Prólogo
Mi mano tiembla antes de que si quiera me den el papel que debo de firmar. Pero es ya es mucho aguantarle, ya es mucho llorar por su culpa. Diego me mira un segundo antes de firmar sin dudar ni un segundo el papel que nos separará.
Me lo pasan a mí y no en imprimir mi firma en ese documento, sonríe cuando ve que le acabo de dar la libertad que tanto quería desde antes de estar casado conmigo. Fui tan tonta para no fijarme que él nunca quiso estar conmigo de verdad... Sólo quería ser el primero en la lista de mis amantes.
Se levanta cuando el juez nos separa oficialmente, no me dice nada sólo se va del lugar, no esperaba un hasta pronto o alguna palabra que pudiera sellar esto de una buena manera.
Agradezco a mi abogado antes de salir del juzgado, tengo cosas que hacer antes de que el día termine y esta situación era la primera del día, llegó a mi camioneta y con cuidado abro su puerta, tal vez una salida a otro lugar me vendría bien, perderme un par de semanas con una amiga... Y divertirme un poco. Que lo necesito con urgencia.
Enciendo el auto cuando escucho que la puerta de mi copiloto se abre, veo quien es y el corazón se me hace puño como las veces anteriores.
—Bájate de mi camioneta—no quiero pelear.
—Que quede claro que la casa es mía—asiento mirando otro lugar que no sea él.
De verdad quiero que se vaya, ya no necesito la misma mierda en mi vida y sólo quiero que desaparezca de mi vida.
Una señora pasa con su bebé en brazos y el recuerdo de algo triste pasa por mi mente haciendo que una lágrima traicionera baje por mi mejilla. Ese es mi sueño y me lo arrebato el maldito del que me acabo de divorciar.
—No serás madre nunca—dice quien está a mi lado—, no mereces ser madre ni qué nadie te ame. Eres un estorbo y un bonito mueble que sirve sólo para quitar las ganas.
Estoy por responder pero él ya se bajo del auto y ahora camina a dónde su zorra lo espera, sonríe antes de besarla como lo hacía antes conmigo, ambos suben al carro que compró hace un año. Bajo la vista para llorar un rato en el silencio de mi auto, ese hijo de perra me quitó algo que siempre quise y ahora...
Enciendo la camioneta y pongo en marcha para irme a mi departamento, siempre seré la sobra de alguien... Eso se encargó de dejármelo claro. Siempre lo hizo.
Llegó a casa para ver el mundo vacío a mi alrededor. Tomo una de mis botellas para beber un poco y despejar mi cabeza o sucumbir a la soledad tan embriagadora a la que me someto todos los días.
Cuando terminó la mitad de la botella me voy a mi cama para terminar de llorar y preguntarme que hice mal para que sólo jugarán conmigo... Me quedo dormida con muchas cosas dentro de mi cabeza...