José

2420 Words
Después de una semana de trabajo que tuve la cual fue aceptada por mi padre, yo seguía nerviosa, pese a que todavía tenía una semana más antes de acabar clases y dos antes de trabajar, no podía dejar de pensar de como seria y si podría ir con cualquier ropa o tendría que ocupar uniforme, por pensar en eso no pensaba ni siquiera en clases, no podía poner atención, hasta tal punto que muchos profes me llamaron la atención. Cada día pensaba en ello era muy complicado no sacar ese tema de mi mente, lo cual no me ayudo en el colegio, apenas las pruebas con un 7 en la mayoría de materias, de las otras tuve que rogar a los profesores que me ayuden a pasar, pero bueno al final acabé ese año con suerte todas las materias. Después de las fechas de pruebas teníamos que ir un día mas a clases solo para despedirnos de los compañeros, profesores, saber la nota acumulada entre pruebas, deberes, trabajos grupales, bueno al final pase todas las materias con tranquilidad, lo único que me bajaba las notas eran las pruebas, sobre todo las ultimas, pero bueno, ese día solo eran 5h de clases, era algo muy tranquilo y de ahí tenia que ir a casa, pero estaba pensando salir con unas amigas por que lo mas seguro es que no las vea en todas las vacaciones, así que tocaba aprovechar este último día todo lo que se pueda. Ya era la ultima hora de clases y nos permitieron a todos a salir al patio, pusieron música y con unas palabras se despidieron las autoridades, todo era tan tranquilo, con la música, mis amigos riéndonos, jugando un rato, al sonar la sirena, se me acerco Sebastián y me dijo —oye sara, unos amigos y yo queremos ir a beber un poco, con música y quería decirte si querías venir, ya que lo ultima vez, no alcanzó el tiempo para disfrutar, yo sabia que las intenciones de Sebastián eran llevarme a la cama y no les miento yo le traía unas ganas locas después de ese día, me sentía tentada a decir que si, pero por alguna razón en ese momento mi mente dijo —no Sebastián, hoy la verdad es que no tengo ganas de ello, no saben como me arrepiento de decir esas palabras en ese momento, puesto que Sebastián era bonito, inteligente de familia adinerada, pero lo malo con él era su reputación, lo cual me daba igual por que me moría de ganas de estar con él. Lo que no sabia es que la mayoría de mis amigas iban a ir con él y sus amigos y las que no ya tenían planes con sus familias de irse a comer y algunas que otras de irse de viaje, así que me tocaba regresarme sola a casa, caminando a terminar el día aburrida en mi casa, por que fui tan pendeja para decirle que no a Sebastián y tan orgullosa como para decirle sabes que cambié de parecer. Así que al sonar la sirena tome mis cosas, me despedí de mis amigos y me fui, me sentí muy triste y muy mal con ganas de llorar, así que respire hondo, me tranquilice, seguí mi camino hacia delante hacia mi casa, pero en medio trayecto se me acerco José por la espalda y me toco el hombro, me asuste la verdad, sobre todo me quede paralizada sentí que me iban robar o algo así, hasta que oí —hola Sara, ¿cómo estás?, en ese momento me tranquilice y me sentí mejor, me gire  y le dije —hola José, bien algo asustada por tu culpa, José se rio —no era mi intención asustarte, la verdad es que te iba a ir a buscar a tu casa en este momento, —¿por qué ahorita ibas a mi casa a buscarme?, respondí, —bueno, quería pedirte tus tallas de ropa para tu uniforme, —¿uniforme?, le exclame en ese momento, — sí, jaja, el uniforme es obligatorio para las mecerás, ¡acaso creíste que te iba dejar ir con cualquier ropa!, exclamo José, —bueno no me esperaba ocupar uniforme, pensé que iba a ser con un jean y una camiseta o camisa de un color especifico. —jaja Sara, pues el uniforme es una falda negra con camiseta negra y con una tacos rojos, todos obviamente te los voy a dar yo, para que no gastes, aparte yo estoy a cargo de tu seguridad, dijo José, — a… verdad, le respondí, —bueno, pero si quieres podemos ir y que te pruebes la ropa, me digas que tal, veas cual te queda mejor y tal vez quieras aceptarme una comida ya que estamos, me exclamo José, —pues no se