No sé si llorar o reír. Así que hago lo que siempre hago: sarcasmo interno. —Perfecto, Katya. Vine a trabajar y terminé participando en un reality show. Cuando salgo, envuelta en la bata y con la toalla en la cabeza, me miro al espejo. Ojeras, piel aún roja del agua caliente, mirada perdida. —Hora de dormir —me digo en voz baja. Salgo del baño. La habitación está vacía. Nadie, ni Alexei, ni la loca. Solo yo. Respiro aliviada. Mi alma regresa a mi cuerpo. Drama, tensión, recuerdos incómodos, y mis locuras que no me dejan en paz. Porque sí, por más que intente ignorarlo, mi mente vuelve al maldito detalle: la forma en que Alexei me miró. Esa mezcla de autoridad, irritación y… algo más. Y lo peor de todo es que ese “algo más” me hace arder por dentro. Me tiré en la cama como si de v

