Capitulo 2

3117 Words
Unas semanas después, íbamos a salir de nuevo en mi barco y ella llevaba el nuevo traje de baño de tanga debajo de una camiseta holgada y unos pantalones cortos. Tiramos el barco al agua y estacionamos la camioneta. —¿Dejarás tus pantalones cortos y camisa en la camioneta, nena? —¡Me siento más cómoda usándolos hasta que nos alejemos de toda esta gente! Tenga en cuenta que hemos estado saliendo durante casi tres meses completos y aún no he visto sus tetas hasta donde ella sabe. Mencioné su breve exposición en el probador del centro comercial y un momento aún más breve en el que se le vio una blusa corta, pero ella no está al tanto de ninguna de esas exposiciones, o eso es lo que yo creo. Navegamos un rato por el lago antes de encontrar una pequeña cala y fondear el barco. Encendí la parrilla y, mientras se asaban las hamburguesas, por fin se quitó la camiseta. El top de bikini rosa brillante le quedaba de maravilla y dejaba ver mucho escote. Comimos y estuvimos sentados en el barco bebiendo vino y escuchando música. El tiempo era perfecto. Ambos nos quedamos dormidos y, al despertar, vi que su blusa se había deslizado un poco y apenas se asomaba un poco de su areola. ¡Me quedé fascinado! Vi mi cámara en la mesa a mi lado y pensé en sacarle una foto, así que la cogí y apunté a su pecho. Sin embargo, al alcanzar la cámara, su blusa volvió a su lugar, así que le tomé una foto durmiendo. El clic de la cámara la despertó y me preguntó qué pasaba, así que le dije que se veía tan linda durmiendo allí. —¡Tenía que tomarte una foto! Se sonrojó y se revisó la blusa para ver si aún estaba cubierta. ¡Menos mal que no tomé esa foto! Después de asegurarme de que estaba cubierta, ella simplemente sonrió así que tomé varias más. ¡Cuantas más fotos le tomaba, más le gustaba! Finalmente la convencí de que se quitara los pantalones cortos, así que, tras una rápida inspección del lugar y al no ver a nadie más, se los quitó. Me encantaría decirte que me dio la espalda y se inclinó, dándome la oportunidad de fotografiar su hermoso trasero al amanecer por primera vez, pero ese no era su estilo. En cambio, se los quitó rápidamente, sentada, deslizándolos hasta los tobillos. Los dejó en el asiento junto a su busto todo el tiempo. Le tomé fotos sonrojándose y pronto volvió a posar para mí. Se paró frente a mí, se puso las manos en el pelo por encima de la cabeza y sacó pecho con las piernas ligeramente abiertas. ¡Se veía increíble! Hice clic y le pregunté si le importaría hacer la misma pose mirándome por encima del hombro. Sin siquiera pensarlo, se giró e hizo la pose. ¡Estaba tan sexy! La hice mover el pelo de un lado a otro y luego doblarlo para que le quedara suelto, lo que le permitió concentrarse en su pelo y, a su vez, distraerla de lo expuesto que estaba su trasero. Estaba completamente desnudo, salvo por un pequeño cordón rosa que le corría y desaparecía en la entrepierna. ¡Al menos desapareció hasta que se agachó! Entonces apenas logró ocultar su pequeño y apretado trasero. Tomé fotos tan rápido como pude antes de que se diera cuenta, ¡e incluso le tomé una foto con zoom solo en su trasero! Claro que no lo sabía en ese momento. Finalmente se sintió cohibida por su trasero y decidió sentarse de nuevo. Tomé algunas fotos más y me encantaron las que tenían el pelo revuelto, así que le pedí que sacudiera la cabeza con fuerza y lo soltara. No tardó en complacerme y, en el proceso, una correa se le resbaló del hombro y le bajó por el brazo. ¡Si a eso le sumamos el pelo despeinado, era un espectáculo digno de admirar! Empezó a arreglarlo, pero le dije que lo dejara y le tomé algunas fotos desde varios ángulos. Luego le pregunté si podía quitar también la otra correa, así que lo hizo, y de nuevo le tomé varias fotos. —Ahora, nena, engancha tus pulgares en las correas y tira de ellas hacia afuera. —¡Eso es una