Capitulo 1
Mi novia, Carol, y yo nos conocimos a finales de nuestros veinte. Disfrutamos de nuestra mutua compañía y pasamos mucho tiempo juntos en mi departamento. A menudo bebíamos su bebida favorita, un refrescante vino de moras. Esperaba, como todos los chicos que mi novia se animara para que se relajara un poco. ¡No lo conseguí!
Sin embargo, en nuestra primera cita, le obsequiaron con una blusa que se le había caído accidentalmente cuando se inclinó hacia mí. Me encantó lo poco que vi y quería ver más, pero nunca permitió que la acariciara con la ropa puesta. Incluso en el agua, Carol vestía de forma muy conservadora. Llevaba un traje de baño de una pieza que le quedaba genial, pero era similar al que usaría mi madre. La felicité un montón y le encantó la atención.
Siempre llevaba mi cámara de 35 mm para sacarle fotos. ¡A menudo la felicitaba por lo guapísima que era! Siempre se sonrojaba y sonreía, y mientras le tomaba fotos, parecía que posaba. Ninguna de las fotos mostraba nada fuera de lo común. Estaba bastante satisfecho, ¡pero necesitaba más!
Nos tomó unas semanas salir juntos antes de que pudiera relajarla un poco. La tuve en topless en el asiento de mi camioneta varias veces, pero por desgracia nunca había suficiente luz para verla con claridad.
Mientras comprábamos en el centro comercial, vimos unos trajes de baño. Me comentó que quería uno nuevo, pero no estaba segura de cuál comprar. Le sugerí que se probara algunos y que yo la ayudaría a elegir. Carol seleccionó algunos trajes de baño de una pieza y le di uno de dos piezas, que aceptó probarse a regañadientes. Fuimos a los vestidores y ella corrió la cortina tras ella. Salía a pedir mi opinión. Me entusiasmé con los trajes de baño de una pieza, pero cuando se probó el de dos piezas me emocioné mucho y le encantó la atención.
Me preguntó por qué me gustaba más el bikini que los demás. Le respondí que capturaba su verdadera belleza. Aceptó el bikini, pero dijo que no le gustaba cómo le quedaba, ya que le parecía demasiado ajustado. Coincidí con ella en que la parte de arriba le quedaba incómodamente apretada.
Le dije que se quedara en el vestidor y que yo iría a elegir otra talla. Vi unas tangas en el perchero, ¡así que le llevé una rosa chillón! No se dio cuenta y cerró la cortina para probársela. Al poco rato, la abrió lentamente y asomó la cabeza. Tenía la cara roja y los ojos muy abiertos. Le pregunté qué le pasaba. Dijo que no podía usar ese traje porque se le veía el trasero.
Le pregunté si me mostraría el traje y, después de cierta resistencia, abrió la cortina de mala gana.
¡El traje le quedaba genial! La parte de arriba le quedaba perfecta y la de abajo tenía una diminuta V que le cubría el pecho y tenía tiras sobre las caderas. Le pedí que se diera la vuelta para verle la espalda. Se negó, diciendo que le daba mucha vergüenza. Le dije que no era para tanto, que ya la había visto en el espejo que tenía detrás. Se puso roja de vergüenza y cerró la cortina, diciendo que no necesitaba que se diera la vuelta. Me reí y le pedí que me dejara verlo directamente en ella y no en el espejo. Después de rogarle mucho, la oí suspirar y me preguntó si había alguien más conmigo, a lo que respondí que no. Lentamente abrió la cortina y miró hacia afuera.
Al no ver a nadie más, cruzó la cortina. ¡Nunca la había visto tan roja y avergonzada como en ese momento! ¡Y nunca había visto a nadie tan increíblemente sexy! Le dije que el traje me parecía increíble y que me encantaría que se diera la vuelta para mí. Parecía aterrorizada, pero tras una larga pausa, bajó la cabeza y se giró cubriéndose el trasero con las manos. Extendí la mano, le tomé las manos y las bajé a los costados mientras contemplaba el trasero más perfecto que jamás había visto. Le dije a Carol que este traje estaba diseñado especialmente para un trasero perfecto como el suyo y que si me dejaba comprarlo, ¡me haría el hombre más feliz del mundo! Volvió a mirarme sonriendo y me dio las gracias, pero que jamás podría usar un traje así en público. Le expliqué que siempre estábamos solos en mi barco y que nadie más la vería. Le ofrecí comprarle el otro bikini que tanto le gustaba si también me dejaba comprar este. Finalmente cedió y me dijo que fuera a sentarme mientras se cambiaba para que pudiéramos ir a cenar mientras cerraba la cortina.
