Con cada paso que daba, más claros eran los gritos que me dejaban sorda; no paraban de resonar los objetos rompiéndose al ser lanzados.
-¡¿CÓMO PUEDE SER QUE NO LA ENCUENTRAN?!... ¡ENTONCES, PARA QUÉ LES PAGO, MALDITOS INÚTILES!... SIGAN REVISANDO LAS CÁMARAS, BUENOS PARA NADA!-
Era un maldito loco y eso me gustaba: ver lo desesperado y enojado que estaba. Pero ver a los pobres temblar de miedo y a los de seguridad, pálidos como una hoja de papel, que del miedo no podían teclear en las computadoras, era aún más impactante.
Me recargué en la puerta y miré con atención cómo daba vueltas y seguía gritando a todos; estaba rojo por completo.
-Cuando la encuentre, la voy a matar. La voy a encerrar en el puto sótano, sin ver la luz del sol por el resto de sus malditos días.-
Tanto drama por tres horas que no pudo verme, ni que se fuera a acabar el mundo.
- ¿A quién vas a encerrar en el sótano, Demian? -
Dije fuerte y claro, con toda tranquilidad desde mi lugar, a lo que todos voltearon a ver, incluyendo a Demian, quien me quedó mirando como si no esperara que estuviera aquí.
Todos respiraron aliviados al verme, tan exagerados, pero estaban asustados, y más con este loco que hizo su show. Ambos nos mirábamos fijamente hasta que sus puños se cerraron y caminó hacia mí con rapidez, lo que me puso en alerta. De seguro iba a tratar de golpearme y tirar de mi brazo como siempre lo hacía, a gritarme e insultarme. Pero yo no me iba a dejar, así que me preparé por si llegaba a lastimarme.
Sí me tomó del brazo, pero no esperaba que fuera a jalarme y abrazarme con fuerza. De su boca salió un suspiro tembloroso. ¿Qué estaba pasando? Estaba muy confundida, porque él me abrazó y no me lastimó como siempre lo hacía.
- ¿Dónde te habías metido? Te estuve buscando como loco. -
Fueron sus palabras las que salían con preocupación contra mi cabeza; sus brazos cubrían por completo mi espalda y sus manos me acariciaban. No entendía nada; creía que estaba solo fingiendo preocupación, hasta que escuché el latido de su corazón. Era rápido, su pecho retumbaba y su respiración era irregular. Incluso me dio besos en la cabeza.
—Creí que me habías abandonado... Creí que te habías ido...—
Su voz había cambiado, incluso su forma de hablar; se escuchaba que quería romper a llorar.
—No vuelvas a hacer eso... Tenía miedo de perderte...—
No estaba mintiendo; sus palabras salían con tanto miedo y dolor. Me hizo feliz volver a escuchar la voz que tanto me encantaba de él, su personalidad que tanto me gustaba. También lo abracé y acaricié su espalda, tratando de calmarlo.
—Está bien... No me fui a ningún lado, solo... Estaba recorriendo la mansión y entré a la biblioteca, pero me quedé dormida, Demian... Ya paso —