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2831 Words
Enrollo una toalla alrededor de mi cuerpo y otra más pequeña en el pelo, recojo la ropa que me he quitado previamente y salgo del baño a la par que entran unas chicas, entre las cuales reconozco a Natalie, que me sonríe falsamente. Camino por el pasillo del ala oeste con solo una toalla hasta llegar a mi puerta, doy unos golpecitos y Emma sale disparada al baño.     Una vez dentro de la habitación dejo caer la toalla del cuerpo y saco del armario un conjunto de ropa interior negra de encaje, observo detenidamente el vestido que hay tendido encima de mi cama y me lo coloco sin más rodeos, nunca me hubiera puesto un vestido así, por lo general mi ropa es poco provocativa pero ajustada, y no muy llamativa, pero este vestido es perfecto para salir.    Me siento delante del espejo que hay en el armario y saco el maquillaje de mi maleta, me aplico un poco de brillo de labios rojo y rímel. Luego me aliso el pelo, a veces no me hace falta, pero un alisado bien hecho siempre ha sido algo que me ha gustado. Sonrío ante mi imagen y Emma aparece por la puerta ya vestida. Ella usa unos tejanos negros y una camiseta ajustada de color morado.     –Estás tremenda –Se sienta dónde anteriormente he estado yo y empieza a maquillarse y peinarse –Lista –Anuncia al cabo de media hora en la que estado sentada en la cama.     –Tú no te quedas atrás, estás guapísima.    –Gracias. Ben va a pasar por nosotras en quince minutos.    Cierra la habitación con llave y caminamos a la salida.    Fuera de la residencia nos encontramos con las chicas las cuales llevan los mismos vestidos ajustados pero de diferente color.     –Estáis cañones –Alaba Sandra, a lo que nosotras reímos.    Empezamos una charla trivial, y en cuarto de hora, aparece Ben en un descapotable n***o, nos subimos a él.     –Estáis muy guapas, chicas –Habla Ben mirando por el retrovisor y regalándonos una sonrisa.    –Gracias, Ben.    – ¿Me vais a decir ya dónde vamos? –Inquiero.    –En diez minutos lo sabrás –Me responde Amy.    Y así es, diez minutos más tarde nos encontramos en un lugar apartado de la ciudad, concretamente en una discoteca, las chicas me arrastran hasta la puerta, dónde un guardia enorme vigila la entrada, Ben le dice algo al hombre, y este asiente y abre una puerta que hay tras él, pero no es la puerta de entrada a la discoteca. Frunzo el ceño y Amy coge mi muñeca.    –No te separes de nosotras –Susurra en mi oído.     Asiento y entramos bajando unas escaleras de cemento. La música retumba en mis oídos, Emma y su novio se van y nos dejan a las cuatro, ellas me llevan hasta una parte de la sala dónde puedo ver un cuadrilátero, lo dejo pasar por alto y centro mi atención en las chicas, las cuales miran a todos lados.    –Atención jóvenes universitarios, os doy la bienvenida a La Arena –El sonido de un megáfono hace que mire a todas partes buscando su procedencia, y doy con ella cuando veo a un chico joven subido en el cuadrilátero –Recordad, para apostar id al pasillo y buscad a dos gorilas enormes, ellos os dirán las cosas, el tiempo para apostar acaba cuando los boxeadores suben al ring, nada de distraer a los chicos, ya sabéis que si hacéis algo en contra de las normas os vais a la puta calle ¡En unos minutos subirán nuestros chicos!     Y sin decir nada más baja del ring, dejándome confundida.    – ¿Se puede saber dónde me habéis traído? –Pregunto demasiado confundida.    –Peleas clandestinas –Responde Amy con una sonrisa.    – ¡Pero esto es ilegal! –Exclamo –No podemos estar aquí, no debemos estar aquí.    –Tarde, ya va a empezar la pelea. Y por lo que sé esta noche hay un boxeador nuevo en este sitio, se dice que es muy bueno, y que está muy bueno –Añade Sandra.    Bufo y noto la adrenalina correr por mis venas, nunca he hecho nada ilegal, soy una chica buena que no se mete en problemas. Me apoyo en una columna y dejo descansar la cabeza en esta.     – ¡Hey! Panda de maricones –El mismo chico de antes hace notar su presencia, y todos se callan al momento –La pelea comienza. En la esquina derecha tenemos al novato de La Arena, un universitario de veintiún años, las nenas que lo han visto se han quitado las bragas por él, con vosotros... ¡Christian “La Furia”! –Un chico moreno con buen cuerpo sale de un pasillo y sube al ring con un movimiento fluido, da puñetazos al aire y lo único que deja ver su bata negra son sus abdominales, las chicas se revolucionan y empiezan a decir cosas soeces, el chico no se quita la capucha ni la bata de seda negra, y cuando lo hace me da la espalda, impidiéndome ver su rostro – ¡Bueno chicas, ya basta! ¡Ahora el chico más temido de la ciudad y el más deseado por las mujeres! El chico de veintiún años con una mirada asesina, el chico que hace que os mojéis las bragas y larguéis suspiros de deseo... ¡Nicholas “La Bestia”! –Esta vez el chico aparece por el pasillo de la izquierda, todas las miradas se dirigen a él, gritos empiezan a llenar el lugar, con un rápido movimiento “La Bestia” se encuentra en el ring sin su bata roja, tiene el cuerpo lleno de tatuajes, con el pelo castaño y los ojos grises más fríos que he visto nunca, su mirada no se despega de “La Furia”, ignorando todos los sujetadores que vuelan en su dirección –Las apuestas están cerradas, damas y caballeros. ¡Que comience la pelea!     Una bocina suena, haciendo que me sobresalte, me recompongo y paso mi vista por las chicas, las cuales tienen una pose segura y confiada, en cambio yo estoy abrazándome a mí misma, y mirando con miedo el ring. “La Bestia” se acerca a “La Furia”, y este de un rápido movimiento sale de su alcance, posicionándose entre “La Bestia” y yo, impidiéndome ver el rostro de los dos. De repente “La Furia” se inclina hacia delante, con una mano en su estómago, y “La Bestia” tiene una sonrisa burlona, da un puñetazo en la mandíbula de su contrincante, haciendo que “La Furia” gire la cara bruscamente, sus ojos conectan con los míos y yo solo siento rabia correr por mis venas, sus ojos se debilitan, y “La Bestia” aprovecha para darle un puñetazo en el ojo. Las facciones de Chris se tornan furiosas y encara a su contrincante. Mi hermano da un paso al frente y estampa su puño contra la mejilla de “La Bestia”, este retrocede levemente y se enfurece, borra la sonrisa de su cara y mira en dirección a mí, me sonríe cínicamente, y los puños de mi hermano impactan contra su abdomen unas cuantas veces antes de pasar a su rostro.      – ¡¿Qué hace aquí tu hermano?! –Exclama Amy asustada.     – ¡No lo sé! –Grito por encima del ruido y la música.    De un momento a otro se escucha un ‹‹Uuuhhh›› y me fijo en que “La Bestia” está encima de mi hermano, propinándole golpes en todas partes, mis ojos se aguan e intento correr hacia ellos, pero las chicas me lo impiden.    – ¡No puedes ir allí! –Grita Sandra cogiéndome el brazo.    Busco un método de llegar hasta ellos, pero la masa de gente que se mueve me hará caerme o directamente no podré atravesarla. Una bocina me saca de mi ensoñación, y veo a dos hombres levantar a mi hermano casi inconsciente del suelo, la masa de gente se va disolviendo y saliendo del sótano, dejando un espacio libre para llegar hasta Chris. Veo a las chicas ligeras de ropa acercarse a “La Bestia” y este las va rechazando una a una.    –Vamos –Empiezo a caminar en su dirección y las chicas me siguen pisándome los talones, hago mis manos puños y me paro en seco al estar a su lado –Que buen trabajo ¿Eh, Chris?    Me sonríe débilmente y Amy pone su mano en mi hombro, haciendo que me tranquilice un poco.     –Lo siento... –Murmura.    –Eh, tío, te tiene que curar esa mierda de la cara, ve a tu sala –Habla un chico de unos treinta años.    Mi hermano asiente y me hace un gesto para que lo siga, les digo a las chicas que vengan con nosotros. Andamos silenciosos por un pasillo y pasamos por una puerta negra con el nombre de “La Bestia” escrito con letras doradas y en cursiva.     –Aquí es –Habla mi hermano, abriendo una puerta de madera negra.    