Me siento nerviosa mientras observo mi reflejo luego de colocarme el vestido para esta noche.
—Por Dios, Evie. Date prisa. Gianna ya está desesperada porque lleguemos... Wooo —dice Maddie al entrar a mi habitación.
—Es demasiado ¿No crees?
—Para nada, Evie. Te ves preciosa —menciona al entrar. Busca algo entre mis cosas hasta que saca un collar.
—Este le queda perfecto.
Lo miro y sonrío. Lo agarro y me lo coloco.
—Bien, ahora vamos. Antes de que mi madre venga por las dos y nos lleve de las orejas al auto—reímos al salir.
Ya en el auto, mi madre termina de ponerse sus pendientes y mi padre maneja con calma mientras come unas galletas.
El celular de mi madre suena y responde rápidamente.
—Tranquila, ya vamos para allá —responde—... ¡¡¿Qué?!! —exclama haciendo que mi padre de un volantazo.
—¿Y eso cuándo paso? Por Dios. Tenía la esperanza de unir a nuestras familias —dice y suspira.
Frunzo el ceño. Para nadie es un secreto que mi madre siempre ha deseado que alguna de nosotras tenga una relación sentimental con los gemelos. Pero ninguno de los cuatro está interesado en eso. Al menos yo no. Solo los veo como mis hermanos, en este caso primos.
Maddie parece estar curiosa porque guarda su celular para poner atención.
—No te preocupes. Estaremos en acción en el primer descuido. Avísale a Katia. Te dejo porque ya vamos llegando. Chao, querida —cuelga.
—¿Qué sucede, mamá? ¿Era la tía Emma? ¿Algún problema con los gemelos? —cuestiona de inmediato Maddie.
Mi madre suspira y luego mira a mi padre quien también le ha dedicado una mirada rápida.
—Emma me dijo que al parecer uno de los gemelos trae acompañante -menciona con calma medida. Mira a ambas por el espejo retrovisor. Sabe que para nosotras son importantes.
Yo trago en seco y Maddie agranda los ojos. Sorprendida de escuchar eso.
—Bueno, debe estar feliz la tía Emma —menciono, tratando de sonar convincente.
Aunque no sé si lo digo realmente por la tía Emma o por mí. Desde que tenemos edad para salir con personas, nunca he visto a los gemelos con novia o algo parecido.
—Emma cree que está con él por su dinero.
Mi padre niega.
—Emma cree eso de todas las chicas anteriores.
Mamá lo mira con los ojos entrecerrados y la sonrisa de mi padre desaparece.
—Como sea. Lo importante es descubrir sus intenciones antes de que hablen de boda.
El alma se me va al cielo al escuchar eso.
Maddie me mira y parece estar procesando la información igual que todos.
Llegamos al lugar de la fiesta y bajamos.
Maddie corre en busca de los chicos.
Yo me quedo con mis padres y entramos con calma.
—Bienvenidos —saluda mi tía Emma. Viste un hermoso vestido color azul noche de hombros descubiertos y una sutil abertura sobre la pierna izquierda.
Se saludan con un beso en la mejilla.
—Los hombres están en el bar que Alessandro pidió —señala y mi padre asiente antes de dejar un beso en la frente de mi madre y caminar hacia donde indicó mi tía Emma.
—Yo iré con las chicas —comento.
—Claro, cariño —responde mi tía Emma. Su bello rostro tiene un tinte de preocupación en él.
—Entonces eso te dijo...
Me alejo, aunque claramente quiero escuchar esa plática.
Pero es mejor no espiar. Nada bueno sale de eso.
Llego hasta donde están los chicos.
Lara y Roger discuten como siempre, son hermanos y solo se llevan por 10 meses de diferencia. Son hijos de Raúl y Heidi, un par de amigos de mis padres y de los señores Giordano.