Me senté en el banco afuera del armario y me emocioné con la compra.
Se acercó otra pareja y el chico se sentó a mi lado mientras su novia entraba en el vestidor de al lado. Charlé un rato con él, pero noté que algo lo distraía. Miré y vi que su distracción era mi tímida novia.
Carol aún no había corrido del todo la cortina y se quedó admirando su traje en el espejo del probador. Un tipo estaba observando su trasero perfecto y yo tampoco podía apartar la mirada. La observamos mientras se giraba hacia nosotros, mirando por encima del hombro el pequeño cordón que desaparecía en la hendidura de su trasero. Pasaron unos segundos antes de que se desabrochara la blusa por detrás de la espalda y, con un rápido movimiento de hombros, los tirantes se le cayeron al tiempo que se la quitaba, dejando al descubierto sus enormes pechos.
Ella jugueteó con la parte de arriba por un buen rato tratando de volver a colocarla en la percha. ¡Ni una sola vez durante este tiempo intenté evitar que este extraño mirara las tetas de mi chica! ¡De hecho, descubrí que verlo mirar a Carol realmente me excitó! Continuamos mirando mientras ella se giraba y se miraba en el espejo nuevamente antes de agacharse, empujar sus pantalones hacia abajo y salir de ellos. Su sexy culo redondo se veía aún más caliente sin el pequeño cordón. Se giró hacia un lado hacia nosotros mientras tomaba la percha y se afanaba de nuevo en colocar los pantalones en ella. Podíamos ver sus tetas de lado mientras se movían y rebotaban con su movimiento.
Aún más excitante era un suave mechón de vello púbico en su coño. No era una buena vista de ella ahí abajo, ya que estábamos a un lado de ella y no al frente, así que no podía decir si su arbusto estaba lleno o recortado. Lo único que sabía era que tenía algo de vello ahí abajo. Se agachó por la cintura y rebuscó entre su ropa en busca de sus bragas y sus tetas se balancearon como péndulos. Tan pronto como encontró sus bragas, ella salió de la vista.
El tipo me miró, sonrojado por haberlo pillado y se disculpó. Le dije que no era para tanto, que yo también la veía por primera vez y que no podía apartar la mirada. Le dije que no importaba si quería seguir mirándola por si acaso mostraba algo más. Me preguntó si estaba seguro y le dije que sí y que lo intentara. Por desgracia para nosotros, terminó sin más exposición.
Carol abrió la cortina rápidamente y nos pilló con cara de gato que atrapó al canario. ¡Sabía que algo pasaba!
Nos miró sonriendo y preguntó qué pasaba. Tartamudeamos un poco y le dije que lo vería más tarde, tomando a Carol del brazo y diciéndole que la pondría al tanto en la camioneta.
Después de pagar y volver a mi camioneta, volvió a preguntar por ello. Le dije que no se enojara, pero que había dejado la cortina entreabierta y que ambos la habíamos visto con la tanga. Se quedó sin aliento y me preguntó si me refería a que él le había visto el trasero, y le dije que sí. Se tapó la boca con la mano y, tras pensarlo un rato, se dio cuenta de que posiblemente habíamos visto algo más. Parecía aterrorizada cuando preguntó si habíamos visto algo más.
—Cariño, ¿vieron algo más? —Tartamudeo.
A pesar de lo angustiada y avergonzada que estaba de que él la hubiera visto con la tanga, tuve que mentirle y decirle que no, porque se había esfumado antes de cambiarse.
—No nena, él se fue cuando notó que yo lo estaba mirando.
