Capítulo 21 parte 1

494 Words
NORA ¿Lo que dijo Lizz era cierto? ¿Nadie se interesaría por mi porque nadie soportaría verme desnuda? Pero Caesar era diferente, yo vi la mirada de deseo cuando me vio desnuda, no vi ninguna señal de asco mientras acariciaba y besaba todo mi cuerpo asegurándose de que me diera cuenta cuán bella era, no hubo sorna o sarcasmo en las palabras de amor que perdigaba mientras me hacía gemir y me daba los orgasmos más fascinantes que experimenté nunca y luego de hacer el amor no vi un atisbo de quererse apartar de mi lado, al contrario, Caesar parecía reacio a dejarme ir y el contraste de sus palabras y acciones contra la de las mucamas solo me ponía ansiosa, no sabía si la dirección a la que estaba yendo haría que mi ya roto corazón se destroce más ¿era todo eso mentira? ¿Caesar actuó todo eso? ¿para qué? “Para tenerte cerca, recuerda que eres una de las elegidas y una posible traidora para ellos.” Después de un breve descanso, esa parte que solo hacía que me autosaboteara le pareció muy buena idea hacer su aparición estelar y molestarme. “No eres como las otras chicas y hay que aceptarlo, o acaso olvidaste que te quitaron el novio por lo mismo. No deberías hacerte ideas tontas querida, esto te lo digo por tu bien” No, no podía volver. Lentamente me senté en el suelo porque sentía que si me quedaba más tiempo parada iba a caer, no tenía estabilidad en mis piernas, mis manos temblaban y el sudor frío aumentó, mi respiración fue haciéndose más rápida y pronto noté que tenía la vista borrosa y las mejillas húmedas, no había caído en cuenta que estaba llorando, un nudo en mi garganta se formó impidiendo que soltara algún ruido. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que tuve un ataque como estos? Ah, ya recordaba. Fue más o menos meses después de la muerte de papá, en esa época madre se esforzaba por tratarme muy mal, parecía que estaba desquitándose por todo el tiempo que no pudo hacerme nada mientras papá estaba con nosotras. Los concursos de duplicaron y el entrenamiento se volvió peor que el infierno, desde la madrugada hasta bien entrada en la noche me concentraba en entrenar, luego tenía que hacer las tareas del colegio, casi no dormía y no pude ni vivir mi duelo de buena manera porque madre no lo permitió. En los escasos momentos en que madre no estaba vigilándome, esa vocecita llegaba a mi mente con fuerza y continuaba con su trabajo en su ausencia. Madre no lo veía, pero en esa época los ataques eran peores, llegué al punto de casi hacerme daño para ya no escuchar esa voz, pero como siempre, la imagen de madre al ver una posible cicatriz en mi cuerpo daba más miedo que esa voz rondando mi mente y no lo hice.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD