**ALAI** Pero ya no era igual. La sensación había cambiado. La calma se había tornado en una punzada suave y persistente, una especie de dolor que no era físico, sino emocional. Era esa sensación incómoda que llega cuando una parte de ti quiere sentirse acompañada, de verdad, en ese silencio que ahora parecía más pesado. Esa punzada discreta que se instala cuando una se da cuenta, con una especie de tristeza silenciosa, de que está sola en medio de la noche, con sus pensamientos y sus sentimientos revoloteando en silencio. Y en ese instante, supe que algo había cambiado para siempre. Que la espera y la incertidumbre se habían instalado en mí, en ese rincón secreto donde guardo mis sentimientos más profundos. Y que, aunque la noche aún es joven, una parte de mí ya había empezado a enten