la comida, pero la ropa si me gustaría probarme, por que luego no quiero estarte molestando, pidiéndote que me cambies la ropa, te parece si solo vamos a dejar mis cosas, me cambio y vamos a ver la ropa y quien sabe te deje invitarme esa comida, José entre risas me dijo —esta bien, vamos para haya pero más vale que te pongas algo bonito para mí, cuando me dijo eso, me sonrojo mucho, así que solo asentí con la cabeza. José me tomo de la mano y me dijo —bueno señorita, es hora de ir a su casa, no saben lo roja que me puse, fui tan raro que un hombre me tome la mano, puesto que es algo que solo hacia con mis amigas y eso con las que tengo confianza, de ahí lo que suelen hacer los hombres es pones sus brazos por mi cuello y algunos (Sebastián) debes en cuando se suele pasar de la raya, tocando un poco mis pechos, lo cual al inicio se me hacia muy raro, pero luego, bueno me gustaba, se sentía bien. Mientras caminaba de la mano con José, veía como la gente nos veía, puesto que el era un hombre mayor y yo todavía una cría del colegio, creo que algunos pensaban que éramos familia, otros a lo mejor ya comenzaban a hablar mal, por que si hay algo que le gusta a la mayoría de las personas es hablar mal de la gente y hacerse falsas historias y crear chismes de donde no hay. Bueno, de tanto ver a la gente como nos veía, no me di cuenta que ya habíamos llegado a mi casa y como una pendeja que soy, seguí caminando, a lo cual José dijo, —¿Sara aquí no es tu casa?, o ¿es que acaso yo me equivoqué de lugar?, yo lo regresé a ver y le dije —tranquilo, aquí es, es que estaba pensando en muchas cosas, ¡ven pasa!, ingresamos a mi casa y el como el hombre educado que es dijo — perdón, buenas tardes, yo solo me reí y dije — tranquilo abuelito que estamos solos, el solo me quedo viendo y con un tono muy sarcástico dijo — si supieras lo que este abuelo sabe hacer, pues lo tendrías mas respeto, lo regrese a ver y lo vi de cabeza a pies y viceversa y le respondí, —pues no creo que me sorprenda tanto, obviamente sabia a lo que él se refería, el se acerco a mi y me dijo quieres comprobarlo, acorralándome contra la mesa, yo poniendo una mano en su pecho y otra en la mesa le respondí, —bueno si no fueras mi jefe a lo mejor aceptaría, el solo sonrió y se apartó. Yo como buena chica me fui a cambiar y para ser también una buena cabrona, salí en ropa interior de mi cuarto y le dije —que te gusta, el me quedo viendo y me dijo —si, pero la próxima ves que salgas así pues te juro que no voy a responder, yo solo reí y dije — bueno, golpeándome las nalgas y caminando hacia mi cuarto, todo era en son juego para mí, pero creo que para el era ya algo muy provocativo, así que decidí controlarme. Pasaron unos 10 minutos y me terminé de cambiar, me puse un jean de color n***o, el cual bueno siempre la gente decía que me hacía lucir como una puta, puesto que resaltaba mucho mis piernas y mi trasero, me puse una pupera blanca, la cual bueno pupera es decirlo por decir que apenas me cubría los pechos y no llevaba sostén abajo, la verdad, solo me bestia así cuando iba a salir con Sebastián, pero por alguna razón me dieron unas fuertes ganas de vestirme así, cuando salí del cuarto José me dijo —wow sí que vas vestida para la ocupación, para nada como la niña santa que por ahí dicen que eres, yo solo reí y me alce la pupera, —así de santa te gustan, mostrando mis pechos, mierda no sabia por que hacia eso, pero te juro que andaba tan caliente, que me lo quería comer. El me quedo viendo y dijo — dos, tercera, tu cama o la mía y me da igual todo, me volví a reír y le dije — bueno, nos vamos o vas seguirme amenazando, sin hacer nada, como veo que eres, el abrió la puerta y salió, cuando salí, me acóralo contra la puerto y me beso y metió su mano dentro de mi pupera manoseando mis pechos, cuando me acabo de besar, me dijo — jamás vuelvas a decir que no voy a hacer nada, por que la siguiente no va a hacer besos, me quede fría y me gusto, me encanto, la verdad me moría de ganas de que lo vuelva a hacer, pero sabia que no era el momento. El solo me tomo de la mano y nos fuimos caminando unas tres o cuatro