¡Es tu vergüenza lo que te hace aún más excitante y sexy! A los chicos les encanta ver algo que no deberían, ¡pero les encanta aún más cuando a esa chica le da vergüenza! ¡Eso es lo que distingue a las mujeres realmente sexys de las guarrillas!
—¿Entonces realmente crees que se sienten así?
"¡Claro que sí, nena! ¡Esos chicos me dijeron que desearían que sus chicas fueran tan valientes y atractivas como tú!"
—¡No sé lo valiente que soy! ¡Sé que nunca volveré a usar ese traje!
"¡Te amo, nena! ¡Estoy tan orgullosa de tenerte!"
—Entonces, ¿por qué no me dijiste que iba a aparecer? ¡Sabes que no me gusta hacer eso y sabías que me enojaría! ¿Por qué dejaste que me vieran?
¡Por las mismas razones que te dije, nena! ¡Estoy tan orgullosa de tenerte y tan orgullosa de lo sexy que eres, y demostrarlo me excita más de lo que te imaginas!
¡No entiendo cómo es posible! ¡Si fueras tú el que se mostrara, correría a cubrirte para que fueras solo mío y de nadie más! ¡No querría que ninguna chica viera a mi hombre!
La abracé y le dije que lamentaba que estuviera molesta, pero que así me sentía. Finalmente aceptó mis disculpas.
"Me encantaría que te quedaras a ver una película conmigo, pero si aun así prefieres que te lleve a casa, entonces necesito ponerme una camiseta y unos pantalones cortos diferentes".
Miró los pantalones cortos holgados que llevaba puestos. Los que uso para relajarme en casa. Vio el tipi que sobresalía.
"¿Eso es lo que creo que es?"
"¿Qué nena?"
¡Tus pantalones cortos! ¡Se ven abultados por delante!
"¡Sí, nena, definitivamente es lo que piensas!"
¿Por qué estás tan excitado? Acabamos de pelearnos y ¿estás excitado?
¡No me excita la pelea, nena! ¡Créeme, odio cuando te enojas! ¡Me excita lo sexy que eres y lo avergonzada que te pusiste al saber que todos esos chicos te vieron hoy!
"¡No puedo creer que eso te excite!"
Me levanté y la encaré. Mi polla dura palpitaba dentro de mis pantalones cortos de deporte, apuntándola directamente. Tras una rápida mirada, bajó la cabeza, sonrojada, mientras se miraba las manos.
- Carol, ¡quiero que me mires!
Ella me miró a la cara con vacilación.
"¡No, nena! ¡Aquí arriba no! ¡Míralo! ¡Mira el bulto que me causaste ahí abajo!"
¡No necesito mirar! ¡Lo vi cuando estabas sentado!
"¡Lo sé, nena! ¡Ahora quiero que lo veas de nuevo mientras estoy frente a ti!"
Ella me miró fijamente a los ojos durante mucho tiempo.
"Cariño, sé que quieres mirar y quiero que mires, así que adelante, ¡míralo!"
"¡Me da mucha vergüenza mirarlo!"
¡Y eso es precisamente lo que me pone más duro! ¡Ahora, por favor, mírame ahí abajo! ¡No es que esté al descubierto! ¡Llevo pantalones cortos, así que adelante! ¡Tú y yo sabemos en el fondo que lo deseas!
Parpadeó y bajó la cabeza para mirarlo. Se quedó mirando un rato mientras latía arriba y abajo dentro de mis pantalones cortos.
Ella se puso roja y volvió a mirar hacia abajo.
"¡Cariño, sonrojarme solo me pondrá más duro!"
"¡No puedo evitarlo! ¡Se mueve!"
"¡Ese es mi corazón latiendo mientras te deja saber lo emocionado que estoy de verte y mostrártelo!"
¡Vale! ¡Creo que te excita hacer esas cosas! ¿Puedes dejarlo ya?
"¡Dame la mano, nena!"
Tomé su mano entre las mías y la sostuve por unos instantes.
"¿Te gustaría sentir mi corazón latiendo Carol?"
¡Se sentó tranquilamente, mirando hacia abajo, poniéndose más roja que antes! Tiré de su mano hacia mi pene sin ninguna resistencia.
Al ponerle la mano encima, ¡se echó hacia atrás un poco al notar el espasmo! Se relajó, así que volví a ponerle la mano encima y la rodeé con mis dedos. Hice que latiera dentro de su mano.
"¿Sientes los latidos de mi corazón al hacerte saber lo mucho que aprecio que te hayas mostrado ante mí?"
