Capítulo15 parte 2

674 Words
Solté otro suspiro nervioso, estaba luchando por mantener a raya esa parte fea mía llamada inseguridad, cada dos por tres asomaba su cabeza para decirme que para Caesar solo era un rato, que se aburriría de mí, que mañana en cuanto viera a mi hermanastra se daría cuenta que había elegido a la hermana equivocada, pero nuevamente mi cerebro le hacía batalla para callarla una y otra vez. “Tú puedes hacerlo Nora, él te ve hermosa…eres hermosa” Un ruido en la puerta hizo que mi cuerpo saltara en su sitio, mi cabeza giró hacia el origen del ruido ¿alguien estaba entrando? ¿Qué pasaba si alguien que no era Caesar me veía así? Mis dudas se calmaron cuando vi a mi guerrero vestido de traje entrar a la habitación, en cuanto su mirada me vio supe que fue una buena decisión estar vestida con poca ropa, esos ojos normalmente oscuros brillaron en un hermoso dorado mientras me recorría de pies a cabeza. Sin quitar su vista de mí, cerró la puerta y comenzó a quitarse la corbata en silencio. La habitación se llenó en un silencio gutural y yo solo tenía miedo que mi guerrero escuchara los fuertes latidos de mi corazón. De la corbata pasó al saco, que botó al suelo, cuando estuvo desabotonando su camisa habló. — ¿Qué significa esto, ninfa? ¿quieres que deje ese pequeño coño tuyo rojo y ardiendo para mañana? Mi interior se contrajo por la excitación, mi garganta se secó, su voz era más gruesa y baja de lo que normalmente era ¿cómo era posible que solo con oír su voz me excitara tanto? “respira Nora, puedes hacer esto. Sé sensual” — Mañana es San Valentín y quise darte un pequeño regalo ¿te gusta? ¿esa era mi voz? Sentí un poco de temblor al final de la oración, pero la voz que salió era la de una mujer que intentaba seducir a un hombre. Como para dar énfasis al “regalo” de Caesar, di una pequeña vuelta sobre mi lugar. Cuando volví a ver a Caesar parecía estoico, pero pude notar su respiración agitada en su pecho desnudo, sus manos en puños, y … oh Dios, tenía una tienda de campaña en los pantalones. Armándome de valor caminé hacia él y tomé su mano, jalándolo hacia la cama. — Hoy soy quien te va a engreír así que… relájate. Caesar se sentó en el borde de la cama sin decir nada, mis manos fueron a su pecho acariciándolo lentamente, a pesar de escuchar un siseo seguí adelante. Me puse de rodillas entre sus piernas. — Mi ninfa, yo no… Caesar intentó detenerme atrapando mis manos entre las suyas, pero fui más rápida y comencé a acariciar su entrepierna con ambas manos. — Yo quiero hacerlo… Por unos segundos Caesar me miró presionando mis manos, lentamente las dejó y yo tomé eso como una afirmación. Rápidamente quité el cinturón y abrí la cremallera. Mis manos temblorosas se metieron dentro y sacaron el gran pene de mi guerrero. — ¿Sabías que he sentido curiosidad por saber qué sabor tienes aquí? Mi lengua lamió desde la base hasta la punta, Caesar siseó y colocó su mano en mi nuca, chupé el glande. El sabor salado y masculino de mi guerrero me gustó, era la primera vez que probaba un pene y cada que miraba un porno me preguntaba qué tenía de impresionante hacer un oral, pero ahora me di cuenta del gusto. Ahora que tenía a Caesar en mi vida tenía esa necesidad por complacerlo, por hacer que me necesitara tanto como yo a él, por darle todo ese placer que él me dio en todos estos días que pasaron, para eso practiqué con un plátano y sí, tal vez suene ridículo, pero deseaba no hacer daño a ninguna parte del cuerpo de mi guerrero. Finalmente intenté meter lo que pude dentro de mi boca, solo pude abarcar una pequeña parte de él pero estuve orgullosa por ese logro.
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