**ALAI** Para enfrentarlas. Para poner mi límite. Él solo selló lo que yo ya había empezado. Y en ese momento, me miró. Con esos ojos que no pedían aplausos ni agradecimientos. Solo buscaban confirmar que yo sabía quién era ahora. Asentí con la cabeza. Pequeño gesto. Gigante por dentro. Ellas salieron sin decir palabra. Y esta vez, lo hicieron sabiendo que yo no era la mujer que podían ignorar. Ya no. —De ahora en adelante, eres la señora de todo lo que tengo, además tengo otro trabajo para ti —dijo Nicky, de pie frente a mí, con esa mezcla suya de determinación y ternura que a veces me desarma más que cualquier grito. Lo miré con una ceja alzada, sin moverme de donde estaba, con las manos aún manchadas de polvo y tinta. —¿Y eso qué significa exactamente? ¿Tengo que dejar este lugar?