Ella asintió lentamente. Solté mi mano y ella la sostuvo un rato más antes de soltarla y volver a colocarla en su regazo, sin mirarme en ningún momento.
- Carol, ¿quieres que lo saque para que lo veas?
"¡Oh Dios, no! ¡No quiero verlo!"
Me senté a su lado y se inclinó hacia mí, apoyando la cabeza en mi pecho con la cara hacia abajo. No sabía si lo estaba mirando, tan cerca de su cara, ni qué estaba pensando, ¡pero me encantaría saber qué pensaba!
¡Sé lo que pienso! ¿Cómo puedo hacer que esta chica llegue más lejos, qué tan pronto y con quién puedo presentarla?
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Carol y yo hemos estado saliendo los últimos meses y hemos tenido muchos encuentros, pero su educación me ha impedido llegar muy lejos con ella. Aparte de sus encuentros accidentales, todavía no he visto su coño ni ella mi pene. Su madre la tenía bajo estricto toque de queda, y cada vez que yo avanzaba, el toque de queda me impedía lograrlo. Sabía que si pasaba más tiempo a solas con ella podría cansarla, así que ideé un plan.
Organicé una excursión en balsa por un pequeño río donde pasaríamos el fin de semana acampando y flotando. Sabía que el río era popular por las fiestas salvajes y el exhibicionismo, pero no se lo dije a Carol. Esperaba que, al llevar solo su sexy bikini todo el día y posiblemente presenciar algunas actividades salvajes combinadas con la bebida, tal vez se sintiera sexy y finalmente se rindiera.
Llegamos al campamento y armamos nuestra tienda. Después de cenar, bebimos junto al fuego antes de acostarnos. Hacía calor afuera y Carol se acurrucó sobre las sábanas con una camiseta blanca fina y sin mangas y unas braguitas blancas de algodón. Apagó las luces de la tienda en cuanto se acurrucó.
El vino la relajó y al poco tiempo la situación empezó a calentarse dentro de la tienda. Ya me había quitado los calzoncillos y empezamos a besarnos y abrazarnos. No tardé en quitarle la camiseta y hacer lo que quisiera con sus pechos.
Sentí su mano apretándome la polla a través de los bóxers, pero quería que me la tocara directamente esta noche. No intentó meter la mano y empezó a parecer igual que cualquier otra noche que estuvimos juntos. ¡Decidí ir más allá! Me quité los bóxers, quedándome desnudo. Para mi decepción, nunca más intentó tocarla. Tomé su mano y la besé suavemente antes de bajarla hasta mi polla. Al principio no se movió, pero pronto sentí que sus dedos empezaban a acariciarla.
Estaba demasiado oscuro dentro de la tienda y, por mucho que lo intenté, no pude ver su mano en mi pene, ni siquiera su rostro cuando lo sintió por primera vez. Deseaba ver también su cuerpo desnudo, ¡pero estaba demasiado oscuro!
Después de besarnos y juguetear un rato, intenté quitarle las bragas. Me lo impidió diciéndome que no podía permitir que se las quitara estando desnudo. Dijo que tenía miedo de que se pasara de la raya y que aún no estaba lista.
Me rendí por un momento y recorrí su cuerpo con besos, bajando hasta sus bragas. Besé su coño a través de ellas y ella abrió las piernas. Aparté la tela y comencé a lamerla, ¡lo cual disfrutó muchísimo! Sus gemidos se hicieron más fuertes y frecuentes, indicando que casi había llegado.
De repente, se incorporó y me detuvo. Me sujetó la cara con ambas manos y me dio un beso. Lo rompió mirándome a los ojos y dijo: "Cariño, qué bien se siente. Lamento tener que detenerte, pero me estás llevando a un lugar donde nunca he estado con un chico. Ahora mismo no puedo controlar mis sentimientos ni mi cuerpo, y las tiendas de al lado están muy cerca de la nuestra. Tengo miedo de que me oigan. Lo siento, pero no podría salir de esta tienda por la mañana y enfrentarlos sabiendo que te oyeron llevarme al punto sin retorno".
¡Me pareció tierno y decepcionante a la vez! Lindo porque le daba vergüenza tener un orgasmo que alguien podría o no oír, y decepcionante por la razón obvia.
La besé y le pregunté: "¿Estás segura, nena? ¡Sabes tan rico que quiero hacerte correrte! ¿No te gustaría?".
Ella respondió: "¡Claro, cariño! ¡Me encantaría! Lo siento, pero no quiero que la gente de afuera sepa lo que estamos haciendo aquí".
