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Nicholas

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Writing Academy
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Blurb

El primer año de Universidad pintaba normal para Kristal, iba a ser fácil superarlo, o eso pensaba hasta que estaba allí plantada en mitad de un sucio pabellón observando a aquel chico boxear.

Lo ilegal no iba con ella, ni de cerca, pero una vez que él te escoge, ya no hay escape.

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1.
Corro escaleras abajo a la par que me coloco la mochila. Mi hermano y mi madre ya están esperando con mis maletas listos para llevarme a mi nueva universidad. Este es mi primer año lejos de casa. Mi hermano va a esa misma universidad, pero él vive en un apartamento con un amigo suyo, todavía no conozco a ese amigo, pero por lo que me ha contado, su compañero es un chico un tanto mujeriego y gilipollas.    –Enana, te voy a echar de menos –Se despide mi hermano, cuando llego a la puerta.    Frunzo el ceño y me cruzo de brazos.    –Vamos a la misma universidad, imbécil, nos vamos a ver mucho más que ahora –Replico.    Agita una mano para quitarle importancia y me sonríe.     Coge mis dos maletas y sale de casa para montarlas en su coche, dejándome sola con nuestra madre.    –Hija... te voy a echar mucho de menos, sabes que puedes venir cuando quieras, esta es tu casa –Dice con la voz entrecortada. Se pasa el dorso de la mano por las mejillas, retirando el agua salada de estas.    La envuelvo en mis brazos y noto como moja mi camiseta.     –Mamá... me vas a hacer llorar. Además, todavía quedan las dos horas de viaje hasta la universidad, no hagas un drama de todo esto, cuando el imbécil se fue no lloraste tanto –La animo con una sonrisa.    –Pero tu hermano tiene veintiún años, tú eres mi pequeña... solo tienes dieciocho recién cumplidos. –Eleva el tono de voz y me obligo a  la abrazarla, otra vez.    –Debemos irnos –La informo, tras ver que son más de las once de la mañana –tengo que recoger mi horario y las llaves de mi nueva habitación, y no quiero esperar.    Asiente y me separa de ella, sonríe una última vez y se encamina al coche de mi hermano.    Suelto un suspiro y examino una última vez mi casa, las paredes blancas con cuadros y el suelo de madera, una mesita justo enfrente de la entrada, con fotos de los cuatro: mamá, papá, Christian y yo. Sonrío ente los recuerdos que me producen las fotos.      – ¡Kristal! ¡Sal ya! –Grita mi hermano desde la calle.    Cojo aire y me preparo para una nueva etapa de mi vida. Con un asentimiento de cabeza, dejo mi casa atrás y camino a pasos decididos hasta el coche.    – ¿Preparada? –Inquiere Christian, abriéndome la puerta del copiloto para que suba.    –Supongo... –Susurro jugando con las tiras de mi mochila.    Mi hermano rodea el coche y se sube de conductor, arranca el coche y miro por el retrovisor a mi madre, que tiene los ojos rojos y sus labios forman una fina línea.    –Acomodaos, tenemos para rato aquí metidos –Afirma Christian saliendo a la autopista.    – ¿Y cómo es aquello? –Pregunto, desviando mi mirada de los coches, a mi hermano.    –Es genial, ya te presentaré a mis amigos. Pero nada de novios o alguna mierda de esas, quedas avisada –Christian es muy protector, tanto conmigo como con mamá, es el hombre de la familia desde que papá murió, y solo quiere lo mejor para nosotras.    –Ya sabes que no puedes prohibirme nada, Chris, pero es muy poco probable que me guste algún chico, no desde... –Acabo la frase en un susurro, pero sé que lo ha escuchado, ya que sus nudillos se tornan blancos al apretar el volante con fuerza.    –Hijo cálmate –Mamá posa una de sus manos en el hombro de Chris, y este se calma –Eso ya es pasado, y quedamos en que no lo volveríamos a recordar, ¿Sí?    –Sí, mamá –Decimos a la vez.    –Así me gusta mis pequeños –Nos revuelve el pelo, y yo bufo y lo peino con los dedos –Ahora dejar descansar a vuestra preciosa madre.    