto pero lo conseguimos pasado el tiempo.
Para nuestro tercer y cuarto año de matrimonio ya habíamos logrado esa armonía que tanto queríamos, teníamos una rutina armada y perfectamente planificada, donde nos hacía amarnos cada día más.
Disfrutábamos de nuestros tiempos, de cocinar juntos, de estudiar hasta altas horas de la noche en nuestro último año de carrera y luego, cuando ambos teníamos empleos formales, disfrutábamos almorzar juntos cuando se podía o salir sin que nuestra ajetreada vida laboral no lo impedía.
Y si me preguntan, cuando fue que comenzó a cambiar todo, pues diría cuando el recibió la herencia de su abuelo.
Le dejo tanto dinero que no teníamos ni una idea que hacer con él, hasta que le propuse hacer el negocio que tanto había soñado, ya tenia el dinero, solo faltaba llevarlo a cabo.
Lo pensó, lo analizamos, vimos bien como se debía hacer todo hasta que él se lanzó y lo hizo.
Durante este último año fue tan grande su éxito, que cada vez nos veíamos menos, cada vez compartíamos menos cosas, ya no parecíamos tener los mismos gustos.
Alexander estaba tan centrado en su trabajo que se olvidó que tenía una esposa en casa esperando por él.
Las cenas de los viernes dejaron de existir.
Las salidas al cine las comencé a hacer sola.
Las llamadas direccionas al buzón de voz se hicieron comunes.
Sus llegadas semi borracho a altas horas de la madrugada, se hicieron cada vez más presentes.
Y ya para el último tiempo, su ropa oliendo a perfume de mujer, fueron la gota que rebasó el vaso.
Me encantaría decir que dije o hice algo, si bien, le reclamaba su falta de atención hacia mí, jamás hice más allá de eso.
Simplemente me conforme con el hombre que mi esposo se estaba convirtiendo.
Durante meses intente convencerme de que él lo hacía para que su negocio tuviera éxito, que debía mezclarse con ciertas personas para crecer empresarialmente y así, tener lo que tanto había soñado y que con mucho trabajo y esfuerzo estaba consiguiendo.
Hoy, veo que solo perdí mi tiempo intentando justificar faltas que no debería de haber sufrido, que calle cuando no debía de hacerlo y acepte acciones y actitudes de su parte que no merecía.
Mi esposo me debía fidelidad, compromiso, comunicación, presencia, atención y fue lo que menos recibí de su parte el último tiempo.
Semanas enteras sin hacer el amor, las pocas veces que lo hicimos fueron esporádicas y siempre el estando borracho.
Y la última vez que estuvimos juntos, fue cuatro meses antes de su solicitud de divorcio.
¿Tenía un amante?
Puede que sí, puede que no.
No tengo como saberlo y el querer averiguarlo, solo me haría odiarlo más de lo que ya lo hago y por el bien de los buenos recuerdos juntos y por sanidad mental, prefiero no saberlo.
Ya me ha lastimado lo suficiente y no deseo seguir gastando mis energías en un hombre, que ahora está fuera de mi vida.
- Sigo considerando que todo esto es un error - dice Tatiana y yo solo me encojo de hombros, siguiendo con mi misión de guardar mis cosas para salir de aquí.
Ya la mayoría las tenía en cajas y en maletas, pero había algunas que todavía me faltaban.
El mismo día que Alexander me pidió el divorcio, fue el día que salió de esta casa para no volver más. No espere que lo hiciera, con todo el dolor que representaba en mi saberlo fuera de mi vida, prefería que se mantuviera lejos a tener que verlo una vez más.
Sus cosas todavía permanecer en la casa, incluso su anillo de matrimonio sigue estando en su velador, el que no he querido ni tocar por miedo a derrumbarme de nuevo o de una manera irreversible.
Dormir durante noches viendo como aquel anillo que en su momento significo tanto me destrozaba, me hacia llorar a mares por lo que tuvimos y que ahora ya no es más.
El ver su anillo, fue prueba de que ya él no me amaba, de que deseaba una vida lejos de mí, que sus gustos, estándares y propósitos en la vida ya no necesitaban de mi presencia en su vida.
Imágenes de el junto a otras mujeres cada vez se fueron haciendo mas frecuentes, las personas comenzaron a hablar de mí, a murmuras cosas a mi espalda y a ser el centro de atención donde fuera sin quererlo, todo gracias a sus malditas actitudes.
