Nora
Siempre pensé que después de la tormenta viene la calma, que si te esfuerzas solo un poco mas todo puede cambiar, que, aunque hayas tenido una vida de mierda llena de violencia y una familia que nunca te quiso, puede llegar un día, solo un mísero día donde puedas sentirte tranquila, protegida, pero sobre todo… un poco amada. Pero la vida no es como uno la espera, no es un maldito cuento de hadas donde con un simple bibidi-babidi-bu de tu hada madrina obtienes el vestido, el carruaje y los zapatos de cristal, lista para ver al príncipe que con solo una mirada sabe que le perteneces y obtienes el vivieron felices para siempre que tanto soñaste.
Eso lo sé bien, lo sé malditamente bien desde que tengo uso de razón, lo sé desde que mi querida madre, obsesionada con los concursos de belleza me obligaba año tras año a hacer dietas y ejercicios infernales para evitar subir de peso, me castigaba horriblemente si me atrevía siquiera a probar un pequeño bocado chocolate y me ridiculizaba cuando empezó a notar que su, en ese entonces, única hija biológica, no era físicamente “adecuada” para entrar a dichos concursos. ¿y mi padre? Mi pobre padre era muy sumiso y estaba tan “enamorado” de su esposa que permitía que abuse de mí y aunque él nunca me tocó ni participó en los abusos, tampoco me defendió. Pero aun así lo amaba, lo amaba tanto porque cuando mi madre no estaba, él era el mejor padre, me decía que era su tesoro más preciado, que mi madre también me amaba y que solo se comportaba dura conmigo porque solo quería lo mejor para mí, que siempre iba a ser su niñita preciosa…y yo le creí. Le creí porque era la única persona que me daba un poco de amor, una caricia y un beso, y ni que decir de los abrazos y regalos a escondidas que me daba cuando era mi cumpleaños.
Tal vez si mi padre hubiera alzado la voz y le hubiese puesto un alto a todos esos años de dolor, sabría lo que significa querer de verdad, tal vez si no hubiera perdonado las tantas infidelidades de mamá, yo hubiera sabido que amar no es soportar y callar…tal vez si él no se hubiera ido de la forma en que lo hizo no estaría aquí, en un bus escapando de todo el dolor y la decepción que mi propia familia me acaba de dar. Estoy adormecida, sé que mis lagrimas están bajando por mi rostro y no las detengo, estoy consciente que tal vez la poca gente que está en este bus me mira raro, pero la verdad ha dejado de importarme poco o nada, solo estoy sentada, reviviendo una y otra vez lo que acaba de pasar, intentando saber dónde es que salió todo tan mal y no puedo evitar pensar en que tal vez sea mi culpa, en que tal vez no lo intenté más y mejor, en que no me esforcé adecuadamente, sé que es masoquista, pero no puedo borrar aquella imagen de mi mente…la imagen de mi hermanastra apenas mayor de edad junto a mi prometido de dos años teniendo intimidad…en mi propia cama.
No supe cómo reaccionar, nunca he sido el tipo de personas que enfrentan a otras cuando algo no les gusta, puedo decir que heredé el carácter pasivo de mi padre y ella lo sabía por lo que, en vez de sentir vergüenza o remordimiento, vi en su mirada el júbilo y satisfacción al verme ahí. “Hermanita, no puedes culpar a un hombre como Jason querer buscar algo mejor. Mamá te lo dijo varias veces, pero parece que no haces caso…mírate toda gorda y fea ¿Quién soportaría tener algo con alguien como tú? Jason fue muy paciente contigo ¿Dos años y nunca lo premiaste como debe ser? Aunque…teniendo tu físico entiendo tu decisión de esperar hasta el matrimonio para tener intimidad, nadie en su sano juicio se quedaría voluntariamente contigo después de mirarte desnuda.”
Eso fue todo lo que pude soportar, di la vuelta y me fui de esa casa que nunca fue mi hogar, salí corriendo sin decir ni reclamar nada, tan solo subí al primer bus que encontré y aquí estoy, preguntándome el significado de la vida. Mi mirada gira hacia la ventana y ahí puedo ver mi reflejo, ojos marrones hinchados por tanto llorar, nariz pequeña y ahora roja, labios rojos, cabello n*gro y con ondas atado a una cola. Me doy cuenta que mi rostro no es el problema, objetivamente mi rostro es bonito, el problema está en mi cuerpo, con mi metro sesenta de altura y mis setenta y cinco kilos no diría que soy una de esas mujeres deseadas por su físico, tengo pechos grandes, caderas anchas, piernas gruesas y mis brazos están algo flácidos, no soy exactamente el sueño húmedo de algún hombre, por lo que siempre he intentado esconder mis curvas y mis “cositas de más” con ropa holgada, lo que no funciona muy bien porque me veo más grande de lo que realmente soy, eso lo sé pero esa ropa es como mi barrera de defensa contra el mundo. Un mundo que, si bien se está volviendo algo flexible con el tema de la “inclusión”, aún hay burlas con respecto a los cuerpos considerados diferentes al estándar ¿en serio soy yo el problema? ¿nadie me va a poder querer como soy y como me veo?