Emma no es mi tía, pero la tratamos así por el cariño y amor que nos das y que mi madre y ella se tienen al igual que con Katia, la
hermana de mi tía Emma. Y hablando de Katia... Pues ella y el tío Gianluca tienen una hija. Pía . Es una chica de 20 años con ideas rebeldes. Siempre está en problemas y una que otra vez nos ha arrastrado a todos.
Y por último está Julia, la única que hemos aceptado en el grupo. Antes éramos nosotros 7 contando a los gemelos, pero desde que se fueron solo somos nosotros 6 con Julia agregada.
—Hola, chicos -saludo al acercarme.
Todos me miran y me sonrojo. Agradezco las luces tenues del lugar.
—Te ves preciosa —Gianna es la primera en hablar y saludar.
Ella es mi mejor amiga.
A pesar de ser casi un año mayor que ella, nos llevamos bien.
—Esta noche viniste a deslumbrar, chica —dice Julia con una perfecta sonrisa mostrando sus dientes blancos.
—Creo que me he enamorado —bromea Roger.
—Hey. Es mi hermana —lo apunta Maddie y Roger alza las manos.
Es un chico enamoradizo. Sale con lo que sea que tenga dos razones por delante.
Su porte de chico malo siempre le atrae chicas.
Charlamos un poco sobre nuestras próximas vacaciones en grupo antes de ir a la barra para pedir unos cócteles.
Los invitados de los Giordano ya han llegado.
Esta vez son pocos en comparación a otros eventos.
Todos esperan con ansias el momento en que anuncien la llegada de ellos.
Yo estoy nerviosa.
Luego de no verlos por casi cinco años, ya quiero verlos. Ellos siempre fueron como hermanos para nosotras. En especial Massimo, quien me cuido durante el colegio hasta que tuvo que irse a otra ciudad para estudiar la carrera junto con Vincenzo.
—¿Pasa algo, Gianna? —cuestiono al verla pedir otro cóctel. Este con alcohol.
Ella me mira y muerde su labio antes de asentir.
—Escuché a mis padres está mañana. Hablaban de algo sobre una chica. No sé cuál de mis torpes hermanos trae una chica —dice molesta y sorprendida a la vez.
Sonrío. En la vida de los gemelos nunca ha habido una chica más que su hermana, y supongo que saber que esto puede cambiar, a Gianna no le gusta. Pero es algo imposible de evitar. Todos, incluso ella, se enamorarán.
—Tranquila. Estoy segura de que nadie va a ocupar tu lugar —trato de tranquilizarla.
—Hubiera preferido que fueras tú o Maddie y no una extraña —suelta, sorprendiéndome. Ella me toma de las manos y me mira a los ojos—. Por favor. Promete que me ayudarás a saber si esa chica en serio es buena para el idiota de mi hermano y si no lo es, me ayudarás a alejarla.
—Gianna, no creo que...
—Promételo, Evie —exige. Sus grandes ojos verdes me miran expectantes.
Asiento—. Lo prometo.
Ella sonríe y me suelta las manos antes de agarrar su copa.
En eso escuchamos al DJ pronunciar las palabras que tanto he esperado esta noche.
—Con ustedes... ¡Massimo y Vincenzo Giordano!
Los aplausos estallan y lentamente las puertas dobles del lugar se abren.
Por estas, aparecen ellos.
Ambos altos, de cuerpos atléticos, con trajes a la medida.
Vincenzo con un traje de color claro. Su cabello rubio claro y lacio cae despreocupadamente por su frente. Dándole un toque relajado.
Y Massimo... Él viste de color oscuro. Su mirada es imponente, penetrante. Imposible de sostener.
Su cabello rubio oscuro y lacio está peinado perfectamente de lado. Dándole ese porte de hombre de negocios. Y distante.
'Tan iguales y tan diferentes a la vez'.
Y por primera vez en mi vida, veo a Massimo con otros ojos.
Algo que no debería estar pasando.
Pero que no puedo evitar.
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