¿Quién soy yo?

1591 Words
Aunque seguía un poco dormida, mis oídos captaron el sonido de una puerta abriéndose. Me incorporé y de un salto quede sentado sobre la cama, atenta y a la espera de la visita que estaba a punto de recibir. Me di cuenta, que estaba esperando la aparición del joven con rubio cabello que me había robado el aliento la noche anterior. Al terminar de abrirse la puerta, apareció del otro lado una joven de mediana estatura y tez blanca como el hielo. Aunque esperaba ver al rubio, la presencia de la joven me llenó de alivio. No estaba en condiciones de soportar tal tensión tan pronto. La mujer, se llevó una sorpresa al percatarse de mi estado de lucidez, al parecer no compartíamos el mismo sentimiento de alivio y se escabulló por la puerta tan rápido como le fue humanamente posible. Nuevamente, me encontraba sola en medio del frío blanco que inundaba la habitación. ¿Y ahora que? pensé. Me acerqué al borde de la cama y pisé con cautela el helado suelo de mármol, justo cuando estaba a punto de ponerme de pie, la puerta empezó a abrirse nuevamente, pero está vez fue rápido. Era la mujer blanca, pero no venía sola, justo detrás de ella vi al hombre de la noche anterior. Al verlo a los ojos recordé la manera en la que esa mirada había atravesado mi alma. Se llamaba a sí mismo ángel, pero desde mi perspectiva, parecía mas un demonio. Era un secuestrador, me alejó de mis padres en contra de mi voluntad y ahora me mantenía cautiva en una habitación, alejada de mi casa, en un lugar desconocido, sin tener la posibilidad de comunicarme con alguien. Estaba siendo su prisionera y aunque mi celda parecía un palacio, las apariencias no me engañan. Sin darme cuenta tenía las manos como puños, mis uñas quedaron marcadas en las palmas de las manos. Sentía impotencia, repulsión y lo peor, es que mientras yo sentía ese tornado de emociones batallando en mi interior, él solo me observaba. No estaba tenso, no estaba feliz, no estaba triste, realmente las emociones en su rostro era indetectables. Emprendió marcha en mi dirección con una seguridad sobrenatural, como si de un dios griego se tratara. Era muy alto y de espalda ancha. Tal como en aquella noche, me quedé inmóvil y anonadada por sus movimientos. Al acercarse, pude apreciar con detalle el dorado de sus ojos y el mar que lleva en ellos, los mechones dorados de su rubia melena traían calidez en medio de tanto hielo. Sus palabras no salían de mi mente "Soy un ángel" Me estremecí. ¿Cómo podría ser un ángel? ¿Cómo los de la biblia? - ¿Cómo te sientes? - su voz interrumpió mis pensamientos. - Estaría mucho mejor en mi propia cama - las palabras salieron sin pensarlo, pero mantuve mi postura y mirada firme para simular seguridad aunque en realidad estaba asustada. Se giró para disimular una sonrisa que lejos de ser angelical, era malvada y demoniaca. ¿Malvada?... al parecer el era un ángel con sonrisa malvada. Su rostro parecía de alguien de 25, pero sus gestos delataban a un anciano atrapado en un niño. La vida no había sido amable con él. - Hal - mi nombre en su boca me sonó extraño, como si ese no fuese mi nombre, mis bellos se erizaron - quiero presentarse a Vic - la la joven llegó desde el fondo, se detuvo junto a él, dobló su rodilla y realizó una sutil reverencia sin apartar su mirada de mi y yo sin apartar la mirada del ángel - ella se encargará de ti mientras estemos aquí, todo lo que necesites no dudes en pedírselo, está para ayudarte. ¿Estemos? al menos parece que nuestra estadía aquí será temporal, así que si no logro escapar de este lugar, tal vez cuando salgamos pueda hacerlo. - ¿Cuánto tiempo estaremos aquí? - pregunté. - No tengo certeza de ello - contestó mientras recorrí mi cuerpo con su mirada, desde la punta de mis pies hasta chocarse con mis ojos - el tiempo que sea necesario - sentencio. - ¿Necesario? ¿Necesario para qué? - insistí. - Todo a su tiempo, Hal - se giró rumbo a la puerta que lo conduciría fuera de la habitación. - ¿Quién eres? -pregunté con desespero. Se giró y contestó. - Debes disculparme, no siempre soy tan distraído. Puedes llamarme Gal. Y Hal, una última cosa, cuando vayas al baño recuerda que es normal, que estás bien y que no te va a pasar nada - cruzó el limite que separaba mi habitación con el pasillo y desapareció, tras de él salió Vic con la cabeza baja cerró la