Capítulo 2

1174 Words
Me mantengo alejada de todos. ¿Como fue que pasé a sentir esto? Joder, no puedo enamorarme de un Giordano. Eso sería insesto o algo parecido al ser nosotros. No. Me niego a dejar salir eso. —Evie... —me sobresalto—. Perdón, no era mi intención asustarte —menciona Gianna pintando una risita. Palmeo mi pecho y sonrío. —Descuida. Estaba distraída en... —viendo a tu delicioso hermano. Pienso. —Lo sé. Mi madre hace todo a lo grande —dice y mira la decoración del lugar y yo solo pienso en su hermano. —Claro. —Vengo porque no has saludado a mis hermanos y Vincenzo a preguntado por ti. Además, necesito que me ayudes a evitar que Maddie lo deje sin herencia —menciona. Mi corazón comienza a bombear rápido al pensar en que debo saludarlos. —Yo... —Vamos, Evie. O ellos van a venir por ti —sentencia. —Bien —me dejo llevar por ella. Pasamos en medio del lugar. Los invitados estás en sus mesas disfrutando de los aperitivos que se prepararon. A los lejos veo a mis padres con mis tíos, los chicos y los gemelos en una gran mesa. Nos acercamos hasta que los adultos nos ven. —Princesas —saluda el señor Alessandro. A pesar de tener ya sus años, sigue siendo un galán. Julia dice que es como los vinos, entre más viejo, mejor. No por nada sigue siendo uno de los millonarios más deseados por las mujeres en esta ciudad. Gianna no tiene amigas por lo mismo. O se acercan por sus hermanos o por su padre. —Evie, creí que no vendrías a darnos la bienvenida —dice Vincenzo con aquella sonrisa coqueta y ensoñada que desde pequeño tiene. —Ho-hola, chicos —digo a penas. Dirijo la mirada a Massimo y él ya me está viendo. Su rostro serio no me deja saber si está feliz o molesto o simplemente, le da igual mi presencia. A su lado veo a una joven hermosa de cabello pelirrojo oscuro. Está del brazo de él, Su mirada me molesta un poco. Es altanera. Seguro es insoportable. Y entonces mi cerebro hace click. Ella es la chica que venía con ellos y Massimo es el estupido que la trajo. Vincenzo cubre mi campo de vista al abrazarme. —Aléjate, es mi hermana —dice Maddie golpeando su brazo. Todos ríen. Vincenzo se aleja, pero mantiene su brazo sobre mis hombros. Por Dios, ¿cuándo crecieron tanto? No cabe duda que son gemelos. Por lo único que los diferencia es por color del cabello y un pequeño lunar cerca del labio inferior que tiene Massimo. Y la sonrisa. Vincenzo siempre tiene una sonrisa colgando en sus labios y Massimo es más... ceño fruncido. Como ahora. —Massimo —me animo a decir. —Evie —pronuncia. Y maldita sea... un escalofrío me recorre la columna al escuchar su profunda voz. Nos quedamos viendo por lo que parecen siglos. Probablemente solo fueron segundos. Pues su acompañante rompe la tensión entre nosotros. —Hola. Soy Sonia, la... —La amiga de Massimo —interrumpe tía Emma. La mira seriamente y Sonia solo aprieta los labios sin decir más y baja la mirada. Massimo se aclara la garganta y se libera disimuladamente de su agarre. —Iré por bebidas. ¿Quieren? —menciona. Todos aceptan y él asiente. —Evie, acompaña a mi hermano. Serán muchas bebidas —me empuja Vincenzo. Massimo lo mira y lo veo apretar su mandíbula. Quizá no me quiere cerca. —Mejor... —Anda, ve —me empuja Gianna haciendo que choque con él. —Lo siento —musito. —Basta. No sean tímidos. Somos familia —pronuncia el tío Gianluca con una sonrisa traviesa. —Vamos —pronuncia Massimo y de repente, me toma de la mano. Un corrientazo recorre mi cuerpo al sentir su tacto. A los pocos pasos me suelta. Caminamos uno a lado del otro. Algunos invitados lo saludan desde sus asientos. El silencio entre nosotros se siente —¿Cómo has estado? —trato de romper el hielo. —Bien. Pero supongo que lo sabes —dice secamente. Muerdo mi labio inferior. Por supuesto que lo sé. Siempre estaba presente cuando Gianna hablaba con sus hermanos. Pedimos las bebidas y al tenerlas regresamos con los demás. Las entregamos y el señor Alessandro propone un brindis. Yo solo me quedo en blanco. Sin pensamientos claros. —¡¡¿Qué!!? Salgo de mi aturdimiento al escuchar la voz de Maddie. La observo. Luce molesta. Su ceño nunca se había fruncido de esa manera. —Es una empresa familiar, Maddie. Pía, Lara y Roger también trabajarán en la empresa —comenta la tía Katia con ese tono tranquilo que posee. Miro a mis padres y ellos sonríen. —Supongo que estabas en la luna —dice mi padre. Suspira divertido al ver mi rostro de confusión—. Lo que Emma acaba de informar es que ustedes serán las secretarias de los gemelos a partir de ahora que asumirán el puesto de Ceo y Vicepresidente. Así nosotros podremos darnos vacaciones. —¿Nosotros? —cuestiona Maddie. —Si. Tus padres, los Giordano y nosotros tomaremos unas vacaciones en un crucero que recorrerá varias partes del mundo —responde Heidy, la madre de Lara y Roger. —¡¿Van a dejar la empresa en manos de nosotros?! —dice Roger. —Así es. Por eso fundamos la empresa Fusión Luminia —menciona mi padre—. Para asociarla con la Giordano y ser solo una. Y de esa manera ustedes podrían llevar la empresa al éxito. Juntos. —Pero apenas somos unos niños —exclama Gianna. Y yo quiero reír. O llorarLo que sea primero. Antes de poder escuchar dar una respuesta. Alguien más se les adelanta. —Por eso nosotros nos quedaremos —giramos y vemos al señor Lorenzo y a Seline. —¡Bisabuelos! —exclamamos todos los jóvenes. Los redeamos en un gran abrazo. Ellos decidieron vivir en Italia y en ocasiones nos visitan o nosotros los visitamos. Apesar de que la mitad de nosotros no somos familia de sangre, nos queremos como si lo fuéramos. —Abuelo. Dijeron que nos acompañarían al crucero —menciona tío Alessandro. —La salud de tu abuelo ha estado algo delicada estos meses. Por eso decidimos quedarnos y apoyar a los jóvenes para evitar que a su regreso encuentren una empresa en bancarrota —comenta Seline con diversión. Los rostros de preocupación se hacen presentes. —Bisabuelo, si no estás bien de salud, lo mejor sería internarte de urgencia —comenta Vincenzo. A lo que el señor Lorenzo responde dándole un sape en la cabeza. —Yo estoy bien. ¿Me ves en estado decrépito? —Vicenzo se soba y niega —. Es porque solo es un detalle mínimo. —Estaremos felices de tenerte como guía, bisabuelo —menciona Massimo y eso es suficiente para que todos asientan y los adultos respiren tranquilos. . . . .
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