La noche estaba fresca, y aún así no tenía ganas de volver a su casa. Quería cerrar los ojos en ese lugar y no volver a abrirlos jamás, pero no se podía, estaba segura de que, incluso si moría, abriría los ojos en algún punto de su caótica vida. No lo entendía bien, porque no había recibido una explicación a lo que le había ocurrido, pero, teniendo en cuenta que nada malo había pasado aún cuando tantas cosas habían cambiado, creía que si había sido una segunda oportunidad para ella. Y así lo había tomado, como una oportunidad para ser todo lo que no había sido antes, y ahora resultaba que le tocaba ser madre de nuevo, aún cuando era parte de lo que más se arrepentía. Aunque, si lo pensaba bien, no era de ser madre de lo que se arrepentía, era de no haber sido una buena madre lo que h

