Capítulo 1.

2206 Words
Londres-Inglaterra. Se encontraba detenido frente al andén, estático como si su cuerpo no pudiese moverse por voluntad propia. Escuchaba el llamado de los pasajeros con dirección al centro de la ciudad, y veía como el tren se acercaba de lado izquierdo con un ruido bastante estruendoso. Lo más probable es que tuviese que ir de pie, había muchas personas esperando dicho transporte público y se abarrotaba el andén de pasajeros. Era lo más normal por la hora, al observar su reloj con correa de cuero n***o y brillante se da cuenta de que en pocos minutos serán las siete de la mañana y su hambriento estómago se lo ratifica. El tren se detuvo con serenidad, a pesar de que su ruido es ensordecedor la capacidad del conductor de detenerlo de manera sutil y suave es impresionante. Al abrirse las puertas todas las personas comenzaron a entrar con desesperación y esperanza de conseguir un asiento libre para poder dormir el resto del camino. Mike no se movía, pero el choque de las personas con su cuerpo le espabiló de tal manera que regresó de su mundo alterno para incorporarse en la realidad. —Con permiso —se va abriendo paso entre las personas que observan el abarrotado tren y tienen dudas de subir. Para Mike no era una opción esperar al próximo, tiene clases temprano en su preparatoria y de no llegar a tiempo sería amonestado, nada con lo que quiera lidiar en su último año antes de ir a la universidad. Al adentrarse apenas podía respirar y el aire acondicionado no abarcaba para tanta capacidad de personas. Así estuvo durante algunos minutos hasta llegar a la primera parada donde descendieron varios pasajeros dejando el tren algo desocupado. Aún estaba de pie cerca de una de las puertas de salida, sosteniendo su cuerpo al agarrar firmemente uno de los soportes de metal para no caer. Intentaba leer un libro, pero era muy trabajoso intentarlo mientras se preocupaba por el calor y la incomodidad de estar de pie. Guardó la lectura para después al ingresar el libro de regreso en su mochila color marrón claro, volvió a dejarla en el suelo y se preparó para unos veinte largos minutos de aburrimiento total. Observaba a los lados, pero no había nada de su interés, parecía que algunas personas se dirigían a los vagones delanteros donde había más espacio para estar, y fue ahí cuando la vio sentada frente a él. No había podido divisarla en el tiempo que llevaba a bordo porque se encontraba detrás de algunas personas que decidieron moverse a otro vagón. Su cabello era color castaño oscuro, combinaba perfecto con sus vestimentas. Su color de piel es claro, y sus ojos por igual son de un color marrón suave y brillante nada opaco que apenas logra ver a través de sus gafas cuando ella decide levantar la mirada por unos segundos. Su nariz es fina pero poco alargada, tiene un porte femenino y maduro bastante acentuado que se deja notar por su forma de vestir. Al estar sentada es difícil apreciar su estatura real, pero es seguramente baja como de un metro sesenta. Resaltaba totalmente de la gente a su alrededor, era imposible no observarla y quedarse perdido entre sus perfectas y armoniosas facciones. El tren comenzó a descender de velocidad, la chica cogió el libro que leía luego de colocarle una marca páginas y lo cerró para colocarse de pie. Llevaba un bolso que parecía medio vacío y aun así en su mano derecha tenía algunas carpetas adicionales al libro que leía. Mike dejó que las personas fuesen descendiendo y en cuanto ella lo hizo él se destinó tras ella sin hacerse muy evidente. La muchacha tropezó con algunas personas y sin darse cuenta deja caer una de sus carpetas en un sobre amarillo que alguien sin querer pisa antes de que Mike pueda recogerlo del suelo. —Está sucio —dice al agacharse para recogerlo e intenta sacudir la mancha de sucio que dejó el pie de un hombre—. La chica —se dice agitado y al erguir su espalda milagrosamente la ve a pocos