**ALAI** Me levanté despacio. Crucé la habitación en silencio, buscando algo de agua. Pasé frente al gran espejo que cubría una de las paredes… y me detuve. Ahí estaba yo. Despeinada, descalza, con el vendaje aún en el brazo y los ojos más abiertos que nunca. Una parte de mí se veía rota. La otra… afilada. Como un cristal que no se volvió polvo, pero sí filo. No estaba bien. Pero estaba despierta. Y eso, en esta casa, ya era una victoria. Volví la vista hacia la cama. Nicky seguía dormido, ajeno, envuelto en esa paz suya tan impune. Respiré hondo. Y me prometí que la próxima vez que despertara entre sus brazos… Sería porque yo lo decidía sin sentir miedo y desconfianza. La invitación llegó al día siguiente. Un mensaje formal, medido, lleno de cortesía y frases perfectamente redactadas.

