No se trata de en cual momento de tu vida estés, sino cómo lo observes. Y en este preciso momento, mi vida es de colores opacos, miserables y depresivos.
¿Por qué? Esa no sería la pregunta. La pregunta sería más bien ¿Por qué gastaba el oxígeno de la tierra en este momento? ¿Por qué los hombres te mienten diciendo que te aman mientras se acuestan con otra? ¿Por qué mi patética condición económica me obligará a vivir con un desconocido?
Para resolver un tanto todas esas incógnitas déjenme explicarles quién soy o por qué me encuentro en esta infernal situación.
Mi nombre es Aisha Rose, tengo 25 años, trabajo, corrección trabajaba en una importante compañía telefónica. Era una buena empleada, tan buena que fui la empleada del mes por 14 meses seguidos. Pero eso le importó a mi jefe para que me despidiera.
El motivo fue que ataque con un bate el auto de mi ex novio.
Sé que quien lea esto pensará que estoy loca pero deben entenderme. Tras una relación de 7 largos años, mi novio David me cortó. No solo eso, sino que me enteré que le pidió matrimonio a Jane, su supuesta “amiga”… antes de cortarme oficialmente.
Mi irá desbordada en plena borrachera en contra de su Toyota Avalon del 2020, terminó en un arresto y el pago de las reparaciones del automóvil. Me dejó en la ruina. Se rego el chisme en mi trabajo, y me despidieron. Para el colmo mi padre sufrió de un infarto hace meses, no había podido trabajar, y el costear todos esos pagos, contribuyó a que me retrasase en el pago del alquiler de mi departamento. No tenía dinero para seguir costearlo para mi desgracia, tendría que irme de allí.
Pero mi mejor amiga Patricia me presentó una idea que detesté desde el inicio, aun así cuando eres pobre debes ceder. La idea era que aceptase un roommate para así poder conservar mi departamento. Eso me trajo a este presente, esperando al fulano Etienne, en este lindo café con decoración floral y rústica.
El mochaccino que me estoy tomando está delicioso, y me ayuda a pasar por alto que el fulano no ha llegado a nuestra primera cita como roommates. Se suponía que charlaríamos para llegar a un acuerdo sobre si seriamos compatibles o no hoy. Sin embargo, lleva 20 minutos de retraso. Prometedor.
No conozco de nada al Etienne ese, solo que Patricia me lo recomendó, y confió en Patricia. Tengo mis dudas, nunca me imaginé viviendo con un hombre desconocido, pero la buena noticia es que es gay. Por lo que… supongo que podré con ello.
Atragantándome de café puedo visualizar como por mi lado pasó un hombre bastante alto. ¿1,86 o más quizás? Ciertamente parece modelo no solo por su altura, sino por su contextura delgada y su rostro angelical de ojos grises, y cabello color chocolate con leche. Parece joven ¿tendrá 20 o menos? Unos años más y podrá ser un rompecorazones de mujeres de mi edad. Está buscando a alguien, que no encuentra así que se dirige a la encargada del café.
No es mi problema pero me le quede viendo con curiosidad. Ese abrigo que tiene puesto es una excelente imitación Burberry, me pregunto dónde lo habrá comprado. Quizás podamos hacer plática mientras mi roommate se digna a aparecer. Aprovecho para detallar el resto de su ropa, pero soy interrumpida por su mirada. Me capturó mirándole, y mi rostro se vuelve en una disculpa simpática, que es correspondida con una ceja levantada.
“¿Qué me miras?” debe estar diciéndome en su mente. Ay sí. Disculpa por verte desconocido y envidiar ese excelente ojo para imitaciones. Me concentro en mi café, pero sin esperarlo esa imitación que tanto me cautivo se coloca en mi frente. Al alzar mi mirada doy con el hombre que me quede observado.
─ ¿Tú eres Aisha? – me cuestiona en tono arrogante.
─ ¿Por qué preguntas? – imito su tono.
─ Tenemos una cita, yo seré tu nuevo roommate – me afirma, no me pregunta.
─ ¿Es muy pronto para asegurar eso o no? Ni sé tú apellido – le lanzo una sonrisa de no me simpatizas.
─ López. Siguiente pregunta – se sienta y recuesta del espaldar de la silla.
─ ¿Etienne López?
─ Sí ¿algún problema? – ese tonito arrogante no ha cesado. ¿Será que Patricia se equivocó?
─ No – trago tratando de ser política, tu impulsividad te llevo a esto, contrólate – dime Etienne ¿por qué debería aceptarte como compañero de apartamento?
─ Porque necesitas dinero y yo te lo puedo dar ¿hace falta más?
─ Puede que a ti te falte más dinero del que gastarás conmigo, porque se necesitan de dos para bailar este tango – me cruzo de brazos y él entrecierra los ojos.
Él hace un resoplido. Como si se estuviese diciendo lo que yo me dije hace poco. Debe ser alguien impulsivo, los impulsivos son los que terminan en situaciones así.
─ Además de tener la cuota de dinero asignada que me comento Patricia necesitabas, soy ordenado, limpio y responsable. ¿Qué más quieres saber de mí? – me dice como si me estuviese haciendo un favor.
─ ¿Cuántos años tienes? ¿en qué trabajas?
