CAESAR
Sin duda esa no fue mi noche, estuve rastreando por semanas ese almacén, los vigilé personalmente para que nada saliera mal, fui paciente y esperé a que todos los humanos estuvieran dentro del almacén para no llamar la atención, ¿para qué?, para que no obtuviera lo que estaba buscando, el plan había fallado por culpa de externos, no había valido la pena.
Apenas ingresé al almacén me encargué de apagar todas las luces y de encerrarme junto a los humanos dentro, fui sigiloso en atacar a todos y reunirlos en medio del almacén para hacer las preguntar respectivas y mientras esperaba a que se despertaran comencé a revisar el contenido de todas esas cajas de madera, lo que vi hizo que su marca picara aún más por el enojo que sentía, todas esas cajas contenían armamento, de diferentes tipos y tamaños ¿para qué necesitaban todo eso? Ya no esperé a que se despertaran solos, les pregunté “amablemente” para quién trabajaban y para qué querían todo ese armamento ¿cuál fue su respuesta? “pobre guerrero débil, no tienes idea de nada, tus dioses los dejaron en la oscuridad. No se preocupen que pronto verán la luz con nuestro gran dios del tiempo”
Eso me enfureció más, tanto que acabé con los seis tipos en menos tiempo del que debería, aunque los torturé, ninguno habló y eso me desesperaba ¿ellos sabían algo que nosotros no? Esa mirada burlona y de suficiencia me decía que así era y no me gustaba nada. Todos estos años de preparación y aprendizaje aparentemente no sirvieron para nada, ¿tan lejos estaban de la verdad? Un zumbido en mis pantalones detuvo mi pensamiento negativo, soltando un suspiro saqué mi móvil y contesté sin mirar quién era, después de todo, solo mis hermanos tenían ese número.
— Tenemos una situación aquí. La voz de Adrián resonó a través del celular, me preocupó de inmediato cuando su tono no mostraba la actitud relajada y burlona que siempre solía tener cuando hablaban.
— Dime que esa situación tiene arreglo porque he tenido una noche de mierda en los almacenes.
— Bien… eso aún no se sabe, alguien nos vio mientras te ayudábamos a limpiar tu zona, un civil para ser más precisos.
Un ceño fruncido apareció de pronto, no entendía cuál era el problema. Todos tenían el don de poder borrar la memoria de los humanos que no tenían idea de nada, no era la primera vez que alguien veía algo que no debía ver y lo arreglaban fácilmente borrando la memoria y metiendo otros recuerdos dentro. — ¿y? no entiendo en dónde está el problema, haz lo que siempre hacemos y ya.
— Claro, lo que siempre hacemos, pero verás, eso hicimos en un inicio…
— No se puede Caesar, su memoria no se puede borrar. Al parecer Damián había perdido la paciencia, pero eso no me llamó la atención, lo que dijo sí.
— … ¿Qué?
— Lo intentamos dos veces, pero no funcionó. Hay una especie de pared invisible en su mente y ahora está desmayada en los brazos de Adrián. ¿Qué hacemos, Caesar?
Genial, simplemente genial, una cosa más que se sumaba a mi lista de inconvenientes, mi cabeza palpitaba por la frustración ¿por qué estaba pasando todo eso justo hoy, justo ahora? La corazonada de que algo les habían ocultado se hizo más potente.
— Lleva al humano a mi casa y ponla en alguna habitación, está de más decir que debes cerrar todas las posibles salidas y confiscar su celular y sus cosas hasta que sepamos qué hacer. Llama a una reunión a los que estén libres, necesitamos respuestas y las necesitamos ya.
Corté la llamada sin esperar a recibir respuesta mientras salía del almacén, a lo lejos vi cómo un camión que se acercaba, se detuvo frente a mí, eran mis hombres de confianza a los que llamé apenas entré en aquel lugar.
— Saca todas las cajas y llévalas a nuestro almacén, aquí ocurrió un terrible incendio, lastimosamente nadie quedó vivo ¿entendido?
El hombre al volante asintió con la cabeza y bajó del camión junto a otros hombres que en silencio ingresaron al almacén, eran mis hombres de confianza por algo, entendían perfectamente a la primera vez y no lo decía dos veces. Sin mirar atrás volví a mi auto, al parecer esa noche iba a ser larga.