Me dolió su petición, pero me dolió mucho mas que siguiera su vida como si nada o peor aún, como si yo nunca hubiera existido o sido importante en su vida.
La ultimas semanas han sido un infierno para mí, lo único que agradezco de todo esto, es que el divorcio se hizo más rápido de lo normal para no tener que seguir sufriendo por las acciones de mi ahora, ex esposo.
- Ya no hay nada que hacer, la decisión de mi ex esposo ya se llevó a cabo y ahora, cada uno es libre de hacer lo que se le plazca - le digo caminando al baño en busca de las cosas que me quedan.
- Es un imbécil, no sé qué sucedió con él para que decidiera divorciarse de ti, ya que no he visto hombre más enamorado que él - dice y mi corazón se aprieta por sus palabras.
Los últimos meses estábamos mal, muy mal, pero frente a los demás aparentábamos que no, que éramos los mismos de siempre y quizás por eso dice aquello pero la realidad era completamente diferente.
- Las apariencias engañan y lo que viste, no es más que producto de tu imaginación o de lo que nosotros les hicimos creer a los demás. Llevábamos meses mal, él ya no me quería como antes, y el hecho, de que la última vez que me toco fueran cuatro meses antes de pedirme el divorcio, te dice que Alexander hacía tiempo, había dejado de quererme, de amarme de la manera en que lo hacía en el pasado - le digo con pesar y resignación, ahora ya no vale la pena pensar en cómo sucedieron las cosas.
Ya lo hecho hecho esta y nada se puede cambiar.
- Te mereces algo mejor y Alexander, estoy segura, que se arrepentirá, si es que ya no lo está - me dice y yo asiento.
- No me importa, decidí olvidarlo y eso es lo que haré - le digo cerrando una de las maletas.
- ¿Qué harás? ¿Dónde iras? Esta es tu casa, no sé porque no la quisiste - me dice Tatiana algo molesta por mi decisión.
- Deseo olvidarlo y quedarme aquí, solo sería un recordatorio de todo lo que sucedió entre nosotros, de lo mal que la pasé el último tiempo, de todas las veces que lo espere y que lloré por su ausencia. Ya sufrí lo suficiente por un hombre del que hoy desconozco y del que ya no vale la pena seguir sufrir, necesito avanzar y para aquello, debo dejar todo de lado - le hago saber cerrando la última maleta que me quedaba.
- Lo entiendo, pero al menos ese infeliz debería haber pagado todo lo que te ha hecho con bienes materiales y dinero, es lo mínimo que debía hacer por ti, por lo que tuvieron - dice extremadamente molesta y yo solo sonrió.
Amo que me cuide como si fuera una niña pequeña, sé que está molesta y dolida con todo esto pero prefiero este final a uno peor.
- Probablemente, pero como dije en aquella oficina, jamás estuve con él por sus bienes o su dinero y así como estuve a su lado teniendo cero peso en los bolsillos, así mismo me alejo de él pero con la cabeza en alto teniendo claro lo que di y que no se supo valorar por el hombre que alguna vez me supo amar - me digo con tristeza, porque duele, pero sé que con el tiempo pasará y volveré a sonreír como lo hacía antes de que la nube negra, se posara en mi cabeza.
Las personas del aseo de la casa se acercan a mi habitación y comienzan a sacar mis cosas. Bajamos con ayuda de mi amiga las maletas hasta quedar en la gran sala de estar.
Esta casa la adquirimos porque había decido que a lo mucho, en un año más, comenzaríamos con la expansión de nuestra familia. La compramos pensando que seria la casa de nuestros futuros hijos y ahora, es simplemente una casa vacía con recuerdos dolorosos por doquier.
- Antonia, que no quede nada mío en esta casa, limpia de tal manera que luzca como si yo jamás hubiera vivido aquí - le digo y ella me ve con profundo pesar.
- ¿Y los cuadros? - me pregunta y al alzar mi rostro, veo el cuadro de nuestro matrimonio colgado en la sala de estar.
Nos vemos felices, enamorados y comprometidos uno con el otro.
Suelto un suspiro ante esa imagen, porque es lamentable ver cómo es que el tiempo se haya llevado las promesas que algún día me juro y que ahora, jamás podrá cumplir.
- Quémalos, todos, no dejes nada que nos una. Ya todo acabó - le digo y con eso en mente, me voy hacia el jardín trasero donde Matias, nuestro chófer espera por mí.
- ¿Está segura de esto señora? - no lo corrijo, porque no deseo seguir haciéndolo.
- Si, muy segura - digo y tomo el encendedor que tiene en una de sus manos.
