Capítulo 3:

2911 Words
No vuelvas a entrar a mi oficina. Francis llegó a la empresa textil de Harrison, NORO, se leía en un letrero de grandes letras, entró sin problemas y fue al comedor, donde había mucha gente que se disponía a entrar a trabajar, había costureros, confeccionistas, operadores de máquinas y un sinfín de empleados más, había más de 700 empleados trabajando en ambos turnos, pues en aquella empresa estaba el turno de día, que era de 6 am a 6 pm, y el turno nocturno, de 6 pm a 5 am, Toda esa gente trabajando para Harrison, y ninguno de ellos sabía la clase de persona que él era, en realidad Francis también se cuestionaba si lo conocía en verdad, ella estaba segura de que no, de que sólo estaba viendo por encima, y que había mucho más, pero ese no era asunto de ella, no, no lo era. La chica era bonita y llamaba la atención, pero nadie hubiera pensado que era la misma esposa del CEO, en realidad nadie en aquella empresa sabía que el hombre se había casado, a excepción de Jordana, el asistente de Harrison y otra persona más que era irrelevante, pero que su participación iba a cambiar la vida de Francis. Fue hasta la bodega y ahí se encontró con dos mujeres que la miraron de una manera poco amistosa, no les tomó importancia y sólo tomó su carrito, estaba acostumbrada a ser una persona odiada, ella no era mala, pero por alguna razón la gente mala no la quería, y la gente buena… bueno, Francis conocía a muy poca gente buena, tan pocas personas a lo largo de su vida que podía contarlas con sus dedos, Estaba por salir cuando de pronto entró Leslie y sonrió al verla, —Hola, ¿Qué tal te fue ayer? — —Bien, me fue muy bien—dijo Francis con una sonrisa a medias, —Te lo dije no es difícil, solo cuídate de la señora Elli, de vez en cuándo hace auditorías y se pone un poco roñosa— —Okey— —Bueno nos vemos en el descanso — dijo Leslie y se apresuró a salir, Francis se puso a limpiar los baños, y después siguió con los pasillos, salió a comer y de nuevo Kevin se sentó con ella, platicaron y después cada quien volvió a su trabajo, Mientras Francis limpiaba uno de los baños, su teléfono empezó a sonar, miró la pantalla y sabía quién era, —Diga— —¿Cómo está mi esposo? —preguntó una mujer al otro lado de la línea, –Está bien, pero creo que te engaña con su secretaria — —¿Qué?... Escúchame, no dejes que ninguna zorra me lo quite, no me importa que tengas que hacer, deshazte de las moscas que quieran estar con mi hombre— —¿Qué se supone que haga?— —¡Por dios, eres la maldita esposa!, hazte respetar, tú estas sobre cualquier mujer, no dejes que se burlen de mi — “Si supieras “pensó Francis y se miró así misma, —Escúchame bien Kate, ocúpate de mis asuntos ó yo no me ocuparé de los tuyos, sabes a que me refiero — dijo la mujer muy molesta, —Lo sé, yo me ocuparé—dijo Francis y colgó, solo entonces miró a la mujer que estaba detrás de ella mirándola fijamente y con los brazos cruzados sobre su pecho, era la señora Elli, y no se veía muy feliz, —¿Se puede saber que haces? —preguntó Elli con un tono severo y déspota, ella era la persona irrelevante que sabía que aquella chica de aspecto tierno era la esposa de él jefe, —Yo… yo solo respondí una llamada, lo siento, no volverá a pasar— —¿Crees que por que eres recomendada por el jefe puedes hacer lo que quieras? – —No… yo no… — —¡Silencio!, no interrumpas, mira este lugar, ¿Cuándo vas a empezar a limpiar? — Francis miró a su alrededor, todo estaba muy limpio, ¿A que se refería ella?, —Ya he limpiado —Aclaró la joven un poco confundida, —¿Y has acabado? —preguntó la mujer y sin más preámbulos derramó el café que tenía en una mano, dejó caer aquel líquido en todo el piso blanco, salpicando en todos lados, incluso en el overol de Francis, —Yo creo que ni siquiera has empezado aún, así que limpia de una vez, ¡y date prisa!