— Gracias, tus palabras me han consolado como no tienes idea.
— Si tu agradecimiento es sincero, no es nada, solo dije lo que pensaba. Si es sarcasmo, déjame recalcarte que dije claramente que no tengo emociones y que la única razón por la que yo estoy aquí diciéndote todo esto es porque Adrián se negaba a decir o mostrar algo que dañara la reputación de Nora Black.
— …Ya veo porqué Adrián te pidió que lo hagas. En fin, con eso resuelto, ¿sabemos algo de mi pareja?
— Desde hace cincuenta años Raelus desapareció misteriosamente luego de una peligrosa misión y no se sabe su actual paradero. Estuvimos estudiando y averiguando. Hace un par de días obtuve información sobre posibles ubicaciones ultrasecretas, básicamente son sótanos muy bien escondidos. ¿por qué el grupo de Cronos tiene sótanos tan bien escondidos que solo los líderes de zona tienen conocimiento? He averiguado dos de cinco, cuando tenga todas las direcciones atacaremos al mismo tiempo para evitar que ese grupo cambie de posición lo que sea que guardan dentro.
— ¿Crees que en uno de esos sótanos esta nuestro hermano perdido?
— ¿Qué más podría ser? ¿dónde guardarías tú a un guerrero inmortal que no envejece ni muere a no ser que tenga un arma de algún titán incrustada en su pecho?
— Bien, avísame cuando tengas las direcciones ubicadas. Iré a descansar, necesitaré energía para mañana.
— Bien y ¿Caesar? Soy consciente que a veces el deseo nubla la razón de cualquiera, pero recuerda que eres un guerrero elegido por los dioses y que lo más importante es tu misión. No pierdas tu cabeza por una simple mujer que podría ser una traidora a la divinidad.
Con eso dicho la imagen de Damián desapareció y me quedé solo en la sala de juntas, de pronto toda esa habitación se me hizo muy grande, muy vacía y de pronto me sentí muy solo. Si Damián no me hubiera llamado estaría enterrado entre las piernas de una posible traidora, estaría engañado con su olor, con sus suaves curvas de infarto, con su delicioso sabor. Ahora que lo pensaba, había una posibilidad que esa ninfa estuviera esperándome en mi habitación y sinceramente no deseaba ir a ese lugar, no sabía qué podría hacer con ella en este estado ¿me dejaría llevar por la excitación, le reclamaría o la mataría de una vez?
¿Cómo salieron las cosas así? No sabía cómo la encararía mañana, no tenía claro nada, tenía las emociones muy revueltas y tener a un dios con los sentimientos mezclados, no ayudaban en nada.
— Necesitamos calmarnos, descansemos un poco que mañana tenemos mucho que hacer.
Creo que me lo dije a mí mismo que a Zeus, debía volver a calmarme y centrarme. El comandante Caesar debía volver a aparecer para mañana, sea lo que sea que averiguara debía estar preparado para lo que sea que encuentre. Con eso en mente me fui a una habitación vacía que normalmente no se usaba para dormir.