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Amor y otros Ingredientes

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Blurb

Tú primer amor de la adolescencia se casa, dejándote con el corazón roto.

De vuelta en tú pueblo vas a tener que aprender a vivir con que hay amores que no están destinados a ser. Necesitas dejar ir y quien te ofrece su ayuda es un carismático, pero arrogante muchacho con mucho amor propio y que nunca se ha enamorado.

¿Podrá él que nunca se enamora, enamorarse? ¿Y él qué siempre se enamora, no enamorarse?

¿Encontrara Nic La receta del Amor ideal?

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Capítulo 1
(SPOILERS DE "DÉJALOS QUE HABLEN") Agua 280 ml Levadura fresca 2g Harina 280g Aceite Virgen 10g Sal 10g Salsa de Tomate 270g Orégano Mozzarella 250g Jamón Serrano Rúcula Parmesano Esos son los ingredientes para la receta de la pizza. Puede variar en cuanto a algunos ingredientes, ya que todo depende de los gustos. No a todos nos gusta la misma clase de pizza... más baja, más alta, con bastante salsa, apenas pintada, más crujiente, más esponjosa, con ananá, sin ananá. Pero, me atrevería a decir, que es una verdad universal podría ser... A todo el mundo le gusta la pizza. De alguna u otra forma. Y al que dice que no, es porque no ha probado su pizza. No le ha llegado esa pizza ideal. Muchas veces creemos que no nos llegara, pero lo hará. Y en el momento menos esperado y de la forma más inesperada. ****** Los veo bailar, en el centro de la pista del pequeño salón. Ambos hablan entre ellos, parecen metidos en su propia burbuja. No puedo evitar sentir celos. Quisiera tener esa cercanía con alguien. Quisiera ser yo a quien él mira de esa forma. Para ser honesto, en mi película Disney que me monte en la cabeza, yo bailaba con él. Pero no todo resulta como lo muestran en las películas, mucho menos si es una de ese estudio del demonio, que crea fantasías pero que cuando creces te las rompen en la cara. - Para ser que estamos en una boda tienes una cara bastante siniestra. - dice mi mejor amigo, sacándome de mis pensamientos. - Estaba con mis pensamientos en otro lado. - digo. - Sabes que suelo irme. - ¿Te encuentras bien? - me pregunta, pero no en el típico tono que me preguntan todos los demás, ese tono que utilizan de preocupación, de que tratan con un maníaco. - Si. - digo sin pensar, ya que es mi respuesta automática. - ¿Dónde está Ciro? - pregunta extrañado. - Empacando, posiblemente. - digo encogiéndome de hombros. - ¿Han peleado? - Más bien terminado. - digo. Su rostro sigue neutro. - Mentiría si te dijera que me sorprende. - dice. - Podría haberle salido un tercer ojo en el medio de la frente y no lo hubieras notado. - Lo alargamos por cuatro meses. - digo. - Quería evitarme la etapa del rompimiento. Sin mencionar que el pueblo es un pañuelo y lo voy a ver cada vez que doble la esquina. - ¿Qué has tomado? - me pregunta. - ¿A que te refieres? - digo extrañado. - Llevas la cara neutra. - Puede que haya tomado uno de mis calmantes y existe la mínima posibilidad de que haya perdido la cuenta en la copas de champage. - ¿Bromeas, no? - dice serio, quedo callado. - ¡Nic! - agrega molesto. - ¿Cuándo te convertiste en mi padre? - digo. - Por dios, ¡es una fiesta!. Además no hay forma de que pueda llegar al final de este día sin unos calmantes y unas copas de alcohol. Me sigue mirando molesto. - Lo hablamos, habíamos quedado de que si no te sentías bien nos quedamos en el hotel. - Primero, tenías que estar acá por René. Segundo, no quería ser el único que no viniera. Es decir, iba a ser mucho peor. Porque Gabe cree que está todo bien, que es tema superado y es más incómodo si ve que en realidad no es así. ¿Me entiendes? - No. - dice. - Pero para ser sincero no te entiendo desde hace ocho años a que demonios le viste. - Ay, no empieces. - digo. - Te recuerdo que es tu cuñado. Además, creí que estaban bien. - Estamos bien con respecto a no matar al otro, eso no quiere decir que seamos mejor amigos y hagamos pijamadas. De todos modos, ¿Quién se lleva bien con sus cuñados? - Yo me llevo bien con los míos. - Porque eres tú. - O porque tú y Gabe tienen un carácter muy de mierda y por eso chocan, porque son iguales. - No vuelvas a decir que me parezco a él. Río. - Las mejores amistades empiezan con un poco de odio. - No sigas hablando. - dice con fastidio. Se acerca René a nosotros. - ¿Qué palabra tengo que usar para bailar con mi sexy novio? - dice el rubio pícaro. - Con tal de no seguir la conversación que estábamos teniendo con Nic bailo hasta árabe contigo. - dice Nate y toma la mano de René, llevándolo a rastras hasta la pista. Río. Mi risa se desvanece al mi vista fijarse de nuevo en él. Sonríe y de besa con el que ahora es su esposo. Suspiro. ¿Por qué me cuesta tanto dejarte ir? Necesito aire. Salgo al pequeño jardín que hay en la parte trasera. Saco mi paquete de cigarrillos. Me coloco uno en la boca, cuando comienzo a tantear los bolsillos de mi saco y de mi pantalón, me percato de que no tengo el encendedor. Diablos. Estoy por entrar fastidiado. - ¿Necesitas fuego? - oigo una voz masculina. Había salido tan en mis pensamientos, que no me percaté de su presencia, lo que podría considerarse una ofensa, ya que como no ver a alguien tan encantador. Esta apoyado en la pared, a unos pocos metros de distancia. Me mira con sus ojos verdes azulados, lleva una camisa blanca que permite ver su cuerpo tatuado, ya que tiene las mangas arremangadas hasta los codos y los primeros cuatro botones desprendidos, lo que deja al descubierto una parte de su pecho. Me pego una cachetada mental y vuelvo a la realidad. - Si, gracias. - digo. - Creo que perdí el mío. - me acerco a él y me inunda la nariz con su perfume. Saca de su bolsillo el encendedor y me extiende con la llama encendida. Me coloco el cigarrillo entre los labios y acerco la punta hacia la llama, lo que hace que se encienda. Le doy una calada. - Gracias. - digo. - Todo sea por un compañero fumador. - dice. Al estar más cerca, logró observarlo mejor. O yo estoy alucinado con él o es idéntico a Gabe. - ¿Tú... tú y Gabe son parientes? - Soy su tío. - dice. Río, pero noto por su mirada que lo dice en serio. - ¿A sí? - pregunto extrañado, ya que debe tener mi edad. - Su padre es mi medio hermano. - dice. - Que puedo decir, a mi viejo le encanta el sexo sin protección. - Que va... - digo con sorpresa. - Pierre Wallace. - dice extendiéndome su mano. La tomo y la estrecho. - Ah, sí. - digo al recordarlo. - Gabe y René te nombran mucho. - Imagino que no cosas buenas. - dice divertido. - Depende de quién lo oiga. Ríe. - ¿Tú cómo te llamas? - Ah, sí. - digo. - Eh, Nic Moretti. - Moretti. - dice. - ¿Qué es? ¿Italiano? - Si, soy de Italia. - ¿De qué parte? - La Spezia, Cinque Terre. - ¿Cuándo vuelves? - Hoy, en el vuelo de media noche. - digo. - Vaya, que se ve que no solo seremos compañeros fumadores, sino también de vuelvo. - ¿Cómo? - pregunto extrañado. - También viajo en el vuelvo de media noche. - dice. - Soy escritor de viajes. Mi siguiente destino es Liguria, y empiezo con La Spezia, una de sus ciudades. - Que va... - digo con sorpresa. - ¿Para donde escribes? - Un blog de viajes, "Con el mundo en la maleta" - ¿Con el mundo en la maleta? ¡Adoro ese blog! - digo. - Me leo todo los artículos, lo de Piwal son mis favoritos. - me mira con una sonrisa divertida. - No. No me digas que tú... - Pierre Wallace... PiWal. - dice. - Dios... - Sip, ese soy yo. Me alegra que disfrutes mis artículos. - me mira con una sonrisa. - Puedo firmarte un autógrafo si quieres, firmo incluso traseros. - Ja ja ja. - digo con sarcasmo. - ¿Qué? Ahora puedes decir que Piwal te encendió tu cigarrillo. - Vaya suerte la mía, y yo que creía que había roto algún espejo. Ríe. - Ese es el efecto que genero, lo se. - dice encogiéndose de hombros. Me quedo observándolo. Todo parece indicar que lo dice en serio. Y esa es mi señal para irme.  - Gracias por el fuego. - digo. Apago el cigarrillo y vuelvo a entrar.  Presumido. - pienso para mis adentros.  - ¿A donde fuiste? - me pregunta Nate al acercarme a él.  - ¿En algún momento vas a dejar de controlarme? - digo.  - Dios, que carácter que tienes últimamente. - dice.  Suspiro. - Lo lamento, no está siendo ni mi día, ni mi semana, ni mucho menos mi mes. - digo. Noto que Pierre también entro, camina hacia una se las mesas. Nuestras miradas se cruzan y me mira con una sonrisa divertida y socarrona.  Revoleo los ojos y vuelvo mi vista a Nate, quien me mira fijo. - ¿Qué? - Tú qué.  - ¿Conoces a Pierre? - pregunto.  - ¿Pierre el tío de René? - dice. Asiento. - Si, algo así. ¿Por qué? - pregunta extrañado.  - Lo conocí en el jardín. - digo. - Es igual a Gabe.  - Oh genial, ya empezamos. - dice con fastidio.  - ¡Es un decir! - replico.  - Aléjate de él, ¿quieres? - dice. - No es para ti.  - ¿Y eso que quiere decir? - digo de mal modo.  - ¿Todo te lo tomas a malas? - dice algo fastidiado. - Me preguntaste si lo conocí, te dije que si, que te alejes de él y te molestas. No es como Gabe, si es eso lo que te preguntas, y te sorprenderá pero no lo digo en el buen sentido.  - ¿Estás diciendo que Gabe es bueno? - Me refiero a que Pierre es literalmente un tiro al aire. - dice. - No le van las relaciones, es un adicto al sexo y nunca lo hace con la misma persona. Sin mencionar que en una noche puede estar con varias distintas.  - ¿Qué eres, el presidente de su club de fans?  - Estoy con René hace siete años, sabes la de reuniones familiares que he estado con él y lo he oído hablar. - dice. - Te reconozco que es sexy y muy cautivador.  - No es sexy, es bastante presumido y solo estuve con el dos minutos. - digo. Me mira con una ceja levantada. - ¿Qué?  - Que eres tan de manual. - dice. - Siempre te los buscas iguales... Carilindos, presumidos, pero por sobre todas las cosas imbéciles. Esos son los que te encantan.  - Ese amor que sientes por tú familia política es admirable. - digo divertido.  - Al único que amo es a René. - dice. - Apenas si aguanto a mi propia familia. Lo digo en serio. Por una vez en tu testaruda vida, hazme caso.  - No es como si lo voy a volver a ver. - digo. - A diferencia de ti, no lo veo en las reuniones familiares.  - René viene con combo. - dice encogiéndose de hombros. - ¿Bailamos? Es una fiesta después de todo.  - En ese caso, puedo tomar otra copa de champagne.  - Esta bien, tú ganas. - dice. Rio y ambos nos dirigimos hacia la pista.  ********* Y el que considero que fue uno de los peores días de mi vida, pasó.  Estamos en el aeropuerto.  Estoy sentado en uno de los asientos, esperando a que sea la hora de abordar. La cabeza me da vueltas, pero tengo que disimular o Nate me regañara con tu típico "te lo dije". Ronnie ya había abordado su vuelo junto con su novia de vuelta a Nueva Zelanda.  - Personas con el vuelo número 812, con destino a California favor de abordar... - oímos que suena por los altavoces.  - Nuestro llamado. - dice René tomando su bolso. Me paro.  Nate me mira. - Nos veremos pronto, ¿si? - dice.  - No te preocupes, estaré bien. - digo.  - Lo sé. - dice mi mejor amigo. Ambos nos abrazamos. - No importa la diferencia horaria, me llamas. - me susurra.  Nos separamos y luego abrazo a René.  - Que tengan un buen viaje. - digo.  - Igual tú. - dice Nate.  - Que te sea leve la resaca amigo. - dice René divertido.  - Ja ja ja. - digo con sarcasmo. - No tengo resaca.  - Claroooo... - dice René riendo, mientras ambos se alejan caminando.  - Procura no quedarte dormido antes de abordar. -dice Nate.  Los veo a los dos alejarse juntos. Nate vuelve a su casa con René; Ronnie volvió junto con su novia; Charlie con su bella esposa se van de luna de miel; Y Gabe con su perfecto esposo también se van de viaje. Yo, por otro lado, estoy sentado solo en un aeropuerto. Sin nadie con quien volver a casa o que me espere al llegar a casa.  Suspiro.  Sigo con mis pensamientos, cuando siento a alguien sentarse, o más bien tirarse, sobre la silla a mi lado. Miro a mi costado y lo veo. Me extiende su mano.  - ¿Una gomita? - me dice con esa misma sonrisa socarrona de hoy. Lleva la misma camisa blanca arremangada y el pantalón de vestir n***o. Solo que ahora lleva unos lentes de sol negros.   - ¿Si sabes que es de noche y estamos en un lugar cerrado, no? - digo.  - No me digas chico listo. - dice con sarcasmo pero divertido. - Ayuda a disimular la resaca. ¿Quieres una gomita o no? - me pregunta. Niego con la cabeza. - Tú pierdes.  Lo sigo observando, me sorprende que siga con la misma ropa, dado que la boda termino hace horas y que encima tiene que hacer un viaje por trabajo. Vaya responsabilidad. Noto que en cuello de su camisa tiene una mancha roja, pero no es sangre, sino más bien labial. Ahora entiendo donde estuvo.  - ¿Crees que nos sentaremos juntos? - me pregunta, mientras sigue comiendo sus caramelos.  - Lo dudo... - digo.  - Con un poco de suerte si. - dice.  Con un poco de suerte no...

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