—ordenó la mujer, no tenía miedo de meterse en problemas por tratar así a aquella chica, pues si fuera importante para el señor Harrison, él no la hubiera mandado con ella, Francis estaba atónita, ¿Por qué esa mujer era tan mala?, ni siquiera se conocían lo bastante para tratarse de ese modo, La pobre solo apretó los puños, pero la ira empezó a invadirla, nunca antes la habían humillado tanto, solo había una persona que podía ayudarla y aunque no quería ir a pedir su ayuda, tal vez debía de hacerlo, después de todo él era su esposo y el dueño de aquella empresa, Él debía de estar de su lado, ¿No es lo que los esposos hacen?, apoyarse el uno al otro, Salió de aquel baño y fue directo a las oficinas, caminó a paso firme y un hombre se interpúso en su camino, era el mismo hombre que estuvo presente en la ceremonia de matrimonio, fue él quien la recibió, —Señorita, no puede pasar — —¿Tú quien eres? —preguntó Francis, —Soy el asistente del señor Harrison, soy Javier, el señor Harrison está ocupado y no puede recibir a nadie, ¿Necesita algo? — —Si, hablar con él, necesito saber ¿Cuál es su maldito problema?— Javier frunció el ceño y se aflojó la corbata al sentir que no podía respirar, —Cuando termine su… reunión le diré que usted vino a verlo— —Soy su esposa, ¿Vas a negarme el paso?—preguntó Francis con firmeza, estaba muy enojada, ella no era una mujer que se dejara maltratar, pero últimamente, todos parecían querer pisotearla, y se estaba hartando de eso, a ella no la habían criado para ser la burla de nadie, Javier suspiró, prefería por mucho negarle el paso a ella, a que recibir un castigo de su jefe, —Lo lamento pero no pu… — Francis lo hizo a un lado y caminó hasta la oficina de su esposo, abrió la puerta y se quedo petrificada al ver a la secretaria Jordana dándole sexo oral, ¿Cómo podían ser tan indecentes?, si ella fuera la verdadera mujer de ese hombre, incluso aunque no lo quisiera, seguramente destrozaría aquel lugar por la humillación, Harrison empujó a su secretaria, estaba asombrado más que apenado, se cubrió su m*****o mientras maldecía, y Jordana sólo miró a la chica y se ruborizó ligeramente, pero la verdad es que no se arrepentía ni un poco, ella amaba a Harrison y creía que él también la amaba, era mejor que la esposa lo supiera ahora, que supiera quien era la verdadera mujer de aquel hombre, —¿Qué carajos haces aquí?—preguntó Harrison muy molesto, —Esta claro que no lo mismo que tú— —No quiero que vuelvas a entrar a mi oficina nunca más, largo— —¡Eres un idiota! —gritó Francis liberando toda su ira, —¡Y tu eres una zorra!, son el uno para el otro, ¿Por qué no te casaste mejor con ella?, sabes que… —dijo y se sacó el anillo de matrimonio, —Cásate con ella, no es tan mala idea si lo piensas, contactaré a todas las revistas y les diré la clase de hombre que eres, apuesto a que serás muy famoso, ¡Imbecil! — gritó, aventó el anillo al rostro fruncido de Harrison y cerró aquella puerta tras de sí, estaba muy enojada, pasó a lado de él asistente quien estaba con la boca abierta y se disponía a salir de aquel lugar cuando fue detenida, —¡Si te atreves a dar otro paso, juro que arruinaré a tu familia!