Capítulo II

3266 Words
Pasado… Es solo un papel Bruna, un simple papel, una firma y ya todo estará listo. Veo a ambos lados al repetirme esas palabras una y otra vez mientras que el juez delante de nosotros habla. Volteo a mi izquierda, lo observo, él mira con atención al hombre delante de nosotros, mismo que no deja de hablar y de hablar una y otra vez. Nariz respingada, pómulos algo sobresaliente, labios voluptuosos, su quijada un poco ancha, cejas densas del mismo color de su cabello castaño. En ese momento al voltear me sonríe, ojos mieles, su barba ligera adorna sus mejillas y mentón, ese lunar pequeño, pero notorio más debajo de sus ojeras. –Eres tan hermosa –susurra, sonrió y vuelvo la mirada al frente. Allí el juez coloca delante de mí el libro de actas matrimoniales y me entrega un lapicero, cierro mi mano con fuerza pero luego la acerco y lo tomo. Una bocanada de aire es algo que logra darme un poco de aliento, observo donde debe ir mi firma, ¿Es acaso este lapicero permanente? Claro que sí, tan permanente como esta decisión. Presiono la punta del lapicero un poco por encima de la línea donde debo firmar y como si fuera en cámara lenta termino de hacerlo. Mi nombre en una ligera y corrida letra, el hombre me pide se lo entregue a mi compañero y eso hago, yo le miro, él hace lo mismo, susurra un gracias y termina por firmar. Los testigos firman, luego nos ponemos los anillos y el juez después de unas palabras más, da por finalizado todo, pidiéndonos un beso de recién casados por el civil. Ambos nos levantamos de nuestras sillas, el castaño toma mis manos y acaricia el dorso de estas con dulzura, una sonrisa se forma en sus labios con ternura y luego están posados en mis labios con cariño. Unos cortos aplausos y al separarnos ambos sonreímos, sus amigos le felicitan, a mí solo me felicita una conocida de mi ahora esposo. En mi vida me había sentido tan triste, tan sola como el día de hoy, bajo la mirada, miro mi bonito vestido blanco, cierro mis ojos y de pronto esa sonrisa, esa mirada, esa risa que tanto me alegraba el alma, llega a mi mente. Siento como las lágrimas de pronto se agolpan en mis ojos, pero las retengo no es hora para lamentos, no ahora. Me incorporo nuevamente y su mano se entrelaza con la mía, un beso en mi hombro y un susurro en mi oído. –Señora de Volker, hermoso –sonrió, pero algo dentro de mí, no se siente bien. –Sí, señora de Volker. Ambos nos miramos, sonríe nuevamente y le imito, una foto es tomada por una revista que tanto imploro para hacer una reseña de nuestra boda por civil. ‘’Bruna Malyk y Luther Volker, la gran pareja feliz ha dado un gran paso, una boda por el civil, felicidades’’ Si, sé que ese será el encabezado de la reseña, un par de fotos más y nos retiramos a la pequeña reunión que sus amigos le organizaron, ambos tomados de la mano tomamos camino a las afueras del edificio. En ese momento noto que al poner un pie fuera de este lugar no hay marcha atrás, que ya lo hecho, hecho esta y que no se valen los arrepentimientos, no ahora que he cometido una de las peores estupidez en la faz de la tierra, casarme por compromiso y ayuda, mas no por amor y anhelo. … Presente… Después de mi salida y encuentro con Mica, volví a casa, pase todo el día fuera, ya es de noche y lo que deseo es preparar una deliciosa cena e irme a la cama. Me detengo con la llave en la cerradura del departamento, frunzo el ceño al escuchar música provenir de dentro y estoy segura que apague el estéreo de la cocina. No espero más y abro, entro al departamento, luces tenues, un repentino camino de pétalos de rosa en el suelo, es imposible no sonreír por ese bonito detalle. Continuo el trayecto, el camino da hasta el comedor, en ese momento me detengo al verlo sentado en un extremo de la mesa, velas alumbran el lugar, una muy romántica decoración. Dejo mis cosas a un lado y al verlo nuevamente sonríe, me señala la silla del otro extremo de la mesa y tomo asiento. Él se levanta y camina hasta mí, quita la tapa de mi plato y un delicioso pollo con aderezo de naranja logra estallar mi hambre, miro a un lado, sonríe y acercando su rostro besa mis labios, al alejarse sonríe una vez más y vuelve a su lugar. –Bienvenida princesa, uno de tus favoritos –alza su copa de vino, tomo el mío, lo paseo lentamente frente a mi nariz y ese olor añejo y dulce me