El viaje a mi mansión fue largo para mi gusto, nunca fui un hombre paciente y ahora con esa situación, estaba al límite. En todo el trayecto mi mente no dejaba de pensar varias cosas a la vez, no tenían idea de los planes de nuestros enemigos, sus extrañas acciones y ahora ¿humanos a los que no se les podía borrar la memoria? En todos los largos años de mi vida no tuvimos ningún problema con eso, ¿qué estaba mal? Con esa pregunta en mi mente llegué a mi hogar, apenas bajé fui a la sala de reuniones encontrando a Adrián y Damián sentados en sus sillas correspondientes. Era una sala amplia con una mesa redonda y doce sillas de madera, ahora solo dos estaban ocupadas, pero justo delante de cada silla, en esa mesa estaban ubicados intercomunicadores, solo uno estaba encendido.
— Parece que los demás están ocupados ¿y el humano? Mis pies se movieron hacia mi sitio y tomé asiento soltando un pequeño suspiro, estaba muy cansado, ahora ya no quería diversión, solo deseaba mi suave cama y dormir unos mil años.
— La hermosa gatita se encuentra segura en la habitación al lado de la tuya, sigue dormida como una bebé, cerramos todo como dijiste y… aquí están sus cosas. Dejó la mochila en la mesa mientras decía aquello. No me sorprendía la actitud coqueta de Adrián, de todos mis hermanos, él era el que más pasaba el rato con mujeres, no lo juzgaba, pero a veces si me desesperaba. —Recorrimos las calles y las limpiamos, solo encontramos a un par de escorias en los callejones que intentaban secuestrar a un par de chicas, como siempre no dijeron nada.
— Lo mismo por aquí en Chicago, en este mes encontramos a seis tipos intentando secuestras a mujeres jóvenes, no se sabe nada de sus intenciones porque los hijos de puta no dicen palabra alguna y no creo que su lealtad sea más importante que su vida… no es que los dejáramos vivos después del interrogatorio. La voz dura y llena de ira contenida de Marcus decía que su paciencia también se estaba terminando, cosa que me sorprendía porque, a decir verdad, él era el más calmado de todos, sin duda aquello me puso nervioso porque indicaba que las cosas no estaban yendo bien. Los reportes de los otros cuatro estados eran igual, marcaban mujeres desaparecidas o sus intentos de secuestro ¿por qué querían a mujeres? ¿qué hacían con ellas? En total habían marcado un total de 4 desapariciones, si no nos hubiésemos dado cuenta, la marca sería más, mucho más.
— Yo tengo algo nuevo, fui al almacén y me encontré con una buena dotación de armamento de todo tipo, no sé cómo es que pueden burlar la seguridad que tenemos, es como si leyeran entre líneas el código que Damián creó. A estas alturas esa dotación está en el almacén número uno, pero seguimos con las preguntas y esto no puede continuar. Movimientos en los bancos, compra de armamento, secuestro de mujeres jóvenes y ahora ¿humanos a los que no se les puede borrar la memoria? Estamos caminando a ciegas y no me gusta.
Mi voz indicaba frustración, pero mis manos estaban ocupadas abriendo y revisando la mochila de la desconocida, algo me llamaba a saber más, era un caballero y en términos generales no era correcto que revisara cosas que no eran mías, pero dadas las circunstancias lo iba a permitir. Había una billetera rosa, llaves, una agenda rosa pastel y un celular. La billetera no tenía gran cosa, solo cincuenta dólares, una tarjeta de débito y una foto de una dama muy hermosa, pero supo por la nitidez y colores blanco y n***o, que era una fotografía antigua. La agenda tenía poco más que reuniones anotadas, debía admitir que la letra de la desconocida era ordenada y hasta bonita, en esa agenda había una fecha anotada que señalaba una reunión dentro de dos días lo que nos decía que teníamos dos días para pensar en una solución o el anuncio de desaparición iba a tomarnos más molestias de las que necesitábamos en ese momento, no es que verdaderamente importara. Al encender su celular una imagen me golpeó inesperadamente, como fondo de bloqueo había una foto de una mujer muy hermosa, era una selfie sonriendo, su piel pálida contrastaba demasiado bien con su cabello n***o azabache atado a un moño desordenado, mostraba dos hermosos hoyuelos en sus mejillas llenas que provocaba darles una mordida ¿serían tan suaves como se veían?, sus ojos estaban un poco achinados debido a la sonrisa, pero podía notar el brillo de inocencia en la imagen, mi mirada bajó a los labios, unos carnosos y pintados con labial rojo, apostaba que si los besaba serían tan suaves como se veían. Solo pude admirar su rostro y los hombros y eso me molestó porque tuve que imaginarme qué tipo de cuerpo tendría la dueña de ese móvil, mis manos picaron en el momento que esos pensamientos llenaron mi cerebro. Aquella mujer se veía tan feliz y tan hermosa que el pecho me dolía. No me detuve a pensar en ese sentimiento y tan pronto como lo decidí, hice a un lado toda imagen de ella. —Es mucha coincidencia que todo esto nos esté pasando al mismo tiempo, no me gusta, por lo que estaba pensando en contactar con las Moiras, ellas fueron las que nos reclutaron así que deberían saber más, lo que sea.