puerta sin apartar la vista del suelo. ¿Qué pasa con el baño? Ya tenía curiosidad y no podría pensar en nada mas sin antes averiguar lo que me encontraría en el baño. Finalmente pisé el frio mármol con ambos pies y caminé con rapidez a la puerta que parecía conducir al baño. Recordé aquel dicho popular que dice que "La curiosidad mató al gato" pero al menos el gato, murió sabiendo y decidí que era mejor morir sabiendo. Giré la perilla de la puerta con la expectativa de que saliera aquello que debería asustarme, pero me encontré con un baño normal. Al igual que la habitación, el blanco llenaba cada rincón de aquel lugar y el mármol daba toques interesantes, tal como lo hacía en la habitación. Entré para inspeccionar con mayor detenimiento cada rincón del baño y me pareció demasiado extraño estar inspeccionando un baño. A lo lejos - porque si, el baño era enorme - vi un espejo enorme, como aquellos que se encuentran en los salones de baile, que van de piso a techo y ocupan toda la pared. Al ver que no había mucho más por ver, decidí entrar a la ducha y darme un reconfortante baño de agua tibia para despejarme, con la esperanza de que el agua se llevara toda la energía negativa que sentía estar soportando. Además, mi olor corporal ya era bastante fuerte, ya no sé con certeza cual fue mi última ducha. El agua recorrió todo mi cuerpo, la sentí caer desde las punta de mi cabello, pasar por mi espalda, atravesar mis glúteos, recorrer mis piernas, para finalmente desaparecer a través del desagüe. Al salir tomé la toalla mas próxima y retiré el agua restante de mi cuerpo, junto a otra toalla encontré una bata de fina seda que no dudé en poner y me acerqué al amplio espejo que me esperaba al otro lado del baño. Me eché un vistazo y aunque al principio no capté nada, después entendí de que estaba hablando el ángel. Era yo... era sobre mi su advertencia, en el cuarto de baño no había nada fuera de lo común, lo único poco común era mi aspecto y aunque intenté mantener la compostura y recordar las palabras que Gal me había dicho, nada funcionaba, estaba horrorizada. Instintivamente di dos pasos hacia atrás y me llevé la mano a la boca para ahogar un grito. Nuevamente me repetí las palabras del ángel en mi mente, pero tranquilizarme me resultaba imposible. Mis ojos se movían justo como había visto que lo hacían los del ángel, además, ya no eran miel, ahora eran dorados como el oro y tenía un parecido irreal con los del ángel. La angustia se apoderó de mis emociones, la respiración empezó a faltarme, me tapé los ojos con ambas manos, me sentó agobiada e inestable. Volví a ver mi reflejo que estaba cada vez más borroso y vi emerger de mi cabello unos finos rayos rojos brotando desde mi raíz. Esa fue la gota que derramó el vaso, esta vez no ahogué ningún grito, todo lo contrario, grite por auxilio tan fuerte como me resultó posible, el grito dejó a mis pulmones sin una gota de oxigeno y a mi cuerpo sin fuerza. Caí al suelo y sentí como todo mi cuerpo se estrelló con el duro nada acogedor mármol. Mi cabeza rebotó y me desmayé. Parecía un déjà vu, había despertado en el mismo cuarto, en la misma cama y con la misma sensación de aturdimiento, seguía con la bata que recordaba haberme puesto justo antes de ver mi reflejo y haber caído. Me incorporé y caminé sin rumbo descalza, intenté recordar y darle una explicación razonable a lo que había visto, pero lo cierto, es que no había ninguna. Mi pelo desprendía esos mismo rayos que desprendía la melena del ángel, con la diferencia de que el mío lo hacía en un rojo encendido que contrastaba con mi pelo n***o, pero mis ojos, si eran iguales a los del ángel, la pregunta es entonces ¿Qué me estaba ocurriendo? y ¿Qué soy? Pensé en una explicación razonable, tal vez era el lugar, ese sitio me hacía lucir así. Pero ¿por qué Vic lucía normal? - Buenos días Srta. Hal - la voz de la joven me apartó de mis teorías. Se veía nerviosa, pero ¿de qué? ¿Tal vez del ángel? tal vez él la torturaba y la obligaba a trabajar. Intenté centrarme en sus ojos para ver si lucían como los míos, pero no, los ojos de Vic eran verdes y pequeños, su cabello era castaño y no tenía nada fuera de lo común, lo que descartaba mi principal y única teoría. - ¡Quiero ver al ángel! - le ordené y eso la tomó por sorpresa.
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