Christian y yo reímos, a lo que ella nos fulmina con la mirada, al parecer ha cambiado su humor.    –Anda, duérmete y nosotros te avisamos de cuando estemos llegando –La miro por el retrovisor y me sonríe antes de acomodarse en la parte trasera del coche y quedarse dormida.    –Recuerda llamarla a menudo –Me recuerda Christian –no me gusta que esté sola, desde lo de papá siempre ha estado uno de nosotros con ella, ahora... está sola en casa.    –Lo sé, y la voy a llamar todos los días, igual que vas a hacer tú –Lo señalo con un dedo y él lo muerde – ¡Hey!     –Cada dos fines de semana vamos a ir a verla ¿Vale?     –Vale.    –Yo esta noche trabajo, asique no puedo estar contigo, pero maña te voy a buscar para que veas mi pisito.     –Bien, yo creo que voy a buscar un trabajo.    –No, entre mamá y yo te pagamos las cosas, tú a estudiar. –Dice en tono frío.    A mi hermano no le gusta la idea de que trabaje, dice que es una pérdida de tiempo cuando él puede pagarme la residencia y algunos caprichos míos, pero no quiero ser una carga para él, puesto que también paga algunas cosas de mamá. Nunca me ha dicho de qué trabaja, pero solo tienes que ver su BMW para saber que no gana poco dinero.     – ¿Me vas a decir ya cuál es tu trabajo? –Inquiero frustrada.    –No.    Bufo y apoyo la frente en la ventanilla.     Siempre la misma respuesta, nunca cambia, pero algún día sabré de dónde saca todo el dinero.    Cierro los ojos y dejo que el sueño acumulado de estos días de nervios, caiga en mí.  ***    –Hija, ya estamos llegando –Mi madre sacude mi hombro y abro los ojos poco a poco.    Lo primero que veo es la entrada al campus: un arco que va de un extremo a otro de la ancha calle, con unas letras enormes que forman el nombre de la universidad. Lo traspasamos y mi hermano conduce por una calle llena de universitarios con sus maletas, algunos son los nuevos y otros son los que llegan de las vacaciones de verano para otro año más. Mi vista se fija en el edificio blanco de dos plantas en forma de U que va de una esquina del campus al otro, entre medias hay una gran explanada de césped con bancos para sentarse y árboles.    El coche se para en un aparcamiento que está a rebosar de coches y alguna que otra moto.    –Bienvenida a tu nueva vida, hermanita –Chris se baja del coche y saca mis maletas.    Mi madre y yo le imitamos y empezamos a caminar los tres.    –Tenemos que ir a secretaría para recoger mis cosas –Digo, rebuscando un plano del campus en mi mochila.    –No busques mierdas que yo sé ir –Mi hermano me arrebata el plano y lo tira al suelo.    Me dispongo a cogerlo, pero mi madre tira de mi brazo y me lleva a su lado.    –No te hagas malas amistades, cariño, y tampoco hagas cosas indebidas –Me vuelve a recordar. Lleva diciéndome lo mismo toda la semana: nada de drogas, ni alcohol, ni chicos, ni amigas falsas.    –Ya lo sé, y tú sabes que no soy muy amigable...    –Aquí harás buenos amigos, en la universidad conocí a tu padre... –La miro y veo en sus ojos un brillo especial al recordarle, ella siempre me dice lo bonito que fue conocerle, pero para nuestra desgracia él se fue.    –Eso eran otros tiempos.    –Bueno, primero tus estudios, después los chicos –Me sonríe y engancha su brazo con el mío.    Mi madre es una mujer pelirroja, alta y con unos ojazos verdes, siempre ha sido mi mejor amiga, le cuento todo, ella sabe que no se me da bien hacer amigos, lo mejor que tiene es que su actitud es muy juvenil y liberal, pero aun así nos cuida a Chris y a mí. Mi hermano es más como era mi padre: moreno y muy apuesto, pero eso no le quita el ser un imbécil. En cambio yo soy como mi madre, en lo que a físico se refiere.    –Joder, putas maletas –Bufa mi hermano, el cual se lleva peleando un rato con las maletas, ya que una de las dos tiene una rueda rota.    –Esa boca, Christian –Le reprende nuestra madre.    