Cierro los ojos y me permito llorar por última vez, derramo las lágrimas que tenía retenidas desde hace semanas y que ahora, ya no tiene sentido ocultar.
Lamento nuestro final.
Lamento que dejarás de amarme.
Lamento si no te di lo que esperabas de mí.
Lamento si no estuve a la altura de las circunstancias.
Lamento que todo lo vivido se vaya al olvido.
Pero Lamento profundamente, haberte amado tanto que hoy duele ver cómo me haces a un lado por una vida de lujos que de seguro te llenará al comienzo, pero que pronto te hará ver que todo lo que conseguiste, no vale nada, al ver todo lo que perdiste.
Gracias por los lindos recuerdos que atesoraré con mi alma, pero es momento de dejarte ir y con ello, todo lo que por ti alguna vez sentí y que se pronto, dejará de existir.
Lanzó el encendedor a la hoguera que Matias tenía preparada para mí, la cual enciende a los pocos minutos.
Lanzó nuestros álbumes de fotos y los regalos que por años guarde con mi más grande tesoro siendo consumidos por el fuego.
Lanzó mi vestido de novia, nuestro certificado de matrimonio y la foto que en mi velador descansaba de cuando fuimos felices.
- Gracias por todo, pero ahora, emprenderé mi camino, lejos de ti - suelto al aire y lanzó el anillo de compromiso y el de nuestro matrimonio dejando así atrás, nuestro pasado juntos.
Derramo mis últimas lágrimas y viendo como todo se quema delante de mis ojos, me giro para salir de este lugar, el que alguna vez fue mi hogar.
- Una vez terminen de sacar todas mis cosas, son libres de tomar sus propios caminos. Gracias por todo el tiempo que fielmente estuvieron a mi lado, saben que les estaré por siempre agradecida, porque de alguna manera me sostuvieron cuando más necesitaba de compañía - les digo con una sonrisa que no alcanza a mis ojos.
- Siempre podrá contar con nosotros - dice una de las chicas.
- Merece algo mejor que ser olvidada como un cuadro en la pared - dice otra y sonrió por sus palabras.
- Es mucha mujer para tan poco hombre, ya verá que cuando menos se lo espere, tendrá a alguien mejor cuidando y amando a su corazón - dice Antonia, y yo asiento ante sus palabras, aunque ahora mismo lo que menos deseo es estar con un hombre, al menos sentimentalmente hablando.
- Sabemos que el señor se arrepentirá pero como dicen mis compañeras, usted es mucha mujer para un poco hombre y cobarde hombre como él. Ahora es libre, sea feliz que se lo merece - me dice Matias y yo asiento.
Me despido de todos ellos con una apretado abrazo y con la promesa de que seguiremos en contacto.
Y si se preguntan, ¿Por qué ellos no seguirán trabajando para Alexander? pues bueno, ellos así lo decidieron y al momento de yo irme de aquí, ellos también lo harán.
Así que todos dejaron sus renunciar firmadas en la mesa del comedor, para que cuando Alexander vuelva a esta casa, si es que lo hace, vea que ya no hay nada ni nadie, que lo ate al pasado que tenía conmigo.
- ¿Estas lista? - dice Tatiana a mi lado.
- Más que lista, así que vamos - suelto emocionada por la decisión que he tomado y que se, me ayudara a sanar con el tiempo.
Me llego en el momento en que más lo necesitaba y aunque no lo estaba buscando, lo tomé sin pensarlo dos veces.
Rápidamente llegamos al aeropuerto, bajamos mis maletas y caminamos hasta el sector que mi amiga puede llegar.
- Iré a verte tan pronto pueda tomar vacaciones, espera por mi - dice y yo sonrió abrazándola.
- Esperare por ti, no te preocupes, son otras las personas que deseo lejos de mi vida, no tu - suelto y junto a un suspiro nos separamos.
- Que Londres te entregue la paz que necesitas y la estabilidad que buscas, pero recuerda, que hay personas que dejas en casa que siempre estarán para mi cuando nos necesites - dice y lo sé, sé que a pesar de la distancia, siempre podré contar con mi familia y mis verdaderos amigos.
- Te quiero y esto nos es un adiós, es un hasta pronto - agito una de mis manos en señal de despido.
Tatiana lo hace igualmente dejando derramar lágrimas por esta agridulce despedida.
Pero qui voy, por un nuevo comienzo, que sin duda, será mejor que el pasado que desde ahora, comienzo a dejar atrás.