Mis manos se convirtieron en puños, el dolor de mis uñas presionando mi piel era bienvenido en ese momento, en mi mente repasaba las palabras de C y racionalmente entendía lo que quería decir, también entendí las razones por las que no podían dejarme ir, pero esa misma parte racional de mi ser, decía que era mentira ¿dioses? ¿una guerra divina? ¿guerreros inmortales y almas puras y divinas? ¿quién en su sano juicio aceptaría esa historia de ficción? Pero otra parte escondida en mi ser, una muy pequeña, casi diminuta esperaba… casi rogaba por que fuera verdad, porque eso significaba que era especial para alguien, porque ahora tendría guerreros que me protegerían, no importa si fuese su deber, me protegerían sin importar qué, yo sería alguien necesaria por primera vez en mi vida. Bajé la mirada hacia mi pecho, mi mano derecha fue hasta ahí y acaricié el lugar donde se encontraba mi marca de nacimiento que se encontraba escondida bajo la ropa.
— Ustedes… ustedes son supuestamente esos guerreros y creen que yo podría ser una de esas almas. No supe si lo que susurré lo habían escuchado, no supe tampoco si lo había dicho para escuchar una respuesta de ellos o para confirmar mis sospechas, pero no me importó. Alcé la mirada y por unos segundos vi a cada uno de los hombres, tomándome mi tiempo para observarlos, para repasarlos con la mirada, buscando algo, no sabía qué, pero lo estaba buscando. Al parecer los tres no dijeron nada, probablemente para darme mi tiempo para asimilar la situación. —Pruébenlo, prueben que lo que dicen es cierto. Una marca parecida a la mía no me basta para creer en todo esto, lo saben ¿cierto?
Damián chasqueó la lengua con desagrado, no esperaba su apoyo precisamente, pero como mínimo esperaba que entendiera la posición en la que me encontraba, aunque chasqueara la lengua las veces que quisiera no iba a cambiar de parecer. No dije nada más, solo los observé, esperando que mostraran esa prueba que tanto pedía.
— Por Zeus, mostrémosle algo a la gatita. Si estuviera en su lugar no lo creería hasta que me mostraran algo. Finalmente, Adrián estuvo de mi lado y yo solo quise abrazarlo y agradecerle, pero solo le di una mirada de agradecimiento, la cual me respondió con un guiño.
Me obligué a mirar a C fijamente, esperando, con una actitud más segura ahora que uno de ellos estaba temporalmente de mi lado. Una mueca apareció en sus labios, hasta pensé que diría que no, pero contrario a mis pensamientos, asintió con la cabeza, y alzó su diestra hasta arriba de su cabeza. Mi ceño se frunció, no entendía nada… hasta que lo vi. La mano de C estaba generando electricidad, pequeños rayos cubrían la palma de su mano, haciendo que se iluminara la habitación, más de lo que ya estaba por los rayos del sol que chocaban contra las ventanas de aquella sala, él no mostraba sentir dolor, no mostraba ningún sentimiento. En ese silencio ensordecedor, un zumbido eléctrico llenaba la habitación.
Decir que racionalmente quería negarlo, decir que tal vez estaba haciendo trampa era un impulso muy fuerte que tenía ahora, pero ¿qué posibilidad había? Si estaba usando un polo corto, no había ningún cable ni nada que indicara engaño. De pronto la imagen de las tres ancianitas que aparecieron en mi sueño aparecieron en mi mente, ellas dijeron que mi vida iba a cambiar ¿se referían a esto? Un suspiro tembloroso salió de mis labios y la necesidad de soltar todo lo que estaba pasando en mi mente era prioritario.
— Yo… siempre pensé que la marca en mi pecho era eso, solo una marca de nacimiento ordinaria… y ahora ¿qué pasará conmigo?
El hecho de regresar a mi vida normal no era una opción, eso ya lo sabía, después de escuchar lo que escuché, de ver lo que vi y de experimentar lo que experimenté, sería una tonta inconsciente si insistía en poner mi vida en riesgo solo por querer volver a lo que denominaba “normal” y estar expuesta a que el bando malo me secuestrara o me matara, o algo peor. “al menos estando aquí con ellos estaré a salvo ¿verdad?”, pensé mientras mi mirada pasaba nuevamente por los tres hombres que ahora serían mis protectores. Necesitaba respuestas, necesitaba desesperadamente que fueran honestos conmigo.
— ¿No te quedó claro? Te quedarás aquí y te protegeremos. Damián soltó un gruñido.
— Estoy consciente de ese hecho, lo que estoy preguntando es qué tan recluida tengo que estar. Entiendo que sus enemigos son los malos y quieren tener a personas como yo, y que si ando suelta por ahí les haría el trabajo más fácil. Pero eso tampoco significa que estaré encerrada en una habitación sin hacer nada, tengo un trabajo al que ir y cosas qué hacer.