relaja. –Gracias, que sorpresa que estés aquí, ni siquiera me avisaste, te hubiera esperado, preparar algo de comer –niega, me doy un sorbo de mi vino y pasó a tomar un trozo de pollo. –Siempre lo haces, esta vez quise ser yo quien te sorprendiera, pregunté si estabas acá, el portero me dijo que no, así que, punto a mi favor –se encoge de hombros, sonrió. – ¿Qué tal tu día? –Bien, fui a tomar algo frio, luego me encontré con Mica y pase parte de mi día con ella, lo necesitaba, no soportaba el encierro –lo observo. –Bruna, los encierros los puedes evitar viajando conmigo, lo sabes. –Luther, sabes que detesto viajar tanto, más bien, serias tú quien debe pasar más tiempo en casa, conmigo. –Y lo hare, lo hare –dice con prisa. –Los viajes terminaron por un tiempo, estaré aquí en casa, en la empresa, tres meses princesa, libre tres meses de viajes –su sonrisa ancha su copa alzada. –Te quiero –dice, solo asiento y continúo mi comida. Ambos continuamos nuestra cena en silencio y es que esto es lo que ocurre siempre, un par de palabras, él me dice te quiero y el ambiente se torna incómodo, por lo menos para mí es así. Terminando la cena le ayudo a recoger todo, él me cuenta de su viaje yo automáticamente solo me dedico a escucharlo. Lava los platos, yo solo seco y guardo. En ocasiones como mujer enamorada esperas la llegada de tu esposo para desnudarte y echarte en cualquier rincón de la casa y tener sexo con desenfreno, pero en mi caso, no ocurre. Solo cenamos, Luther toma un baño, entra a la cama y es allí donde nota que merezco más de él. – ¿Nos duchamos? –lo observo con confusión, esto es nuevo, nunca lo había hecho. –Guao, ¿Me pides ducharnos? ¿Cambiaron a Luther en el viaje? –Bruna –me pasa el ultimo cubierto mojado y se cruza de brazos. –Te prometí que después de volver del viaje notarias mi cambio, de demostrarte que de verdad estoy sintiendo por ti. – ¿Ah sí? –dejo el pañito de cocina a un lado y me le acerco. –Demuéstramelo –digo en un susurro, cerca de sus labios. –Ahora... La manera de hablarle, logra accionar algo en el castaño, con fuerza me apretuja a él, sus labios poseen los míos, haciéndome jadear en segundos. Con desespero comienzo a quitar su ropa, quita mi vestido y lo lanza algún lugar de la cocina, me alza en sus brazos y rodeo mis piernas en su cintura. Me besa desde los labios hasta mi cuello, mis senos desnudos, solo llevo mis bragas y él se encamina a la sala del pent–house, allí ambos caemos en el enorme sofá. Sus labios bajan a mis senos, los besa, los acaricia, mis jadeos se ligan con sus gruñidos y eso me encanta, tomo sus mejillas y lo llevo nuevamente hasta mis labios. Muerdo, paso mi lengua por su labio inferior, él se presiona más a mi entrepierna, siento la erección que en este momento es tan notoria. Luther se aleja colocándose de rodillas, me acerco y con rapidez desbotono y bajo el cierre de su pantalón de vestir, él lo tira a algún lado y me recuesto nuevamente en el sofá. Sus ojos me miran de arriba abajo, inconscientemente muerdo mi labio inferior al verlo completamente desnudo delante de mis ojos. Cuerpo atlético, bronceado y con un abdomen exquisito. Comienza a rozar su m*****o en mi intimidad, un gemido brota de mis labios, mis manos van hasta mis senos, juego con mis pezones, muevo mi cintura deseosa por tenerlo ya dentro de mí. Luther se acerca lentamente y al llegar a mis labios de una estocada se adentra y mis manos inmediatamente pasan a estar en su espalda, mis uñas se clavan en su piel, sus movimientos son fuertes y me dejan sin aliento. Mis gemidos son fuertes, sus estocadas me llevan a otro mundo, beso sus hombros, acaricio su espalda, lo atraigo hacia mí, sintiendo su calor, sintiendo su cuerpo sudoroso al mío. Cruza sus antebrazos en mi espalda y me atrae hacia él, quedando ambos sentados, yo moviéndome con lentitud sobre él, lo abrazo, oculto mi rostro en su cuello, mis labios rozando su piel. . –Tienes un cuerpo tan hermoso, tan delirante, eres mía, Bruna, lo eres –asiento repetidas veces mientras que él me roba el aliento. –Sí, así, de esta manera, aférrate a mi cuerpo, deja tu tacto, deja tus besos en mi piel desnuda –me alejo, él toma mi cabello rubio entre sus dedos, me hace mirarlo fijamente. –Eres mía, siempre vas hacer mía, ¿Verdad? Di que lo eres, dime que siempre será de esa manera –asiento, lo hago mientras que