**13:15 p.m.** El Dr. Kael no se movió de su escritorio. Sus dedos tamborileaban sobre la madera, marcando un ritmo de frustración. *"No puede estar allí. No puede estar en una galería. No puede estar alejándose de mí."* Tomó el teléfono con calma fingida. Marcó el número de Damián. La llamada se conectó. Un tono. Dos. —¿Sí? —respondió una voz al tercer tono. No era Damián. Era una grabadora. “El número al que llama no está disponible. Intente más tarde.” Kael apretó los dientes. **Damián no apagaba el teléfono.** Nunca lo hacía. Porque siempre lo esperaba. **Siempre lo necesitaba.** Pero hoy no. —Mierda —murmuró, marcando de nuevo. La llamada se cortó igual. Dejó un mensaje. Firme. Controlado. Con la voz que usaba para guiar. Para manipular. —

