NORA
No dormí en toda la noche, ¿qué había pasado? Estuve recordando una y otra vez todo lo que sucedió. Me vestí sensual para Caesar, decoré la habitación con mucho esmero y cuando él entró a la habitación, Caesar parecía complacido y muy excitado, estoy segura que le gustó la sorpresa, aún más adoró la felación que le hice entonces ¿qué pasó luego? Cuando creía que por fin iban a pasar otra noche calurosa y enredados, él se detuvo y se fue ¿por qué se fue y me dejó sola y casi desnuda en la cama? ¿había reconocido que yo no valía la pena, que no era lo suficiente para estar con alguien como él? ¿o se había dado cuenta que mi cuerpo no era lo que esperaba, que lo que deseaba en verdad era un cuerpo femenino más tonificado, con menos grasa?
“No, no pensemos así, eres perfecta, así como eres Nora. Tal vez tuvo una emergencia de dioses o algo así”
Estuve intentando hacerme creer que era eso y no que Caesar ya se había aburrido de mí, y cuando me obligué a descansar al fin, me di cuenta que estaba amaneciendo y era el día que vería a mi familia después de más de una semana sin ellos cerca. Lejos de sentirme emocionada por verlos, estaba de mal humor por tener que hacerlo. Con un suspiro tembloroso fui a arreglarme para la dichosa fiesta.
Desayuné, me duché y arreglé en casi toda la mañana, en todas esas horas no había visto señales de Caesar y si debía ser sincera conmigo misma, estaba preocupada por eso “no pensemos en eso, concentrémonos en prepararnos”
Después de un par de horas, una Nora diferente a la que yo haya visto alguna vez me saludaba en el espejo. Llevaba un vestido n***o con escote en V, mangas de tul que cubrían hasta mis muñecas, el vestido se ajustaba hasta debajo de mi busto y luego caís libre hasta las rodillas, unos zapatos con plataforma n***o me hacían ver un poco más alta. Mi cabello n***o estaba atado a una coleta alta y un maquillaje natural en tonos café que resaltaba mi mirada con el delineado en forma de gato, el centro eran mis labios pintados de un color vino, no solían gustarme muchos los colores fuertes, pero la decisión de cambiar un poco mis gustos funcionó bastante bien. En el espejo se veía una Nora sensual, con confianza y segura de si misma “soy perfecta como soy. No tengo nada que envidiar a alguien. Soy perfecta siendo imperfecta”
Con ese mantra y tomando la cartera que había arreglado el día anterior, salí de mi habitación. Esperaba encontrar a Caesar en la entrada y que no me haya plantado o se haya olvidado de su promesa. Casi me resbalo de las gradas al tener aquella vista, un Caesar vestido con traje elegante blanco estaba justo en la entrada, todo en él era blanco, menos la camisa y la corbata que eran negros. Mi garganta se secó cuando su mirada se posó en mí. El dorado rápidamente cubrió el color natural de sus ojos, y tan rápido como lo cubrió, desapareció ¿por qué ese hecho hacía que mi corazón doliera? Con nerviosismo bajé con cuidado las gradas “no te caigas, no te caigas, no te caigas” con cada paso que daba sentía la mirada de Caesar, lo que se suponía que era bajar tranquilamente las gradas, se sintió como una maratón bajo la mirada del guerrero.
— … ¿Estás lista?