─ Tengo 25. Desempleado – suelta como si no fuesen dos desventajas.
─ ¿Eso no es apetecible en un compañero de apartamento?
─ ¿Si? ¿Cuántos años tienes tú y en qué trabajas?
─ 25 y desempleada – sonrió sardónicamente – ¿satisfecho?
─ Un poco. Ahora me toca hacer una pregunta a mí.
─ Claro has tú la entrevista y me apruebas para vivir en mi departamento.
─ Técnicamente si pagas un alquiler no es tuyo del todo. ¿Mi habitación tiene baño privado?
─ No… solo la principal lo tiene. Pero puedes usar el de visitas que queda cer… – me interrumpo porque está levantándose – ¡espera! ¿A dónde vas?
─ No me interesa alquilar si no tengo un baño privado. Tengo dinero de contado para pagar una habitación con mi baño privado.
─ Oye siéntate – él se sienta algo aburrido – mi departamento no es cualquier departamento, es un buen departamento, céntrico, cerca de todo, un barrio seguro, si tienes auto hay un puesto de estacionamiento que puedes usar.
─ ¿No tienes auto con tu edad? – me interroga como si fuera un alien.
─ El transporte público hace feliz al medio ambiente Etienne.
─ … no tienes dinero para comprarte un auto ¿no? – se mofa de mí.
─ ¿Supongo que tú sí y usarás el puesto de estacionamiento? – le sonrió también con malicia y a este se le cae la sonrisa. Lo atrape. Detrás de toda esa arrogancia hay alguien que tiene solo lo necesario para pagar lo que yo ofrezco.
─ Sigo queriendo un baño privado – me vuelve a insistir.
─ ¿Por qué es tan importante un baño privado? – digo cansada.
─ Si no lo fuese por qué no cederme la habitación principal.
─ ¿En serio? ¡Porque tú serias mi inquilino y yo tendría que mover todas mis cosas a la otra habitación!
─ Sí, pero sin mí no podrías estar más tiempo en tu departamento. Con mi depósito de seis meses podrías salir de tus retrasos. ¿Quién más te ayudará con ese dinero con tanta rapidez?
─ Si la vida fuese justa muuuuchas personas.
─ No lo es. Esa es mi condición – impone con seguridad.
─ ¿No te interesan otras ventajas en mi locación? Como… como… el permiso de pernoctar con tu pareja por las noches.
─ ¿Se necesita permiso para eso? ¿No es evidente que si lo hace? – agrega con confusión malvada.
─ Se supone que sí. Lo de las parejas se discute con los habitantes del sitio. Porque si sumamos mi popularidad y el desfile de hombres que podría pasar por ahí si quisiera pffff. Y lo mismo ocurriría en tu caso, pero debemos ser conscientes de que esa estadía no puede ser larga ni muy variada por temas de seguridad. Espero que tengas buen gusto en hombres. Son muy dañinos, sin ofender.
Etienne se me queda viendo con una mueca molesta. Puedo ver su lengua pegándose de su mejilla. Puede que mi mentira de la promiscuidad no me haya hecho parecer liberar y una mujer independiente sino lo contrario. Por cómo está vestido, podría decir que es conservador pero con una excelente estilo de moda. Si sus novios se parecen a él, tendré colirio para los ojos por seis meses.
Mis desfiles imaginarios de modelos son interrumpidos con la aparición de una voz chillona e infantil. La puedo reconocer pero mi fuego interno se rehúsa a verle… es Jane… la prometida de mi querido ex.
─ ¡Aisha! ¿Cómo estás? ¡Tanto sin verte! – me habla esa mujer como… como si… nada.
Me contengo, que la mato e inhalo hondo muy hondo. Etienne me ve extrañado tratando de descifrar qué me ocurre, pero sin poder evitarlo mis ojos van a la mano derecha de la enana esa con el diamante gigante. Jane se da cuenta, por la posición de su mano, quería que yo lo hiciese de todas formas.
─ ¡Ah mi anillo! ¿Es lindo y grande no? Le dije a David que no me gustaba la joyería tan estrambótica pero sabes cómo es él – ríe como… como si… no pasase nada – Sé que David y tú no terminaron en buenos términos pero yo quisiera que fueses a nuestra boda, para que puedan solventar todo lo malo que se dijeron ¿aceptarías ir? ¿irás sola o con un novio?
Ella se ríe de mí, como si fuese imposible para mí tener un novio después de lo que ella me hizo. La ahorco, la apuñalo, le parto la taza por la cabeza, que alguien me controle. Fuerzas astrales, chacras internos, alguien, algo.
─ ¿Quién es tu amigo? ¿Por qué no me lo presentas? – pregunta con curiosidad aniñada.
─ Soy Etienne, el –
─ Es mi nuevo novio Jane. Etienne lo es, si me invitas deberás invitarle a él – digo con seguridad – ¿No Etienne?
Jane ve con confusión a Etienne como si no pudiese ser cierto lo que digo. Como si David le hubiese dicho que no sería capaz de rehacer mi vida amorosa, después de la ruptura.
─ Sí somos novios y hasta vivimos juntos. Me he apoderado del baño de la habitación principal ya incluso – Etienne me mira con astucia y yo misma me he puesto entre la espada y la pared.