— Mañana haré las preparaciones del caso, les mantendré al tanto de todo eso, avisaré a los que no están para ponerlos al día y por Zeus, hagan lo posible por no traumar al humano. Tras decir eso Marcus se desconectó y toda la sala quedó en silencio, hasta que un zumbido lo rompió, esa hermosa imagen que estaba admirando a escondidas mientras hablaba con mis hermanos y que me negaba a que desapareciera fue sustituida por una llamada, de un tal Jason con un corazón rojo al lado del nombre y de inmediato odié ese nombre ¿por qué llamaba un hombre a esa hora? ¿y por qué me sentía así? Hizo una señal para que los dos hombres que estaban aún con él guardaran silencio, dejé el móvil sobre la mesa y contesté poniéndolo en altavoz.
“gracias a Dios, Nora ¿dónde estás? Sé que me debes odiar ahora mismo y lo entiendo, no debimos hacer lo que viste en tu habitación, pero debes regresar a casa. Tu madre y hermana están preocupadas por ti y… uuhm…sé que no es el momento, pero espero que puedas dejarlo ir, me encantaría que estuvieras en nuestra fiesta de compromiso, a tu hermana y a mi nos haría ilusión… ya sabes, ¿por los viejos tiempos?”
“¿Nora? ¿estás ahí? Al menos dinos que vas a volver a casa”
— Nora está durmiendo ahora mismo, estuvo tan cansada que se desmayó. No supe por qué, pero esa voz me irritaba tanto que no pude quedarme callado y respondí a esa irritante voz.
“… ¿quién eres? ¿se desmayó de cansancio? ¿qué quieres decir? ...” la línea quedó en silencio por unos segundos, pensé que tal vez podría cortar ahora y que aquel hombre no iba a darnos nada más, pero nos sorprendimos al escuchar el grito de ese tal Jason “¡¿Se acostó contigo, abrió las piernas para ti?! ¡¿esa perra te prefirió a ti que, a mí, que la esperé dos años por nada?¡ ¡despiértala ahora mismo y devuélvela a casa!”
Ya no pude escuchar más, colgué la llamada con furia ¿cómo alguien podía referirse a una mujer así? Nosotros éramos guerreros duros, brutos y a veces muy mal hablados, pero siempre éramos caballeros con el sexo femenino, si bien disfrutábamos de un buen sexo, incluso a veces algo rudo, todo era consensuado y en el momento de pasión, nunca fuera de la cama y mucho menos para intentar menospreciarlas ¿qué clase de humano era ese?
Adrián rompió el silencio soltando un silbido en señal de asombro, le siguió la voz de un Damián desinteresado que trabajaba en su portátil —Vaya, un tipo muy ameno. Al menos ahora sabemos su nombre y cómo se ve por su foto de bloqueo, podemos averiguar quién es, quién es su familia y si tiene relación con nuestros objetivos… tendré la información para mañana ¿Se necesita algo más o puedo ir a dormir ya?
— Sabemos otra cosa más, esa gatita es pura e inocente… ¿puedo ser su guardián? Prometo portarme bien.
A veces solo deseaba poder cortarle la cabeza a Adrián y ese era uno de esos momentos, no sabía por qué, pero el solo hecho de imaginar a esa mujer al lado de mi hermano ponía mi sangre a hervir. Puse sus cosas nuevamente dentro de la mochila a excepción del móvil, el cual entregué a Damián. —Desbloquéalo y averigua lo que puedas con él, mañana después del desayuno nos reuniremos con ella y haremos las preguntas del caso, hasta entonces no quiero que nadie abra esa puerta ¿quedó claro?
Sin esperar respuestas salí del lugar directo a mi habitación, traté de no pensar en cómo se veía, cómo era su voz y el hecho que estaba tan cerca de que podría verla si abría la puerta al lado de mi habitación, necesitaba unas horas de descanso, necesitaba tener la mente clara porque tenía el presentimiento que mañana iba a necesitar de toda mi fuerza mental.