"Seguro que están haciendo lo mismo dentro de sus tiendas, nena, ¡y es un placer saber que nos oyen!", dije intentando convencerla de que me dejara terminar.
Podrían estar haciéndolo, sí, pero sigo sin sentirme cómoda dejándolos oír. ¡Quizás a ti te excite, pero a mí me resultaría demasiado humillante!, explicó.
"¡Supongo que puedo entender eso, nena!", respondí.
Sintiendo la decepción en mi voz, ella preguntó: "¿Estás decepcionado de mí?"
Mentí cuando respondí: "No, Carol, ¡nunca me has decepcionado! Te amo y cuando estés lista, ¡aquí estaré! Estoy segura de que la espera valdrá la pena".
Mirándome con una mirada perpleja, preguntó: "¿Puedo preguntarte algo, Tom?"
"¡Claro, nena!", respondí.
"¿Por qué dijiste que te excitaba que nos oyeran?", preguntó.
"Carol, cariño, eres la mujer más hermosa con la que he estado. Estoy tan orgullosa de estar contigo que me encantaría que todo el mundo lo supiera. Si te hiciera correrte como casi lo hago y todo el campamento lo oyera, o incluso lo viera, ¡me encantaría más de lo que te imaginas!", le expliqué.
—Eso no tiene sentido para mí. Si fuera tu chica, ¿no querrías tenerme solo para ti? —preguntó confundida.
Hice todo lo posible por explicarle por qué me excita presumirla, diciéndole: "¡Te guardaría para mí, Carol! Piénsalo así: digamos que corriste una carrera y ganaste un trofeo precioso. ¿Te lo llevarías a tu tienda sin que nadie lo viera? ¡Claro que no! Lo levantarías en alto y les mostrarías a todos cómo es. ¡Siento lo mismo contigo, nena! ¡Corrí la carrera contra todos los demás chicos de tu vida y gané! ¡Eres mi trofeo, estoy orgullosa de ti y quiero que todos te vean!".
"Eso tiene sentido, pero también parece que me consideras un objeto y no una persona", afirmó.
Le respondí: "Eres el objeto de mi obsesión, nena. Entiendo tu punto de vista, y espero que algún día veas el mío y entiendas cómo me siento al mostrártelo".
Se quedó callada un rato, sin duda intentando entender lo que quería decir. Me di la vuelta, la abracé y empecé a tocarle los pechos de nuevo. Nos besamos de nuevo y ella empezó a tocarme la polla y a acariciarla. Dijo: «Siento que todavía estás hinchado ahí abajo».
"¡Sí, cariño, y te aseguro que no se irá pronto!", dije mientras le acariciaba los pechos.
Ella se inclinó mientras me miraba a los ojos y dijo: "¡Tal vez pueda encargarme de eso por ti!"
"¡Me encantaría!", dije, y luego pregunté: "¿Qué tenías en mente?".
Sonrió y me besó antes de esconder la cabeza bajo la manta. Lamió la punta de mi pene y se lo metió en la boca. Gemí un poco y ella lo sacó de su boca y rápidamente sacó la cabeza de debajo de la manta y dijo: "¡Shhh! ¡Cállate, cariño! ¡Los vecinos te oirán!"
Se deslizó hacia abajo y lo tomó en su boca. Esta vez lo tomó profundamente. Se sintió tan bien cuando la punta de mi polla entró en su garganta. Empecé a sacudirme y a bombear dentro de su boca. Gemía y estaba a punto de correrme dentro de su boca por primera vez, cuando de repente se detuvo de nuevo, saliendo de debajo de la manta, dándome otra advertencia.
¡Tom, por favor! ¡Los vecinos te oirán! ¡Estás hablando demasiado alto!
Volvió a bajar y me besó un par de veces más antes de volver a subir y acostarse a mi lado. Me besó, apoyó la cabeza en mi pecho y susurró: "¡Buenas noches!".
¡No lo podía creer! ¡Tenía muchísimas ganas de correrme! Me quedé despierto un buen rato después de que se durmiera, preguntándome cómo conseguir que llegara más lejos.
Me desperté a la mañana siguiente y me puse el bañador mientras ella dormía para poder ir al baño. Se despertó mientras me ponía la camiseta. Esperaba que se vistiera y al menos me dejara ver su cuerpo desnudo, pero se subió la manta hasta la barbilla y esperó a que terminara de vestirme. Me observó mientras me ponía los zapatos de baño y luego dijo: "¡Sal y prepara la nevera, salgo enseguida!".