Mi hermano bufa y murmura algo por lo bajo que no llego a escuchar. Unos chicos lo saludan, pero él se limita a hacer un gesto de cabeza y seguir andando, con mi madre y conmigo siguiéndolo. Nos adentramos al edificio que principalmente hemos visto, y lo que más llama mi atención son las paredes, están llenas de posters y anuncios sobre fiestas, pero se nota que las paredes son amarillas. Algunas chicas miran a mi hermano a la vez que se muerden el labio, y no tardo en darme cuenta de la popularidad de Christian. Caminamos por un largo pasillo y nos paramos frente a una puerta con un letrero en el que se lee: “Secretaría” Doy tres golpes suaves y una señora de edad avanzada y pelo blanco nos saluda.    –Buenos días, ¿Qué desean? –Pregunta, dejándonos pasar al despacho, que consta de un escritorio de madera oscura y dos sillas frente a este, con algunos cuadros en la pared y una ventana que deja vistas al campus.    –Buenos días –Saludo –Soy nueva este año y vengo por mi horario y la llave de mi cuarto.    –Un momento –Se da la vuelta y rodea el escritorio, abre cajones y frunce el ceño varias veces, a lo que mi hermano bufa y se recuesta en la pared. Me pregunta el nombre y unas cuantas cosas más y empieza a buscar.    –Mamá –La susurro, haciendo que desvíe su vista del móvil a mí, me sonríe y rodea mis hombros con sus brazos – ¿Pasa algo?    –Emm... –Se separa y nos mira intercaladamente a mi hermano y a mí –tengo una cita –Responde nerviosa, a la vez que sus ojos se iluminan.    – ¿De trabajo? –Inquiere Chris, separándose de la pared y recogiendo el papel de mis horarios que había encima de la mesa –Vámonos.    –Espera, coged la llave del cuarto –La señora deposita en la palma de mi mano una llave con un número grabado “264”     Salimos de secretaría y mi hermano nos indica dónde quedan las habitaciones, que al parecer, están un poco alejadas del campus, a diez minutos caminando.    –La cita es con un hombre que conocí hace meses –Responde mi madre cuando salimos por la puerta del edificio.    Me llevo las manos a la boca y la abrazo, estoy muy feliz por ella, desde que mi padre murió no ha salido con un chico, y eso que mi madre es muy guapa y atractiva.    –Ya era hora, mamá, pensaba que estarías toda la vida molestándonos solo a nosotros –Dice mi hermano en tono burlón, llevándose una colleja de mi parte.    –Me alegro por ti mamá –Beso su mejilla y sonríe ante mi acción – ¿Cuándo tienes ese famosa cita?     –Esta noche.    –Ese hombre no pierde el tiempo eh...    Las mejillas de mi madre se tornan rojas y yo suelto una risilla.    –Me... me gusta, es muy bueno conmigo –Logro escuchar las palabras de mi madre.    –Ve por él, si quieres algo tienes que intentar conseguirlo.    –Dejad vuestra charla de chicas y ayudadme a buscar la habitación –Replica mi hermano.    Me doy cuenta de que estamos parados frente un edificio de una sola planta, pero muy largo, frente este hay un aparcamiento en el cual hay coches aparcados y otros están llegando.     Entramos al edificio y veo que es mucho más grande de lo que parece, en el ala este, están las habitaciones del uno al doscientos, y en el ala oeste, del doscientos al cuatrocientos; por lo que me toca el ala oeste. Recorremos el pasillo y diviso mi puerta a lo lejos, corro hacia ella y meto la llave en la cerradura. Empujo la puerta, dejando ver una habitación con dos camas individuales, todo está intacto, no hay maletas a la vista ni nada que indique que tenga compañera de cuarto. La habitación es sencilla, una ventana en el centro de la pared paralela a la puerta de entrada, dos escritorios negros y dos armarios empotrados, las paredes son blanco sucio y el suelo es de madera, y se nota que ha pasado mucha gente por el desgaste que tiene.    –Deja las maletas ahí –Ordeno apuntando la cama de la izquierda.    Christian deja las maletas al pie de la cama y se tira en mi nueva cama, desordenando las sábanas.    –Que... bonita –Interviene mi madre, mirando a todas partes.    –Es muy sosa, ya la decoraré –Me siento junto a mi hermano y miro a mi madre, que se le aguan los ojos.    –Mamá no llores, cuando me fui yo no estabas tan dramática –Gruñe mi hermano, al cual abrazo por la cabeza.    –No es lo mismo –Dice con voz entrecortada.    –Venga mamá, sabes que te vamos a ir a ver, no te vas a deshacer de nosotros tan fácilmente –La sonrío y salta a mis brazos –Todo va a estar bien...    –Si me quedo más tiempo voy a llorar más, creo que mejor vuelvo a casa –Se gira sale de mi habitación con la cabeza baja, Christian se levanta de la cama y besa mi frente.    –En cuatro horas nos vemos y te presento a mis amigos –Y sale por la puerta, dejándome sola.    Examino la habitación y me doy cuenta de lo mucho que voy a extrañar mi casa.     Suelto un suspiro y me levanto de la cama, como puedo subo la maleta a la cama y la abro, voy colocando la ropa en el armario y de un momento a otro escucho una llave entrando en la cerradura, me giro y veo en la pantalla del móvil que son las tres y veinte, acomodo las últimas prendas de ropa y la puerta se abre, dejándome ver a una chica muy guapa de mi misma estatura y con el pelo morado, lleva un vestido veraniego blanco y unas sandalias, ya que el calor de septiembre se hace presente por última vez, según el telediario; y al lado de la chica, un chico no mucho mayor que nosotras, moreno y con un cuerpo muy trabajado, él, por otra parte, lleva un polo de color azul claro y unos tejanos, junto con unas Vans.    –Hola –Saludo tímida.    –Hola –Responden los dos con una sonrisa.    El chico deja dos maletas en la cama de la derecha y se despide de, la supongo que es su novia, con un beso y un ‹‹Luego nos vemos, cariño›› Sale por la puerta y nosotras nos miramos sin decir palabra.    –Emm... hola, soy Kristal –Me presento, extendiendo mi mano en su dirección.    –Emma –Acepta mi mano y sonríe tímidamente.    – ¿Eres nueva?     –No, este es mi segundo año, pero por lo que veo tú si eres nueva.    –Sí.    –Ahora voy a ir a comer, ¿Quieres venir y te enseño un poco el campus?     Sonrío y asiento frenéticamente. Puede que después de todo si haga alguna amiga.     –Gracias.    –No tienes por qué darlas.    Asiento y cojo el móvil y algo de dinero, salimos de la habitación y me guardo la llave en el bolsillo de mi vaquero.    –Mira, en este pasillo hay algunas chicas majas, pero la mayoría son unas zorras, no te juntes con ellas, en el otro pasillo, el del ala este, tengo unas amigas, pero eso no quita que tampoco haya guarras en ese pasillo.    –No soy muy amigable, no creo que tenga muchas amigas –Me encojo de hombros y ella pasa su brazo por estos.    –Ahora me tienes a mí, y en la cafetería esperan mis amigas –Me guiña un ojo y hace que una risilla se escape de mis labios.    – ¿El de antes era tu novio? –Inquiero, una vez salimos al aparcamiento.    –Sí, se llama Ben, él estudia en el edificio A.    Recuerdo lo que leí en la página oficial de la universidad, el edificio en sí, tiene forma de U, y depende de qué carrera estés estudiando vas al sector A, que es uno de los laterales, al B, que es el central, o al C, el otro lateral; pero para algunas clases te tienes que mover de un sector a otro.    – ¿Qué estudia?     –Genética y Biotecnología    – ¿Y tú?    –Artes escénicas ¿Tú?    –Filología.    –Es una carrera difícil, pero se ve que eres lista, lo vas a conseguir.    Atravesamos el aparcamiento y me lleva a una cafetería que hay dentro del campus. El ruido de los vasos y las voces de la gente me distrae por un momento, pero Emma coge mi mano y me lleva a una mesa dónde hay sentadas dos chicas. Una morena de ojos azules y muy bien vestida, mientras que la otra chica es pelinegra con las puntas del pelo de un rojo eléctrico y unos ojos marrones casi negros. Las dos son guapas y muy atractivas, no es que yo me considere fea, soy del montón, pero admito que muchas personas me alagan por mi cuerpo, y no es que me incomode, pero prefiero que se fijen en otras antes que en mi físico.    – ¡Emma! –Exclama una de ellas, la morena, saltando a los brazos de Emma.    –En lo que tú estabas por ahí con tu novio, a nosotras nos has abandonado en esta mierda de cárcel para estudiantes –Refunfuña la pelinegra, haciendo que Emma se ría.     –Yo también os he echado de menos, chicas. –Nos sentamos con ellas, y las chicas me miran co una ceja alzada y una sonrisa de medio lado –Oh, chicas... ella es Kristal, mi compañera de habitación y nueva amiga, Kristal, ellas son Sandra – Indica con la cabeza a la pelinegra, la cual se acomoda en su silla y bebe un sorbo de su bebida –y por último Amy –Añade mirando a la morena.    –Hola... –Saludo en un susurro.    –No seas tan tímida –Habla Amy.    –Cuéntanos de ti, Kristal –Propone Sandra, la cual tiene la típica pose de chica que enseña escote.    –Bueno, emm... tengo 19 años, estudio Filología, tengo un hermano y... ya.    –Solo eres un año menor a nosotras –Apunta Amy.    Las cinco miramos hacia la puerta cuando escucho murmullos y susurros, y veo a una morena con mechas californianas rubias, muy pintada y con una ropa un tanto provocativa. Junto con ella van dos chicos y dos chicas más, las cuales van igual que ella. Me fijo en lo atractivos que son los chicos, pero están muy ocupados manoseando a las chicas que van con ellos, desvío mi mirada hacia, las que supongo que ahora son mis amigas, y están mirando con odio hacia la morena.    – ¿Quiénes son? –Inquiero en voz baja.    –Los conocemos todos pero solo hablan entre ellos –Contesta Emma –La morena con andares de pingüino es la chica más guarra, a pesar de no hablar con nadie fuera de su grupo social se folla a chicos sin conocerlos, todos ellos son un grupo y se los conoce entre otras cosas por follar y demás. –Añade indiferente.    –Asco –Intervengo, haciendo muecas.    Las chicas se ríen y me uno a ellas, haciendo que algunas personas de la cafetería nos miren.    – ¿Tienes novio, Kristal? –Pregunta Sandra.    –No, no me interesa tener uno. –Me encojo de hombros y las miro una por una – ¿Vosotras?    –Solo Emma, esa cabrona lleva con Ben desde que entramos en la universidad –Susurra Amy.    –Te he oído –Gruñe Emma, cruzándose de brazos –Además, a ti te gusta uno.    – ¡Es verdad! –Chilla Sandra dando palmaditas – ¿Cómo se llama? –Puedo notar a Sandra un tanto incómoda desde que han entrado ellos, se remueve incómoda en su silla y trata de taparse la cara con el pelo.    En ese momento la puerta se abre, y la vista de las cinco se desvía hacia mi hermano, el cual llega con aires de superioridad, Amy suspira y las otras bufan. La mirada de mi hermano cae en mí y se acerca a nosotras, Amy baja la cabeza y entiendo que el chico que la gusta es mi hermano.    –Hola –Saluda, besando mi cabeza.    Las tres fijan su vista en mí y me miran interrogantes y curiosas. Mi hermano recorre con la mirada a mis amigas y sonríe a Amy, la cual está roja.    –Ho... hola –Tartamudea.    – ¿Os conocéis? –Pregunta Sandra mirándonos intercaladamente.     –Bastante, es mi hermano –Informo, recibiendo miradas de asombro de mis amigas.    –Bueno chicas... un gusto conoceros, si me disculpáis, me tengo que ir –Se despide con una sonrisa para mis amigas y un beso en la mejilla para mí.    –Te gusta mi hermano –Le susurro a Amy, a lo que ella se sonroja nuevamente y asiente.    –Es imbécil –Añade Emma.    –Dime algo que no sepa –Digo, atrapando la cabeza entre mis manos –Mira Amy, mi hermano es un chico muy... le gusta estar con muchas chicas solo por interés s****l, y no creo que quieras ser como ellas.    –No, no quiero, pero es... no sé, me gusta y ya –Responde, soltando un suspiro y mirando hacia mi hermano –Nos está mirando.    Giro la cabeza y veo a mi hermano y su grupo mirando en nuestra dirección, les sonrío y ellos me hacen un gesto para que me acerque, pero yo no quiero ir, parecen los típicos estudiantes con aires de superioridad.     –Ve a saludar –Susurra Sandra, haciendo que me gire en su dirección.    –Bien... –Murmuro, a la par que me levanto.    Serpenteo entre las personas de la cafetería, haciendo que algunas miradas se posen en mí. Llego hasta la mesa de los populares y la morena que hay sentada en el regazo de mi hermano me mata con la mirada.     –Kristal, ellos son mis amigos –Habla mi hermano, señalando con la mano a todos los integrantes de la mesa: dos chicas chicas y un chico –Chicos, ella es mi hermana, Kristal.    Noto una mano en mi hombro, me sobresalto y giro sobre mis talones, quedando cara a cara con un chico hermoso, de pelo castaño y ojos marrones, con alguna que otra perforación en la cara. Es alto, una cabeza más que yo, robusto y con una sonrisa de infarto. Me guiña un ojo y se presenta:    –Yo soy Ian –Deja un beso casto en mi mejilla y vuelve a su asiento, junto a una rubia.    –Yo soy Natalie –La morena que estaba en el regazo de mi hermano, se levanta y me abraza.    No la correspondo, ya que he visto las miradas de asco que me ponía    – ¡Hola! Me llamo Delia –Exclama una voz chillona, que proviene de una rubia muy alegre.    Lanzo una mirada a las chicas que me caen bien, las cuales están a unas mesas de distancia, y las mando una mirada de ayuda, pero se encojen de hombros y siguen mirando la escena.    –Bien... adiós –Hago un gesto de mano y me dispongo a irme.    –Ehh... no tan rápido, enana. Siéntate con nosotros un rato.    –No, Chris.    –Por lo menos déjame presentarte a mi compañero de piso –Hace un gesto con la mano y un chico de su edad, se acerca.    Es guapo y el cuerpo que tiene es digno de esculpir, pero por cómo lo describía mi hermano, sé que es un mujeriego arrogante.    – ¿Qué pasa? –Su voz ronca retumba en mis oídos, haciendo que me estremezca.     –Liam, ella es mi hermana Kristal, enana, mi compañero de piso y mejor amigo, Liam –El tal Liam se sienta en la mesa e ignora el comentario de mi hermano –Ya te puedes ir.    Y sin decir más, vuelvo a la mesa con mis nuevas amigas. Ocupo mi sitio entre Emma y Sandra, y expulso el aire que estaba reteniendo.    – ¿Qué tal te ha ido? –Pregunta emocionada Amy.    –Mal, se han presentado, pero no creo que me caigan bien.    – ¿Y eso es porque...?    –La chica esa... Natalie, me miraba con asco, y no soporto a las personas así, luego... Delia, tiene la voz más chillona del planeta –Me quejo, haciendo reír a las chicas.    – ¿Y los chicos? –Pregunta esta vez Sandra.    –Pues... agradables –Me limito a contestar.     –Bien... –Sandra me mira interrogante y la sonrío.    – ¡Oíd! –Emma se inclina hacia el centro de la mesa, haciendo que todas nosotras la imitemos –Esta noche hay un evento en el Nightmare ¿Vamos a ir?     – ¿Qué es eso? –Inquiero.    –Si vienes te lo enseñamos –Responde Amy sonriendo.    –Emm... bien, no tengo nada que hacer.    –Vale, pues a las diez de la noche en la salida de la residencia.    Todas asienten, y tras un rato hablando, decidimos irnos cada una a su habitación para prepararnos. Emma me ha dicho que tengo que vestir como para una fiesta, el problema de eso es que solo he ido a tres fiestas en toda mi vida, a lo que se ha limitado a decirme que ella me deja algo.     Atravesamos el pasillo que llega hasta nuestra habitación, y saco la llave de mi bolsillo vaquero.    – ¿Crees que vas a echar de menos a tus amigos? –Pregunta Emma una vez dentro.    –No tenía amigos, solo una amiga, pero un día me apartó de su lado sin más. Nunca lo entendí, pero no me hablo con ella.    –Oh... lo siento. Pero ahora estamos las chicas y yo para hacer de tu estancia en la universidad una fiesta.    Me río y ella me acompaña, haciendo que el lugar se llene de nuestras carcajadas.     – ¿Y qué me voy a poner?     –Emm... –Busca algo en su armario y veo que saca un vestido n***o ajustado hasta el muslo –esto, te va a quedar genial.    –Bien, me voy a duchar y ¿Luego vas tú?     –Sí.     Asiento y salgo de la habitación para ir a los baños, ya que no hay un baño por cuarto, sino un baño para toda la residencia, me meto en un cubículo del baño y aseguro la puerta de madera para que no entre nadie donde estoy yo, me despojo de la ropa, y dejo correr el agua hasta que llega a la temperatura ideal, dejo que el agua me empape una vez dentro de la ducha y me lavo el pelo y el cuerpo, pensando en dónde me llevarán mis amigas.

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