tontería! —¿Por favor, nena? ¡Hazlo por mí! ¡Te ves tan sexy y atractiva! Ella suspiró y comenzó a reírse y a tirar de las correas. La ayudé a colocar los brazos más abajo y tomé algunas fotografías más, luego nuevamente le indiqué que retirara las correas de sus brazos y las bajara un poco. —¡Qué tontería! —Se reía a carcajadas cuando, de repente, ¡resopló! Su reacción la hizo saltar y, en ese instante, sacudió los brazos y ¡bum! ¡Sus pechos se liberaron! Se recuperó rápidamente mientras volvía a colocarse las correas. —¡Dios mío! ¿No los viste? —Puede que haya echado un vistazo rápido, pero sí, nena, ¡los vi! —No les tomaste una foto, ¿verdad? —Estaba tomando fotos en ese momento, ¡pero no creo que fuera lo suficientemente rápido para sacarlas, nena! —¡Qué bien! ¡No necesitas una foto de ellos! ¡Ya me da bastante vergüenza solo saber que los viste! ¡Tienes suficientes fotos por un día! —Solo me quedan dos fotos por tomar en este rollo. ¿Puedo tomarte dos más, por favor? —¿Por qué no me dejas llevarme a los dos últimos? —Sonreí y le entregué la cámara. Ella me tomó una foto sentada en el asiento del capitán para la primera. —¡Ahora, ponte de pie frente a mí, date la vuelta y baja tu bañador hasta la mitad del trasero! —¿Hablas en serio? —¿Qué pasa? No es tan divertido cuando te toca el culo, ¿verdad? A ver, ¿cómo lo dijiste cuando te tocó el mío? ¡Ay, sí! ¡Por favor, cariño! ¡Hazlo por mí! Jajaja. Ella me tenía allí, así que para ser justos hice lo que me pidió y cuando mis pantalones cortos estaban hasta la mitad escuché el clic de la cámara. Ella sonreía mientras me subía los pantalones cortos y me entregaba la cámara. Le di un beso y le dije que la amaba. Levamos anclas y nos dirigimos al muelle. Rápidamente se cubrió el traje con la camisa y los pantalones cortos antes de que nadie la viera. Cargamos y nos dirigimos a casa. Estaba deseando revelar la película, así que pasé por el One-Hour Photo Lab local para dejarlas. Dijeron que las fotos estarían listas en una hora, así que tomamos el barco hasta el lavadero de autos, compramos un helado y volvimos a buscarlas. El laboratorio fotográfico también alquilaba películas, así que esta vez me acompañó para ayudarnos a elegir una para ver más tarde. Fuimos a pagar la entrada y a recoger las fotos. El hombre detrás del mostrador sonrió y me dijo: —Qué gusto verte, Carol, —mientras me devolvía las fotos. Por su comentario y la expresión del rostro de Carol, me di cuenta de que se conocían y que tal vez él veía un poco más de ella de lo que a ella le hubiera gustado que viera. Cuando llegamos al camión ella agarró su cabeza avergonzada. —¿Qué pasa nena? —¡Fui a la escuela con ese chico! ¡Seguro que ahora piensa que soy una zorra por las poses que hice para ti! —Cariño, ¡todas eran poses inocentes porque llevabas el bikini puesto! ¡No es que estuvieras desnuda ni nada! Ella me miró con una lágrima en los ojos. —¡Sí! ¡Llevaba un bikini! ¡Un bikini sin nada que me cubriera el trasero! —¡Cariño, estoy seguro de que ha visto mucho más que una chica en bikini! —¡No me importa lo que haya visto de otras chicas! ¡Es mi trasero lo que no me gusta que vea! ¡Ahora sabe cómo es mi trasero! ¡Es tan vergonzoso! —¡Oye, nena! ¡También me vio el culo! ¡Eso le trajo una sonrisa a su cara y una palmada en mi brazo! —¡Eso todavía no ayuda, pero te lo mereces! Estuvo callada de camino a casa y nos duchamos antes de ver la película. El sobre con la foto estaba en la mesita de centro y la vi mirándolo varias veces durante la película. —¿Te gustaría ver las fotos, nena? —¡No! ¡Quiero decir sí y no! ¡No lo sé, cariño! —¡Toma un sorbo de vino y echemos un vistazo! —¡Está bien, supongo! Las fotos comenzaron con mucho gusto y comenté lo sexy que se veía en ellas y luego vinieron las de ella inclinada. —¡Dios mío, cariño! ¡No puedo creer que me hayas fotografiado así! ¡Se ve demasiado ahí