metros en dirección a las escaleras de salida del metro. Lo mejor que pudo, aunque con torpeza esquivó a las personas que se cruzaban en su camino hasta llegar a la salida del metro y ver nuevamente la luz del sol alumbrando la ciudad. Sigilosamente siguió a la chica mientras ésta caminaba sin preocupación alguna por su folio, parecía destinarse a su empleo según Mike se lo meditaba y aunque no quiso revisar para comprobarlo sabía de alguna forma que la carpeta debía contener algo de importancia. La chica sentía la presencia de alguien tras de ella, sutilmente volteó la cabeza de medio lado para observar el chico que la seguía y al darse cuenta de la torpeza del muchacho que la seguía con su folio en la mano se detuvo en seco y con una expresión de desagrado total haciendo que Mike detenga su caminar de manera precipitada. —¿Cómo cuantos años penaliza la ley el acoso en estos días? —con su mano izquierda se coge del mentón como si estuviese pensando en la respuesta de manera obviamente sarcástica—. ¿Tú lo sabes? —esta vez se dirige a Mike quien se queda sin nada con lo que poder responderle—. Deberías saber que robar y acosar a una hermosa dama como yo tiene sus consecuencias. —Yo... —tímidamente deja que la chica escuche su voz a medio decir—. Ten —se acerca a ella unos tres pasos para entregarle la carpeta en sus manos amablemente—, la encontré en el suelo y pensé devolverla ya que sabía que era tuya —la chica abre el folio para revisar que estén todas sus cosas. —Es extraña tu amabilidad —levanta la mirada de los documentos luego de asegurarse de que todo está en orden. —No creo haber hecho nada malo —ríe con timidez, pero la chica le observa con desconfianza. —Me seguiste desde la estación —ella le señala con su mano izquierda e ilusamente Mike voltea a ver para darse cuenta a lo que ella se refiere—. Van varios metros desde que salimos y pudiste haberte acercado antes, pero tu interés en seguirme era mayor. —Lo siento —no encuentra mejor forma de salir de la incomodidad de sus palabras. La chica se acerca hasta él para observarlo de cerca, pero antes de poder apreciar al joven con detenimiento dirige su mirada a las ojeras que lleva. —¿Estudias mucho? —le inquiere está vez con un tono menos amenazador. —Supongo —responde dudoso al no entender la pregunta. —Estás despeinado —ella le acaricia el cabello rizado y el olor del shampoo queda impregnado en su mano—. Lo siento —dice al olfatear el olor de su mano y darse cuenta de que huele como a loción de mujer—, no sabía que eras de ese bando. —Me confundí al entrar al baño —se excusa luego de comprenderla—, el sueño me está matando. —¿Quieres un café? —ella dirige su mirada a un puesto callejero del otro lado de la calle. —No debería molestar —contesta con cortesía a la hermosa dama. —Solo ven —ella coge sus cosas con la mano izquierda y con la derecha le toma del brazo para llevarlo hasta la otra calle directo al puesto de café. Sin poder negarse a nada él decide seguirle aceptando su amabilidad de la mejor manera. —Si es un pago por haber traído tu folio no es necesario —indica como última medida de negación, pero ella ya había hecho los pedidos y estaba por pagarlos. —Pues me has salvado de ser despedida —luego de pagar coge el primer café para acercárselo a Mike justo en sus manos. —Gracias —le dijo al recibir la cálida bebida—. ¿Despedida? —añade con curiosidad. —Soy diseñadora —con eso le indicaba que seguramente es mucho mayor que él—, y lo que me has traído es el próximo proyecto que debo entregar a mi jefa. De no ser por ti ahora mismo no podría ni pagar el café teniendo que ahorrar para sobrevivir hasta encontrar otro empleo. —Ya veo —voltea la mirada, para no despreciar el gesto de la chica bebe un sorbo de café. La mañana es fría, pero conforme el sol va estando en su punto máximo las calles se impregnan de un clima agradable y nada caluroso. —Realmente te lo agradezco —su tono de voz