Nunca debiste nacer
No puedo creer que tú seas mi hija
Nadie te quiere gorda
Solo serás alguien a quien usar y desechar
La ansiedad asoma su fea cabeza y cuando estoy a punto de tener un ataque de pánico un mensaje en mi celular me hace volver a la realidad.
MADRE:
Lizz ya me contó todo, fue mejor que lo sepas de una vez. Tu compromiso se cancela. Lizz y Jason se comprometerán en unos meses y más te vale estar ahí para felicitarlos con tu mejor sonrisa.
MADRE:
Está de más decir que no quiero ningún escándalo cuando vengas a casa, tu hermana me contó que saliste llorando como loca. Guarda las apariencias y no me avergüences.
MADRE:
Por cierto, cuando termines tu teatrito de autocompasión trae helado y limpia tu cuarto. Tu hermana y Jason ya se fueron al suyo a descansar.
Siento más mensajes llegando, pero los ignoro todos, ¿por qué mamá prefiere a Lizz y no a mí? Cuando papá se fue, mamá no demoró nada en volver a casarse y embarazarse de un rico hombre de negocios, él les dio a mi madre y a Lizz todo lo que ellas querían, pero se notaba que yo no era su favorita y su mirada fría me lo demostraba. Si bien no me faltaba un techo y comida, siempre era todo de las sobras que nadie quería ¿un vestido que no le gustaba a Lizz? Era puesto en el closet de Nora, aunque era obvio que no iba a quedarle, ¿un postre a medio comer? Nora se lo podía terminar porque a ella le gustaba comer. Todos esos años en las que no pudo conseguir su propia comida pasaron y apenas tuvo edad, se puso a trabajar medio tiempo, era perfecto porque nadie preguntaba, a nadie le importaba.
Fueron años más o menos soportable donde trabajaba y me pagaba la universidad, no tenía vida social, pero estaba bien, todo estaba bien, hasta que creí que había conocido al que sería el amor de mi vida, pobre ingenua. Jason de 25 años en ese entonces, el típico chico popular con el cabello rubio, rostro atractivo, cuerpo trabajado y mirada adorable, no entendí cómo es que él, siendo rico y guapo podría fijarse en mí, una joven de 23 años que comenzaba su vida adulta trabajando en una de las empresas más importantes del país, que casualmente pertenecía a la familia de Jason y justamente por eso pensé que era obra del destino encontrarnos. En un inicio el chico guapo se sintió atraído por la asocial joven del área de marketing, comenzó a invadir mi espacio, saludándome sin falta, ofreciéndome café, invitándome a la hora del almuerzo, naturalmente surgió una amistad muy bonita. Aquella Nora inocente le habló sobre su deseo de encontrar a su príncipe azul, y sobre su deseo de ir intacta hasta el matrimonio y el anhelo por tener muchos hijos y darles el amor que esa joven no pudo recibir. El Jason del pasado solo se río y le respondió que era adorable y que él también pensaba lo mismo.
Rápidamente ese cariño se volvió amor y después de dos años comenzaron a salir juntos, pensé inocentemente que Jason iba a ser ese príncipe azul de cuentos de hadas, el que se llevaría todo el sufrimiento que tenía acumulado por años y transformaría todo lo triste en feliz, que iba a pasar con él todos los días de mi vida, que tendrían una hermosa vida con muchos hijos, eso pensé cuando después de un año de noviazgo Jason me pidió matrimonio, pero nuevamente la imagen grotesca de mi hermanastra y él revolcándose en mi propia cama se sobrepuso sobre la imagen que tenía del antiguo Jason. ¿cómo pude pensar que un hombre así iba a ser para mí? No era diferente a todas las personas que se habían burlado de mí a lo largo de mi vida ¿mi madre quería que regresara a casa y durmiera en la misma cama en la que mi ahora ex y mi hermana tuvieron sexo? ¿no deseaba un escándalo y quería que fuera a ese compromiso como si nada hubiese pasado? Ese asco que estaba atascada en mi garganta se convirtió rápidamente en ira, una ira pura y cruda.
En ese momento al fin decidí que nunca más regresaría a esa casa, ni loca iba a asistir a ese compromiso y por supuesto que no iba a dejar pasar esa afrenta, ya había soportado muchos desplantes de mi hermana y mi madre, ya eran suficientes 28 años de sufrimiento, dolor y lágrimas, no iba a soportar más. La Nora de ahora quería una nueva vida, quería un nuevo hogar…la Nora de ahora quería venganza.