atrás! No sabía que podías ver mi... bueno, ¡ya sabes lo que viste! —¡Creo que están buenísimas, nena! —¡Oh, no! Tenía los ojos muy abiertos, se tapó la boca con la mano y se le llenaron los ojos de lágrimas. Tenía la cara roja y sonrojada. —¿Qué? —¡Él vio esto! Dave, del videoclub, me vio así, ¡y se me ve el culo! ¡Dios mío! ¿Qué he hecho? ¡Ahora sabe cómo soy! ¡Me da mucha vergüenza! ¡Nadie debería ver a otra persona ahí atrás! ¡Es tan privado y personal! ¡Ahora un compañero mío me ha visto! ¡Qué humillante! ¡Ni siquiera me alegra que lo hayas visto, y mucho menos a él! ¡Con razón dijo que era un placer verme! ¡Es porque sí! ¡Me vio allí! —¡Cariño, no tienes nada de qué avergonzarte! ¡Tienes un culo precioso y me encantó verlo! —Aun así, ¡no deberías haberlo visto y, en realidad, no deberías haberle sacado una foto! ¡No me alegra nada! —Tal vez no deberíamos mirar el resto si te molesta. —¿Por qué? ¿Qué hiciste? ¿Hay algo que ocultar? Me quitó las fotos de la mano y vio algunas más con el pelo revuelto y encorvada, y luego un primer plano de su trasero con un hilo rosa que le bajaba por la entrepierna y su apretado fruncimiento asomando por ambos lados del hilo. Me miró y empezó a llorar. —¿Cómo pudiste? ¿Por qué me hiciste eso? ¿Por qué tuviste que hacerme un zoom ahí atrás? Ya es bastante malo que me hayas tomado una foto agachado ahí atrás, pero ¿tuviste que hacer un zoom en mi parte más íntima y tomarle una foto? ¡Estás enfermo! ¿Lo sabes? ¡Estás enfermo! —Lo siento, ¡pero eres tan condenadamente sexy, nena! ¡No pude evitarlo! Suspiró de nuevo con una lágrima en los ojos y pasó las fotos más despacio, mientras se tiraba del top. Luego, levantó la cabeza rápidamente y me miró boquiabierta al ver que sí había sacado una foto, pues sus dos pezones estaban claramente enfocados en la misma. Se tapó la boca con la mano mientras las lágrimas corrían por sus mejillas y se quedó mirando la foto antes de volver a mirarme. —¡Veo que también me tomaste esta foto! Dijiste que no lo habías hecho, ¡y aquí está! ¡Me mentiste! —¡Cariño, realmente pensé que me perdí esa foto! —¿Entonces admites que intentaste tomar la foto de mis pechos intencionalmente? —¡Pues sí! He querido verlos desde que empezamos a salir y pensé... —¿Qué pensaste? ¿Que podrías aprovecharte de mí cuando se salieron sin querer? —¡No quise molestarte, nena! ¡Te amo y no pude resistirme! —¡Espero que ahora estés contento! ¡Por fin pudiste verlas! ¡Ahora ya sabes cómo son! No es que no supiera que has estado intentando verlas desde que nos conocimos, porque te pillé mirándome la blusa más de una vez, pero no quise mencionarlo. ¡Ahora ya sabes cómo son, y lo peor es que, gracias a ti, Dave, el del videoclub, también sabe cómo son! ¡Dios, me has avergonzado y humillado más de lo que te imaginas! ¡No podré volver a entrar en esa tienda! Apoyó la cabeza en mi pecho y sollozó mientras las lágrimas seguían fluyendo. Tenía sentimientos encontrados, pues me sentía mal por haberle traicionado y haberla expuesto ante su compañero de clase. Por otro lado, me excitaba muchísimo la idea de que él la viera, ¡así que tuve una erección brutal que no se me iba a quitar sola! Que mi tímida novia posara para mí fue un subidón, pero la idea de que otro hombre también la viera me despertó un deseo intenso, igual que cuando el chico del centro comercial le vio las tetas. Sabía que estaba obsesionado con avergonzarla exponiéndola y tenía que volver a hacerlo, pero por ahora tenía que calmarla. La abracé fuerte, con su cabeza apoyada en mi pecho, y ella se incorporó y me miró directamente a los ojos. —¿Piensas mal de mí? —¿Qué quieres decir, nena? ¡Claro que no! —¿Crees que soy una guarrilla por dejarte tomar esas fotos? —¡No! ¡Para nada, cariño! ¡De hecho, siento todo lo contrario por ti! —¿Qué quieres decir? —¡Cariño, es un honor para mí salir contigo! ¡Me cuesta creer que hayas