El mes transcurrió sin sobresaltos en la casa de Annika. Su negocio finalmente despegó, y gran parte del mérito se debía a Boris, quien demostró ser un administrador excepcional. Annika, impresionada por su desempeño, lo ascendió al cargo de vicepresidente para que pudiera expandir aún más el negocio. Elena, por su parte, se involucró activamente en el negocio. Pasaba más tiempo allí, buscando mano de obra y un edificio adecuado para establecer un taller de creaciones. Mientras tanto, Annika se sumergió en su pasión: diseñar. Creó varios diseños innovadores, cada uno más cautivador que el anterior. Sin embargo, lo que ninguno de ellos sabía era que el destino les tenía preparada, una sorpresa inesperada. Una sorpresa que cambiaría sus vidas para siempre. —Annika Tenemos que hablar. —jalo

