**ALAI**
No le dije buenas noches. No lo toqué. No le ofrecí ternura. Me dormí con el corazón hecho un nudo, en silencio, dejando que las lágrimas no caigan, que el dolor no se asome. Y él… Él no insistió. Porque, aunque no pronuncié una palabra, sabía que lo había entendido.
Mi indiferencia no era una venganza, ni una muestra de rabia descontrolada. Era, simplemente, mi forma de proteger lo poco que aún quedaba de mí, de esa parte de mi alma que todavía se aferraba a la esperanza. Porque si él actuaba como si nada importara, yo también aprendería a ser invisible, a desaparecer en la sombra de ese silencio que ahora nos envolvía. Y en esa invisibilidad, quizás, podría encontrar un poco de paz, un resquicio de libertad para sanar.
Me desperté antes del amanecer, cuando todavía la oscur