Las tres entramos y él cierra la puerta cuando entra. Se sienta en un sofá n***o de cuero y aparece una chica morena y ligera de ropa por la puerta de un baño que hay en la habitación.    – ¡Chris, cariño! –La chica morena salta en el regazo de mi hermano, haciendo que este se queje del dolor.    –Estoy bien, nena –La besa durante un largo tiempo y Amy sale de la habitación dando un portazo.    La chica se separa de mi hermano y nos mira detenidamente. Me cruzo de brazos, esperando una respuesta por parte de Christian. Le hace una seña a la chica morena y desaparece tras la puerta.    – ¿Y bien? –Inquiero molesta.    –Este es mi trabajo, enana. Me gusta lo que hago y consigo dinero rápido.    – ¿Solo eso? ¡¿Dejas que te den una paliza solo por dinero?! –Exclamo, haciendo sobresaltar a Sandra.    –Yo te espero fuera, Kristal –Interviene Sandra.     Asiento y escucho la puerta abrirse y cerrarse.    –Soy bueno boxeando, lo de esta noche no ha sido igual que mis otras peleas. Soy nuevo en el Nightmare, y “La Bestia” es uno de los mejores boxeadores clandestinos de la ciudad –Se excusa.    Bufo y agacho la cabeza.    –No me importa, no me gusta tu trabajo por mucho dinero que te dé ¡No es bonito ver cómo te pegan, Chris!     –Soy mayorcito, Kristal, por mucho que intentes hacerlo no me vas a sacar de esto –Contesta frío.    –Si lo que quieres es pasarte la vida ganando dinero a base de golpes, adelante, hazlo, pero de esta manera no vas a llegar a mucho.    Y sin dejarle responder salgo del cuarto, y la chica morena entra y se lanza a los brazos de Christian. Camino por el pasillo que hemos atravesado anteriormente y salgo a la sale dónde se encuentra el ring. Todavía hay algunos señores bebiendo y hablando alrededor del cuadrilátero. Busco a las chicas con la mirada y encuentro a Ben hablando con un hombre enorme. Me acerco a ellos y toco el hombro de Ben.     –Emm... ¿Sabes dónde están las chicas? –Inquiero nerviosa.    –Kristal ¿Verdad? –Asiento y él sonríe, a la par que pasa un brazo por mis hombros –Ahora vamos con ellas, yo te llevo.    –Vale...     Ben y el hombre siguen hablando, y yo me limito a mirar a todas partes. Tras muchos minutos de conversación, me zafo de su agarre y voy hacia la salida, recibiendo palabras soeces por parte de señores borrachos y drogados. Froto mis brazos y miro en dirección al pasillo dónde está mi hermano.    – ¡Kristal! –Giro de golpe y veo a Amy llorando.    Corro hacia ella y cojo su cara para que me mire.    –Oh, Amy... ¿Qué te pasa? Si es por lo de mi hermano...    –No –Me interrumpe –Bueno un poco sí, pero no sé dónde está el resto, pensé que me habíais dejado sola.    –Yo también las estoy buscando. Y... por lo de mi hermano no te preocupes, hay muchos mejores.    –Supongo... –La limpio las lágrimas, y salimos a la calle.    Miro en todas las direcciones y sigo sin verlas.    – ¿Ves el coche de Ben? –Pregunto.    –No.     – ¡¿Y cómo vamos a volver?! –Chillo –Mierda, volvamos dentro.    – ¿Para?     –Que nos lleve mi hermano.    Asiente desganada y nos volvemos a adentrar en el lugar, y lo que primero llama mi atención es ver a “La Bestia” dando puñetazos al aire y expulsando aire fuertemente. Solo lleva un pantalón de deporte que le cuelga de las caderas, dejando ver su V y el torso tonificado que tiene lleno de tatuajes. Se pasa los dedos por el pelo repetidas veces, dejándolo desordenado y sensual. En ese momento sus ojos conectan con los míos, ninguno aparta la mirada durante un tiempo, pero me veo obligada a hacerlo cuando siento un codazo por parte de Amy.     – ¿Lo buscamos?      Asiento y suelto un largo suspiro.     –Vamos a por mi hermano, anda.    –Vamos...     Tira de mi mano y me lleva al pasillo dónde estaba el cuarto de mi hermano. Y en ese momento un Christian todo despeinado y mal vestido sale por la una puerta, seguido de la morena de antes.    –Llévanos a la residencia –Ordeno.    