cuadras, hasta llegar al club, era todo tan, bueno, parecía un lugar que mas que un club era un lugar para tener sexo, todo rojo, alcohol por todos lados, bueno era mas que un club para adultos, era el club del sexo, — bienvenido jefe, veo que viene acompañado, acaso ella es la nueva ayudante, dijo una chica que bueno, era de mi porte, por ahí del 1.60m, con una ropa muy de puta, con un escote super abierto, un jean que le marcaba hasta las partes íntimas, se acerco a mi y me dijo — bienvenida, me llamo Doménica, muchos me dicen Dome, pero tu llámame como quieras, yo le sonreí y le dije — mucho gusto, yo soy Sara y bueno todos me dicen Sara, ella solo se rio y me respondió — amor, aquí te van a decir de tomo menos Sara . —Sara sígueme, dijo José, yo solo le regrese a ver y con un gesto y una sonrisa me despedí de Dome, —¿a dónde vamos?, le pregunte a José — pues a los vestidores, para que te pruebes la ropa, sin decir nada, le seguí, hasta cuando el se paro al frente de una puerta y mientras sacaba una llave, me dijo —espero que estes lista por que, hoy vas a cambiar por completo, te tienes que convertir en la mayor puta que ha existido en este país, yo solo le quede viendo sin decir nada. Ni bien abrió la puerta, se vieron un montón de prendas de ropas, algunas con un estilo muy conservador, otras que solo eran ropa interior y casi transparente y otras que tenían el logotipo del club y estaban en la sección que decían conjunto, la verdad todas las prendas me gustaban, cuando en eso oigo que cierran la puerta con seguro. —Pruébate estas prendas, dijo José, dándome la ropa interior de forma transparente, el se hizo el loco cuando me dio eso, no sé si pensó que no lo haría o lo hizo porque quería verme desnuda, pero lo hice, me quite la pupera, sacando mis pechos al aire, en la cara de él, — ¿te gusta? Pregunte, solo me quedo viendo, cuando lentamente comencé a sacarme el pantalón, mientras movía mis caderas de lado a lado, pasando a mis bragas, donde para provocarlo le dije que mi ayudaba, el solo me quedo viendo y me dijo — aquí lo quieres hacer, ¿estás segura?, la verdad estaba bien caliente, así que con la cabeza dije que sí.    Se me acerco lentamente a mí, poniendo suavemente sus manos en mi cuerpo y con un solo golpe de fuerza me acerco a él, quedamos cara a cara, los dos calientes completamente, nos comenzamos a besar, sentía como nuestros labios chocaban suavemente, mientras que sus manos se deslizaban por mi cuerpo, se movían de mi espalda a abajo, se sentían tan suaves sus manos, por mi parte comencé a tomar la iniciativa desabrocharle la camisa, pasar mi manos por su espalda, rasguñándole un poco, en eso sentí como una mano de el llego hasta mis partes, soltando así un pequeño gemido, sentía que me daba un pequeño masaje en de manera circular por afuera de mi v****a, poco a poco me sentía más mojada y cuando menos lo esperaba, quito sus manos y me empujo, me tiro encima de un bulto grande de ropa, donde me quito mis bragas bruscamente y me comenzó a hacer un oral, era tan rico y yo lo único que podía hacer era gemir y pasar mi mano por el cuerpo, yo sentía que me iba a venir cuando paro y se bajo los pantalones con el bóxer, así quedando complemente desnudo, puso su v***a en mi boca, dios mío era tan gruesa, yo nunca había hecho un oral, pero por las expresiones de su cara, creo que no lo hacia mal, al rato sentí un liquido caliente pasando casi directo por mi garganta, tenia un sabor medio raro, pero la verdad me daba igual, al rato me levanto completamente y me puso contra la pared, me comenzó a follar directamente, fue algo tan delicioso y lo único que podía gemir y pedir más, puesto que lo estaba disfrutando. Fue una tarde muy placentera para ser sinceros, fue algo que me gusto mucho, hacerlo, obviamente que esa iba ser la temática, varios días mas tardes, todas las tardes, a veces en las mañana o en las noches, pero un día antes de ir al trabajo por primera vez, todo cambio, decidimos que era la ultima vez que lo haríamos, porque no sería ético, ni profesional seguirlo practicando.
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