**LA PRISIONERA DE SU PROPIA MAGIA** Moriel: Los guardias formaron un semicírculo a mi alrededor, manteniendo esa distancia prudente que solo los valientes—o los estúpidos—olvidaban. Sus armaduras brillaban con el emblema de Valkon, ese sello dorado que ahora me quemaba desde dentro. "Por orden de Su Alteza", murmuró el capitán, evitando mis ojos. *Su Alteza.* Como si Lucas supiera lo que era la verdadera realeza. Como si ese niño con corona prestada entendiera el peso de gobernar. Caminé con la cabeza alta, sintiendo cómo la herida en mi muñeca palpitaba al ritmo de mis pasos. La marca del juramento—esa maldición dorada grabada en mi carne—ardía con cada latido. *No es dolor*, me recordé. *Es advertencia.* El pasillo parecía alargarse, las antorchas parpadeando como cómplic