salido conmigo! ¡Eres la chica más atractiva que he conocido! ¡Me encanta tomarte fotos para poder verte incluso cuando no estamos juntos! ¡Cuando empezaste a posar en traje de baño, me sentí muy feliz y afortunado! —¿En serio? ¿Tanto te gusta verme el cuerpo? —¡Sí, y me encantaría demostrártelo! ¡Dame la mano, nena, y cierra los ojos! —¿Por qué? —¡Hazlo, por favor! ¡Quiero demostrarte cuánto aprecio que hayas posado para mí! —¿Cómo sabré si tengo los ojos cerrados? —¡Sólo confía en mí! —Bueno. Lo hizo y puse su mano en mi regazo y la apreté contra mi polla dura, que saltó a punto de explotar en mis pantalones. ¡Retiró la mano bruscamente y abrió los ojos de par en par, mirándome! —¿Qué demonios? ¡No necesitaba tocar eso! ¿De verdad te excita todo esto? —¿Qué te digo, nena? ¡Me pareces súper atractiva y sexy y no puedo evitar querer verte y tomarte fotos! —Bueno, supongo que puedo entender que te guste verme y tomar fotos, pero ¿y si el otro chico me ve? ¿Eso no te da celos? —¡No, cariño! Siento que te avergüence, pero saber que otro hombre ha visto lo que yo he visto y él no puede tener, bueno, para ser sincero, ¡me excita aún más! —¡Eso es un poco espeluznante, cariño! —¡Lo siento, pero estoy siendo honesto contigo! Ella se sentó y pensó sobre lo que yo dije por un rato y yo no hablé porque quería saber su opinión. —¿De verdad no te molesta que me haya visto? —¡No, nena! ¡Me parece sexy! ¡Y más porque te conoce! —¡Esa es la parte que más odio! Siempre vestía de forma conservadora en la escuela, ¡y ahora ha visto mis pechos y mi trasero! —¡Creo que es tu vergüenza lo que me excita más que cualquier otra cosa! —¡Eso es realmente enfermizo, cariño! —¡Lo siento, pero así es como me siento, nena! Ella permaneció sentada en silencio durante un rato, bebiendo su vino. —¿Y si hizo copias? ¿Crees que las hizo? —Cariño, odio decir esto, pero si yo fuera él, ¡definitivamente me habría hecho una copia! —¡Dios mío! ¿Y si se lo muestra a sus amigos? —Una vez más, nena, lo siento, ¡pero probablemente lo hará! —¡Así ahora más compañeros míos verán esas fotos! —¡Lo siento, nena! ¡De verdad que lo siento! —¡Sí! ¡Todavía te veo hinchada ahí abajo la poll@! ¡No lo sientes para nada! —Cariño, no dije que no me excitara la idea de que tuviera copias y las compartiera con sus amigos, ¡pero siento haber causado esto! ¿Te gustaría tocarme otra vez? —¡Ni hablar! ¡No voy a tocarte la poll@! ¡Vas a tener que encargarte tú solo! Y hablando de eso, ¡Dave seguramente esté en casa mirándolos y masturbándose también! —¡Guau, nena! —Lo siento, no quise sonar tan vulgar, ¡pero seguro que lo es! ¿Qué te parece? ¿Cómo te sientes? ¡Verlo viendo fotos guarras de tu novia desnuda mientras se masturba! ¿Te excita? —Cariño, antes que nada, ¡no estás desnuda! —¡Puede verme los pechos y el culo! ¡Ahora dime! ¿Te excita eso? Pude ver que ella se estaba enojando aún más, así que dije una pequeña mentira. —Cariño, no lo había pensado. Si encuentras la manera de perdonarme, la próxima vez que te tome fotos buscaré otro sitio para revelarlas. —¡Sí, claro! ¡Como si fuera a haber una próxima vez! Sonreí y dije: —Bueno, ¡diablos!, ¡yo tampoco estoy muy feliz de que Dave haya visto mi trasero medio desnudo! ¡Jajaja! Me dio otra palmada en el brazo y dijo: —¡Eso es lo que te pasa! ¡Quizás se está masturbando contigo! ¡Jajaja! —¿Te gustaría ver esa foto mía? —Quizás en otra ocasión. —Bueno, cariño, ¿qué hago con tus fotos? ¿Quieres romperlas y tirarlas? —¡No! Ya las viste y ahora sabes cómo me veo ahí, ¡así que mejor quedátelas! Como dije, vas a cuidar esa cosa hinchada de ahí abajo tú solo, ¡pero mejor no le enseñes esas fotos a ninguno de tus amigos! ¡Lo digo en serio! —¡Está bien, nena! ¡Lo tengo! —¡Lo digo en serio! ¡Si lo haces, se acabó! —¡Vale! ¡Vale! ¡Lo tengo, nena! ¡Te quiero! —¡Yo también te amo!
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