**ALAI**
Sus labios se curvaron en algo parecido a una sonrisa. Frágil. Casi burlona.
—Te preocupas por mí, entonces.
—No me hagas hablar —gruñí, volviendo a la herida—. Estoy haciendo esto porque no quiero que mueras en mi cama. Sería un problema de limpieza más que otra cosa.
Él sonrió, apenas un soplo de aire, pero fue real. Yo, en cambio, apreté los dientes. No quería ese tipo de cercanía. No así. No tan pronto. No después de una semana de sentirme un mueble decorativo vigilado por su maldita hermana.
—Estaba resolviendo asuntos —murmuró al fin—. Cosas que tú no necesitas saber. Pero salieron mal.
—Ya veo. ¿Y viniste aquí en vez de un hospital?
Me miró por fin. Esa mirada suya que siempre parece saber más de lo que dice.
—Tú eras el único lugar seguro esta noche.
Mi respiració