parecía el de una chica de menor edad que la que aparentaba por lo que llama la atención de Mike enseguida. Al verla ella parece distraída, como si realmente sus preocupaciones estuviesen lejos en ese instante en el que ella sólo observa el pasar de los autos por la carretera. —Soy Mike Hosseberg —decide presentarse con formalidad, aunque probablemente no vuelva a verla. —Jane McGee —contestó ella sin voltear a verlo—. Creo que debo irme —accedió a continuar su camino luego de un largo suspiro de esperanza por poder mantener su empleo. —Yo... —expresó agitado al saber que ella se iría—. Perdón —añade con vergüenza. —Eres un chico agradable —ella voltea para sonreírle. —Crees que vuelva a verte en el... —Eres muy joven para mi gusto personal —le bromea dejándolo sin habla—. Pero si alguna vez vuelvo a verte te daré mi número celular —le guiña su ojo izquierdo. —¿Es una promesa? —le interroga luego de que ella voltee para marcharse. —¿Creerás si te digo que lo es? —su intención no era darle esperanzas vacías. —Algo me dice que no volveré a verte —esta vez se expresa con menos afán—. Pero si llega a suceder, sé que tu palabra valdrá cada letra dicha por tu boca con la total verdad. —Pareces muy maduro —ella le observa por unos momentos como si recordase algo—. No te conviertas en alguien aburrido —vuelve a sonreírle y esta vez decide continuar su trayecto dejando a Mike con la duda sobre la mesa. Mike la deja marcharse, aunque su interés en la chica era bastante grande ella no parecía desviar de alguna manera un poco de intriga hacia él y solo lo veía como lo que realmente es, un desconocido. No dudó que solo debía sentirse orgulloso por su buena acción realizada, y regresar a casa por la tarde con ese mismo sentimiento ya que era lo único que creía poder obtener de toda la conversación. Jane arribó hasta su trabajo, como primera parada debía ir a la papelería dónde cambiaría el folio de los documentos por uno nuevo antes de entregarlo ya que de ese modo sumaría puntos en cuanto a profesionalismo y presentación delante de su estricta jefa. —Llegas temprano —dice la encargada. —Necesito uno de esos —le muestra la carpeta y su color—. Sé que llegar temprano no es una virtud mía —añade mientras la encargada de la papelería hace su búsqueda. —Seguro que te dan un reconocimiento —luego de estar agachada por unos segundos en las estanterías se coloca nuevamente de pie con el folio correspondiente. —Con que me den un aumento me es suficiente —no sólo peligraba su empleo, sino su situación económica—. ¿Cuánto te debo? —abre su monedero a la espera de la respuesta de la mujer. —Es gratis, mientras hagas tu mayor esfuerzo —no le importaba pagarlo ella misma ya que es muy económico. —Haré lo mejor que pueda —le sonríe. Coge el folio nuevo e intercambia los papeles del viejo para dejar presentable su trabajo en una máxima expresión. —Te veré más tarde —la encargada ya tenía sus ocupaciones del día. —Te veré luego —ella observa la macha extendida del viejo folio como si la hubiesen intentado quitar. Antes de entrar a la oficina de su jefa se detiene al lado de la papelera, pero sus manos no dejaban caer el folio manchado dentro del obscuro cesto. Volvió a observarlo y se le escapó una sonrisa, justo en ese preciso momento su jefa salió de los adentros de la oficina para recibirla. —Vienes muy contenta —tiene la expresión de seriedad de siempre y al verla Jane toma de nuevo su aspecto profesional—. Espero que traigas algo bueno —le indica con la mirada que ingrese a la oficina y se encamina primero. Jane guarda el folio viejo dentro de otra carpeta donde lleva algunos documentos variados. —Sí señora —entra con la esperanza de poder salvar su puesto de trabajo, y sin olvidarse de que su expectativa se encuentra aún viva gracias a un completo desconocido que hizo de su mal día uno mucho mejor que cuando despertó.
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