— Francis se detuvo al recordar a su madre, ¿Qué había echo?, no debió de actuar de ese modo, respiró hondo y apretó los puños, tenía que calmarse, no podía arruinar todo, no ahora, los presentes en aquel lugar miraban aquella situación, todos se preguntaban ¿Quién era la joven?, y ¿Por qué el jefe estaba tan molesto?, Francis maldijo para sus adentros y se giró, miró a Harrison a los ojos y trató de no entrar en pánico, tenía que mantener su papel, él parecía que quería arrancarle la cabeza de un tajo, ella tenía que ser firme, tenía que hacer que él la respetara, o su tiempo junto a él sería todo un infierno, Se quitó la gorra negra que estaba usando y dejó su hermosa cabellera suelta, su rostro se veía más encantador y su juventud deslumbraría a cualquiera, con esa piel suave y blanca sin imperfecciones, —Renuncio— dijo ella y tiró la gorra al suelo, —Ahora… ¿Me darás otro empleo, o prefieres que me vaya?—preguntó sin rodeos, pero temerosa de lo que él pudiera responder, A Harrison le tembló un ojo por la frustración, ¿Cómo se atrevía ella a hablarle así delante de su personal?, pero si ella se iba, que razones le daría a su abuela, sin duda su abuela lo mandaría a buscarla y a pedirle perdón, y él no iba a humillarse de esa manera, sabía que eso pasaría, pues después de todo, fue su abuela quien eligió a la chica, —¡Javier! —gritó Harrison a pesar de que su asistente estaba a sólo dos pasos de él, —Si señor— —Pon a la señorita Francis en el nuevo puesto de secretaria — ordenó mientras la miraba a punto de fulminarla, en verdad quería tomarla del cuello y meterla en cintura, pero en realidad él jamás se atrevería a golpear a una mujer, —Si señor— respondió el asistente, —Harrison no puedes hacer eso ella… — —No pedí tu opinión — interrumpió Harrison a Jordana, el malhumorado hombre volvió a su oficina y Francis sonrió victoriosa, —Eres una igualada— dijo Jordana incitando a los problemas, —Jordana no hagas esto— advirtió Javier y se interpúso entre ella y Francis, —Si, y tu eres una zorra, puedes satisfacer a mi hombre el tiempo que quieras, pero no olvides quien es la esposa, siempre volverá a mi, no importa cuánto tarde— dijo Francis, aquellas palabras las había escuchado en una novela, y sólo las repetía por mera diversión, —Ya veremos cuanto te dura el gusto — dijo la rubia y se alejó de aquel lugar muy enojada, Francis respiró hondo y miró que algunas personas la veían, todos regresaron a sus asuntos y Javier se acercó a la joven, —Ven, te llevaré a tu nuevo lugar de trabajo — dijo y la llevó hasta un escritorio que quedaba justo frente a una ventana que daba a la oficina de su esposo, la cortina estaba cerrada, pero sin duda cuando la abriera, él la tendría en la mira, —Por ahora solo ayúdame a archivar unos documentos, si quieres ve a cambiarte — dijo Javier al verla usando el overol de los de intendencia, —Perdón por empujarte, estaba enojada— se disculpó la chica, —No pasa nada — Francis se cambió y sonrió, hacía un rato estaba temblando como nunca antes en su vida, pero todo salió bien. Ese mismo día se enteró que Jordana y Elli eran mejores amigas, así que ahora sabía por qué la tal Elli la odiaba tanto. Hizo su trabajo y no se metió en más problemas el resto del día, a la hora de la salida, juntó sus cosas y salió a toda prisa, no quería toparse con su esposo, fue a la parada de autobuses y esperó el transporte público igual que el día anterior, mientras esperaba su teléfono empezó a sonar, Hizo una mueca al ver que era su esposo, no respondió, subió al autobus y se bajó en el parque cerca de la casa, fue a una farmacia y compró unas pastillas anticonceptivas, después de entrar a una breve consulta, salió de ahí y caminó a paso lento hasta su casa, pero antes de llegar tiró la caja y soló guardó las pastillas en su bolso, “Tal vez esto no será suficiente “, pensó y regresó a la farmacia, no quería lamentarse después, compró un frasco de vitaminas y le sacó las píldoras para guardar dentro de él sus pastillas anticonceptivas, “Si mucho mejor “, era un mejor camuflaje, volvió a caminar de regreso y de pronto alguien la