sentada sobre él me penetra una y otra vez. –Tuya, siempre tuya Amaro, sí, siempre. . Me alejo y lo observo, tomo sus mejillas besos sus labios, muerdo su labio inferior, dreno mis recuerdos en cada beso, en cada sentir dentro de mí. Le pido que lo haga más y más fuerte, lo abrazo, comienzo a gemir su nombre, Luther es repetido una y otra vez en mis labios. –Soy tuya, lo soy, claro que si –susurro mientras que siento como mi cuerpo se siente a punto de estallar. –Dios, Bruna, me gusta que digas eso cada vez que te hago mía –asiento, me siento cruel y despiadada al decirle a un hombre que soy suya cuando en mi mente solo resuena aquella voz una y otra vez. El castaño acelera más su movimiento, haciéndome gemir, jadear, disfrutar de esto tan placentero. Luego de una fuerte estocada, caigo completamente exhausta en sus brazos, lo abrazo mientras que un gemido termina de expulsarse en mis labios. Nuevamente quedo de espaldas en el sofá y Luther con un par de penetraciones más llega al clímax. Cansado cae en mi pecho, ambos con la respiración dificultosa y acelerada, mis dedos acarician su cabello, él cierra sus ojos, llevo la mirada al techo, siento como una lagrima corre a un lado de mi rostro y opto por dormir un rato. … Se suponía que íbamos a pasar gran parte del día en casa, pero ahora nos encontramos en el coche de Luther con rumbo a su empresa. – ¿Por qué tenía que ser exactamente el día de hoy? –voltea a mirarme me da una mirada de pena. –Princesa lo siento de verdad, había olvidado por completo este contrato, lo siento, lo recompensare. –Siempre dices lo mismo Luther, nunca cumples –en este momento sueno como una completa y gran bruja, pero no es mentira lo que digo. –Luego de ese contrato ¿Que más tiene tu agenda? Siempre resalta algo nuevo. –Bruna, te lo prometo, nada más, solo esto y ya, ¿Esta bien? –el tono de su voz intenta calmarme, busco la manera de llevar la fiesta en paz. –Te ves tan hermosa en esa braga roja –volteo a verle, una sonrisa fugaz de mi parte Estaciona, llegamos a la empresa, Volker Notes, una revista que se ha hecho conocer por llevar el tema de empresarios y todo lo que tiene que ver con el ámbito empresarial. Podría decir que es solo de Luther, pero soy parte de esta empresa, llevo casi la presidencia de este emporio, los Malyk hicimos una gran inversión en ello o más bien, yo, entregando mi vida a Luther. Solo era salvar su empresa y terminamos siendo esposos, todo fue gracias a mi cabecita que solo piensa idioteces, pero como siempre lo diré, no hay marcha atrás y debo seguir con ello. Soy parte de esta empresa y la mitad es mía, la otra es de Luther, si algún día llegara a ocurrir –aunque lo dudo–, que él y yo finalicemos lo nuestro, nos repartiremos en partes iguales, pero eso no sucederá, tengo cierta costumbre a su lado y así seguirá siendo. Ambos nos adentramos, todos nos saludan. Una de las cosas que le pedí a los trabajadores era el buen trato, no acepto malas caras y mucho menos tratar de mala manera a visitantes, accionista y prontos entrevistados de la revista. La secretaria de Luther quien es la que tiene más edad y sabe muy bien todo de este medio, se coloca a mi lado. –Wanda, cuéntame acerca de los nuevos inversionistas –ella, Luther y yo entramos al ascensor. –Señorita Bruna, son de una revista de farándula, pero al tener poca ganancia en los últimos meses quieren darle un giro extremo a su revista, de nombre –ella busca en las carpetas que lleva. –Dawn Star, se han dedicado a las primicias, mejor conocido como chismes acerca de los famosos, recibieron una fuerte demanda de un empresario y todo se les vino abajo. –Muy bien hecho de su parte –Wanda esboza una sonrisa. –Sabes que detesto los chismes y más de la vida privada de las personas, tomaron una buena idea, ser inversionistas de Volker Notes y dejar la vida en paz de personas que lidian con su día a día. –Bruna, mi amor –volteo a ver a Luther, me encojo de hombros. –Soy una reconocida figura pública, una Malyk, ahora esposa de un Volker, quien también son reconocidos, no permitiría chismes de mi vida personal, sabes que la ultima revista que lo hizo pago una suma muy alta de dinero por mi denuncia, así que, sabes que detesto ese mundo, Luther. –Lo se mi amor, pero... –Pero nada, déjame esto a mí, yo lidiare con ellos –volteo a ver a Wanda. – ¿Esperan en la sala