—Gracias a Dios que eso fue todo lo que vieron, pero aun así me da vergüenza que alguien ya me haya visto con ese traje.
La abracé y estuvo callada toda la cena. Después vimos una película y la llevé a casa a tiempo para el toque de queda de su madre a la 1:00 a. m.
Mientras nos dábamos un beso de buenas noches en su porche, ella me preguntó si podía hacerme una pregunta seria.
—Quiero hacerte una pregunta muy sería.
—Claro nena, ¿qué pasa?
—Bueno, desde que me dijiste que tú y ese chico me vieron, lo he estado pensando mucho y me preocupan un par de cosas. Primero, ¿por qué me miraste a través de la cortina? Segundo, ¿por qué no te levantaste y corriste la cortina o al menos le dijiste algo al tipo sobre mirarme? Soy tu chica, ¿por qué no lo hiciste?
—Bueno, la verdad, Carol, llevamos saliendo unos meses y siempre he querido verte. Eres tan sexy y atractiva que no puedo dejar de pensar en cómo podrías ser, y hoy tuve la oportunidad de verte ahí atrás, así que no podía apartar la vista de tu trasero perfecto.
—¿Entonces decidiste aprovecharte de mí y mirarme sin mi consentimiento?
—Cariño, me enseñaste el traje hace unos minutos y aceptaste comprarlo, ¡así que no pensé que te importaría!
—Bueno, cuando lo dices así, ¡sí te entiendo! Supongo que sí di mi permiso, ¡pero no en ese momento! ¿Y el otro tipo? ¿Por qué no le impediste que me mirara?
—Carol, ¡pasó tan rápido que tenía los ojos clavados en ti! ¡Para cuando lo vi mirándote, ya había terminado! ¡Se disculpó y le dije que estaba bien!
—¡Espera! ¿Qué? ¿Le dijiste que podía mirarme?
—¡Cariño, no es así! Como dije, ¡pasó rapidísimo y simplemente pasó! ¡Llevabas puesto el traje, así que no pasa nada!
—¿De verdad? He pensado mucho en esto y he revivido mis pasos durante la cena y la película, ¡y no estoy segura de que me lo estés contando todo!
—¿Qué quieres decir? —Haciéndose el tonto.
—¡Oh, creo que sabes exactamente a qué me refiero! ¡Dijiste que me viste mirándome el traje en el espejo! Después de mirarme por delante, me giré hacia ustedes y miré por detrás, preguntándome si de verdad quería que me vieran tanto ahí. Tras un vistazo rápido, me quité la blusa de frente y luego me giré para mirarme por delante una vez más antes de quitarme la parte de abajo. ¡No me aparté del espejo en ningún momento! Si me viste con el traje, ¡debiste haberme visto desnudarme también! ¡Lo viste todo y él también, porque dijiste que estaba bien!
—Cariño, tranquila, la cortina solo estaba en una pequeña rendija así que quizá al darte la vuelta causaste una ligera brisa y la cortina se cerró.
—¿Esperas que crea eso? ¿Piensas que soy tan estúpida?
—Cariño, si viera más de ese cuerpo impresionante, ¡me habría dado un infarto! ¡Solo vimos la tanga!
—Bueno, está bien si lo dices, pero ¿y si lo hubieran visto? ¿Lo habrías dejado seguir mirando?
—¡No puedo decir que sí ni que no, nena! Me excitó lo buena que estás y porque te vio, pero como dije, dudo que hubiera aguantado mucho más, pero estoy dispuesta a descubrirlo si quieres enseñármelo. ¡Jajaja!
Ella se rió y me dio una palmada en el brazo.
—Creo que ya me has visto suficiente por un día, ¡y quizá por mucho, mucho tiempo! ¡Buenas noches y lárgate de aquí!
—¡Buenas noches cosita sexy!
Durante todo el camino a casa no dejaba de imaginarme lo que veía. ¡No podía creer que viera a Carol desnudándose! Me emocionó aún más que el otro chico también la viera desnuda.
¡Ese día supe que en el futuro intentaría exponerla a otros chicos! Por que siendo bastante honesto, a ella también le gustó ser observada.