Triana Navarro Querido diario mental: Tercer día en Nexora. Y ya me tocó quedarme horas extras. Ni siquiera he aprendido bien el nombre de todos los ingenieros del departamento y ya estoy aquí, en la oficina vacía, iluminada por la luz triste de los fluorescentes, actualizando servidores como si fuera parte del mobiliario. ¿Por qué dije que sí tan rápido? Ah, sí… porque quiero ser “una empleada ejemplar”. Inserte aquí un aplauso sarcástico y una música de himno nacional. El jefe del departamento de Sistemas, «el buen Ingeniero Ibarra, un señor con cara de que colecciona autos a escala y grita “¡exactamente!”, cada vez que alguien resuelve un error» me miró con esos ojillos brillosos y me dijo: —Triana, necesitamos que alguien actualice los servidores esta noche. Es algo sencillo, pe

