Ella parpadea, como si yo estuviera exagerando (que sí, pero es mi derecho divino).
—¿Por qué no?
Aaaah, ella no está entendiendo, mi intención de desaparecer de la casa del ogro es por la chica refinada, la verdad que quiero alejarme de él, primero porque es mi jefe y vive cambiando de humor; un rato me quiere, otros me odia, y el que predomina más es, ¡el odio!
—¡Porque meterá a la cacatúa! —grito como si hubiera descubierto el plan malévolo de un villano de caricatura.
—¿La cacatúa?
—¡Sí, esa urraca insoportable! Nooo, por eso me fui, ¿entiendes? Se supone que esto era solo nosotras dos, paz, tranquilidad, libertad. Y ahora resulta que vamos a vivir con tu hermano, que además es mi jefe. ¡Qué incomodidad más grande! ¡Es como si te dijeran que tu vecino es también tu terapeuta y tu