sujetó de la cintura, ella se sobresaltó y luego se relajó al ver a Edgar, —Perdón por asustarte, no pude evitarlo—se disculpó aquel encantador hombre, —Esta bien te perdono — —No estaba seguro de si eras tú, te vez diferente, me gusta— —Gracias, ¿Y Alma? — —Esta en casa, hoy solo vine a la tienda por unas cosas que necesitaba — —Ya veo— —¿Y tú?, vi que saliste de la farmacia, ¿Te sientes mal? — —No, solo compré unas vitaminas, es todo — —Bien, te acompaño a tu casa, en serio no deberías de andar sola a esta hora, aun en esta zona, es peligroso — —Estoy bien, puedo cuidarme— —Eso me gusta, una mujer independiente —dijo él y sonrió para ella, Ambos caminaron mientras conversaban, y mientras tanto, Harrison se despedía de su secretaria, planeaba llevarla a su casa, pero le salió una reunión de último momento, así que llamó a un taxi, estaba afuera con ella cuando miró a la pareja que venía riendo y conversando, —¿Tu esposo no es celoso, o si? —preguntó Edgar mientras miraba en una dirección, —Claro que no, dudo mucho que yo le importe— —Pues se ve un poco molesto — Francis miró en la misma dirección que Edgar, y miró que Harrison estaba con su amante, ¿Por qué andaban juntos a todos lados?, si tanto quería a Jordana, ¿Por qué no se casó con ella?, ¿Por qué hacer sufrir a alguien más?, Llegaron hasta quedar frente a ellos y Francis quería esconderse detrás de Edgar al ver la mirada de odio de Harrison, sin duda estaba enojado, —Señor Harrison —dijo Edgar y se enderezó, mostrando que no se sentía intimidado ni un poco, y así era, Harrison era imponente como un enorme edificio, pero Edgar también podía serlo, ambos eran tiburones, —Señor Lecrerc, que sorpresa, de todos en este mundo, es usted el que congenia bastante bien con mi esposa, tal parece — —No piense mal, solo la acompañaba, una mujer como ella no debería de andar sola por la calle, alguien se la puede robar — Harrison sentía que lo estaban pateando en algún lado, ¿En el orgullo?, ¿En el ego?, no estaba seguro, pero no le gustaban las palabras con doble sentido de Edgar, No lo pensó más y tomó a su esposa de la mano, la jaló para ponerla a su lado y sonrió de un modo sínico, —No se preocupe, la cuidaré bien de ahora en adelante, ya puede irse— dijo Harrison y le dio la espalda, Francis solo miró a Edgar y se sintió apenada, quería decir que lo sentía, pero estaba siendo arrastrada al interior de la propiedad de su esposo, Jordana se quedó ahí de pie y no pudo decir ni pío, Una vez que entraron a la casa Harrison soltó a su esposa y la miró, —¿Qué hacías con él? — —Nada, solo nos encontramos en la calle — —¿Lo conoces? — —Si— Harrison se sobó la frente y se quedo callado, no había razón para enojarse, ¿Entonces por qué se sentía tan molesto?, su esposa era una mujer proveniente de una familia rica, era obvio que tendría amigos o conocidos como Edgar, trató de calmarse y sólo lanzó un suspiro al aire, —A partir de mañana espérame, no te volverás a venir sola, ni tampoco te iras sola, ¿Entendiste? — –No —respondió Francis, —¿Qué? — —No iré en el mismo auto con tu amante, o es ella o soy yo — Harrison sonrió incrédulo, la chica tenía coraje, ¿Admirable o estúpido?, tal vez un poco de ambos, —Bien, me alejaré de Jordana, pero tu te alejarás de Edgar — A Francis no le gustó aquella propuesta, Edgar era un tipo lindo y educado, pero no tenia más remedio que aceptar, —Esta bien— Harrison estiró su mano hacia ella y ella la estrecho, —Tengo una reunión justo ahora, pero volveré en una hora más o menos, no te duermas — —¿Por qué? — Harrison la miró y respiró hondo, —Tenemos que concebir, y mientras más rápido lo hagas mucho mejor —
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