de conferencia? –Si señorita Bruna. –Ok, iré inmediatamente, vendrás conmigo, ¿Esta bien? –Como usted diga –la señora de cabello canoso y cuerpo muy bien conservado me sonríe. Ambas tomamos camino a la sala de conferencia, Luther simplemente se va a su oficina, él no tiene el temple que yo expreso. Como una Malyk que soy, tengo que lidiar con personas a la hora de cerrar contratos, de algo me sirvió tantos años de enseñanza de parte de mis padres. De algo me tiene que servir mi manera fría y cruel a la hora de dejar las cosas en claro. Wanda y yo entramos a la sala de conferencia, allí, un hombre de quizás unos cincuenta y tantos y una mujer de casi treinta se levantan de su asiento. Les sonrió a ambos y tomo inmediatamente asiento junto a Wanda, leo las hojas del contrato, algo me llama mucho la atención. –Esperen –les observo a ambos. – ¿Continuar llevando chismes en su revista? –alzo la mirada, ambos me miran fijamente. –Un placer Bruna de Volker, creo que tenemos un error aquí. – ¿A qué se refiere señorita? –dice la mujer confundida. –Disculpe, Francesca Di Lorenzo, él es mi padre Gerónimo Di Lorenzo, ¿Hay algún problema con el contrato? –Señorita Di Lorenzo, creo que no les comentaron el hecho de que esta empresa no permite las primicias, mejor conocidas como chismes en las revistas, es algo asfixiante, tanto para la persona que es el tema del chisme como para la empresa –les señalo a ambos. –Usted claramente es alguien reconocida al igual que su padre, creo y se, que son claramente personas muy buenas y con un gran porte familiar –ella asiente. –Wanda, aquí mi secretaria me comento que recibieron una demanda, podría saber ¿Por qué? –Ventilaron algunas cosas de un reconocido empresario, es el tema de casi toda Europa, él... – ¿Aquellas cosas eran ciertas? –Sí, muy ciertas, pero con la demanda nos dio una puñalada, nos hizo ver como mentirosos y ese fue el fin de Dawn Star –es obvio que dice la verdad. –Queremos un cambio muy drástico, son unas de las revistas más solicitadas, con muchos temas a tratar, pero en este momento creo que tienes razón, ¿Para qué tener chismes? –Francesca, hija... –el señor Gerónimo le observa. –Papá, no perderemos nuestra empresa por eso, la señorita Volker tiene razón, toquemos otros temas de farándulas, calmemos las aguas que aquel empresario revolvió con esa demanda tan fuerte. –Disculpa Francesca, pero, ¿Quién es ese empresario? Me dices que es muy reconocido, hay muchos, ¿Quién es él? –en ese momento Luther aparece sonriente, por lo menos intenta involucrarse un poco en todo esto. – ¿Tan poderoso es? –Sí, arrogante y prepotente, tiene un gran respaldo, es Amaro Martín, empresario muy reconocido en Andorra y toda Europa –en ese momento es donde mi corazón se salta un latido tan doloroso, la respiración de pronto se me vuelve un desastre e intento mantener la calma. –Supongo que ha escuchado acerca de él, tengo entendido que trabajo un tiempo con su padre, ¿No? –Efectivamente, si, fue un trabajador de mi padre, pero no tenía conocimiento de su forma de ser, arrogante, prepotente, vaya... Esbozo una corta sonrisa, todos quedan en silencio, se los agradezco, hacia tanto tiempo que no escuchaba su nombre de esta manera. ¿Arrogante y prepotente? ¿Tiene un gran respaldo? ¿Reconocido en toda Europa? ¿Amaro Martín? Me coloco de pie sin más y para no actuar de la peor manera le pido a los señores Di Lorenzo que me disculpen un momento y al salir de la sala me voy directamente al baño. Allí, me miro automáticamente al espejo, una lágrima quiere bajar por mi mejilla pero como puedo lo evito y sacudo mi cabeza. Cierro mis ojos con fuerza, tomo una bocanada de aire y al verme una vez más en el espejo, definitivamente es imposible no derramar un par de lágrimas. Golpeo repetidas veces la encimera de los lavados y con cierto enojo limpio mis mejillas, cierro con fuerza mis manos, el coraje me toma de los pies. –Menudo idiota, haciendo de las tuyas, bastante tuve con verte en la tv y escuchar tu nombre por la radio, idiota, idiota, idiota –susurro, me miró fijamente al espejo, me siento una completa idiota. –La llama se tiene que apagar, Bruna –enfoco más la mirada al espejo. –La tienes que exterminar, lo debes hacer, malditos recuerdos amargos que me provocas, Amaro, malditos recuerdos...
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