—Dios, eres hermosa.— Miró el bulto que me tensaba el pantalón. —¿Seguro que no vas a romper la regla de no tener sexo hasta después de la cuarta cita si traes esa cachiporra a mi cama?— —Tengo pensado dejarme los calzoncillos puestos, así que espero no romper ninguna regla. Solo necesito ponerte la toalla debajo para que el aceite no manche las sábanas. — Sonia se giró hacia un lado, dejándome ver todo su cuerpo, y me dolía la polla; se me puso muy dura. Dejé la toalla y ella se giró sobre ella, enseñándome el culo. —Sigo intentando decidir qué es lo que más me gusta de ti, pero cada vez que pienso que podría ser otra cosa, me muestras tu trasero, y sé que, tengas lo que tengas, rompiste el molde en cuanto a traseros se refiere.— Sonia se rió. —He notado que los hombres tienden a cog

