đź©° ~AILÉN MITCHELL~ đź©° Con un fruncimiento de ceño y los ojos muy estrechados, miro a mi alrededor, buscando cámaras ocultas o hasta micrĂłfonos. A buena hora me he venido a enterar que mi marido es el mero tĂłxico y mi lado más paranoico ya imagina que en algĂşn punto de mi silla hay algĂşn microchip GPS para vigilar todos mis movimientos. «Oh, Dios mĂo, AilĂ©n, deja de ser tan paranoica», me exhorto a mĂ misma, mentalmente. —Te juro que jamás habrĂa imaginado que ese tipo serĂa capaz de hacer semejante cosa —dice Daniela, sacándome de mi estado paranoico. —Ni yo —murmuro, todavĂa mirando a mi alrededor. La mano de Daniela me sacude el hombro. —Eh, ÂżquĂ© te pasa? —cuestiona. —Busco más cámaras —respondo y la tonta se rĂe, sĂşper divertida. —Ay, no. ÂżEs en serio? —se burla. —SĂ. Ya te dije

