**NICKY** Y con esas palabras, se adentró aún más en el laberinto de estanterías llenas de polvo, dejándome solo, con el peso de mi culpa, aplastándome el pecho. El silencio se hizo ensordecedor, interrumpido únicamente por el eco de mis propios errores. Sabía que había cometido un error imperdonable, un error que podría costarme lo más valioso que tenía. Y ahora, solo podía esperar, con la esperanza de que algún día, ella pudiera perdonarme. Salí de la sala de juntas con el nudo en el pecho, un peso que parecía aferrarse a mi garganta y aflojarse solo un poco, como si incluso mi cuerpo intentara aliviar la tensión que me oprimía. La idea había estado clavada en mi mente todo el día: hablar con Alai, explicarle, suplicarle si era necesario. No podía seguir dejando que el silencio, esa