La chica coge el brazo de mi hermano y lo lleva a un lado del ring, dejando tras ellos a “La Bestia”    – ¡Eh! ¡Christian! –Exclamo, haciendo que la morena me fulmine con la mirada.    –Ahora voy, espérame fuera.    –No, nos vamos ya –Espeto cortante, haciendo que Amy me mire incrédula.    –Ya te ha dicho que le esperes fuera, ¿O es que no le has oído? –Habla la chica.    –Y yo he dicho que nos vamos ya, ¿O es que no me has oído? –Digo divertida.    Una risa ronca se oye a sus espaldas, haciendo que todos miremos a “La Bestia”, el cual tiene una expresión divertida en la cara, una expresión que le hace ver mucho más joven de lo que es.     Volvemos a centrar nuestra vista entre los cuatro que estamos y la chica me mata con la mirada.    –Kristal, de verdad, espera fuera –Suplica mi hermano, haciendo que la morena adopte una pose de superioridad.     –Si te tengo que esperar fuera, te olvidas de que te apoye con tu trabajo. –Espeto a la vez que empiezo a andar hacia la salida con Amy pisándome los talones.    – ¡Espera! –Grita mi hermano –Cabezota –Murmura una vez que llega a nuestro lado.    Caminamos en silencio hasta su coche, dónde Amy y yo nos subimos en la parte de atrás.     – ¿Has visto cómo te miraba Nicholas? –Susurra Amy.    – ¿Quién?     –“La Bestia”. E visto como os mirabais –Sonríe pícara y me da un codazo, haciendo que una risilla se escape de mis labios.    –De ninguna manera Amy, solo... lo observaba.    –Yo me lo follaba.    Toso y ella me da unas palmaditas en la espalda, a la vez que se ríe. Mi hermano nos mira por el retrovisor y frunce el ceño.    –Que... directa.    –Lo sé, no me digas que tú no ¿Eh?     –Yo... yo no... –Bajo la mirada y me pongo roja.     –Dios, eres virgen –Susurra asombrada.     –Cállate.    –Me callo.    – ¿Qué susurráis tanto? –Interviene mi hermano.     –Nada que te importe, imbécil –Digo en tono burlón –Por cierto, ¿Quién era la de antes?     –Una de sus chicas –Murmura Amy.     –Una de mis chicas –Afirma Chris.     – ¿Nunca has pensado tener una relación seria? –Espeto molesta.    Nunca me ha gustado eso de que tenga relaciones con chicas a las que apenas conoce, pero eso a él le da igual, con tal de tener sexo, le vale, pero a este paso va a estar solo toda su vida, la belleza no es para siempre.     –Unas cuantas veces me lo he planteado, pero nunca acaba funcionando, asique directamente las doy lo que quieren –Contesta con total sinceridad mirando la carretera.     –Eso es asqueroso –Habla Amy.    –Pero muy divertido.    –Pero muy imbécil de tu parte.     – ¿Y eso porque, preciosa? –Inquiere coqueto.     –Si alguna vez intentaste tener una relación es porque no estás a gusto del todo con lo que haces.    Mi hermano se queda callado y mira de forma pensativa la carretera. Amy lo ha dejado sin palabras, y eso es sorprendente. La conozco desde esta mañana, pero sé que seremos buenas amigas, igual que con las chicas.     –Llegamos –Informa mi hermano, aparcando el coche en la entrada de la residencia.     Salimos del coche y Amy se va directamente al edificio. Yo hago que mi hermano baje la ventanilla.    –Amy tiene razón, tú no estás a gusto con tener sexo cada dos por tres –Beso su mejilla y me alejo de él.    Entro en el edificio y camino por el ala oeste hasta llegar a mi habitación, entro silenciosamente y veo el pelo morado de Emma esparcido por la almohada, mientras que todo su cuerpo, incluyendo la cabeza, está bajo la sábana. Saco el vestido de mi cuerpo y me coloco una camiseta que le cogí a mi hermano y me llega por la mitad del muslo. Dejo el vestido y los tacones en una silla y me saco el sujetador, tirándolo al suelo, con un largo bostezo miro la hora en el móvil y veo que son las dos de la una de la madrugada, abro la cama, me tiro boca abajo y subo la sábana hasta mi cadera y doy vueltas en la cama hasta que me quedo mirando el techo y viendo las grietas que hay en este.     –Menudo primer día –Susurro.     Hundo la cabeza en la almohada y cierro los ojos poco a poco.
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