Parte 2

2588 Words
... Por la mañana empezó a llover y me desperté al escuchar sonidos de los truenos. El cielo estaba encapotado y la casa se veía lúgubre, como si no fuera temprano por la mañana, sino por la noche. - ¿Has dormido suficiente? - La abuela miró hacia la habitación y sonrió. - Levántate, traje un poco de leche fresca. Vamos a desayunar. Me levanté, estirándome de placer, me puse la bata y fui a la cocina, donde la abuela ya traqueteaba los platos. - Está lloviendo ... - Me acerqué a la ventana y separé las suaves hojas de geranio, mirando hacia la calle. - ¿Cuánto tiempo lloverá? - Dijeron en la radio que aumentaría por la noche, - respondió la abuela. - Les preocupa que el río se desborde debido al mal tiempo. El viento se ha levantado, como si fuera a haber una tormenta. ¿Cuándo tienes que volver al trabajo? - Estoy de vacaciones. - Abrí el grifo del lavabo para lavarme la cara y cepillarme los dientes. - Puedo quedarme por un tiempo. - Bueno ... Entonces, todo está bien y no hay de que preocuparse ... Desayunamos y la lluvia empeoraba. Se le unieron ráfagas de viento, bajo las cuales las viejas contraventanas crujían lastimosamente y golpeaban las paredes de madera, lo que lo hacía un poco espeluznante. - Vi a un hombre anoche, - recordé, y mi abuela se animó: - ¿Dónde? - Caminaba por la calle. Vestido con una capa ... amplia, con capucha. - ¿Dices que tenía puesta una capa? - preguntó pensativa la abuela. - ¿Sería Nikolas? ¿Qué estaba haciendo aquí por la noche? Es extraño... - ¿Y quién es este Nikolas? - pregunté yo con interés. - ¿Y por qué es extraño? - Nikolas es... - La abuela vaciló, y de repente me miró fijamente: - Y a ti, ¿que más te da? - ¡Bah, abuela, dime! - Ya vi en su rostro que este hombre claramente se había cruzado en su camino. - Trabaja como vigilante en el cementerio. Vive ahí. ¡Hasta donde puedo recordar, siempre sale caminar por las noches, asustando a la gente! - ¿Y por qué me miraste así? ¿Tuviste algo que ver con él en el pasado? - Sonreí yo. - No, yo no, - suspiró la abuela. - Ana. - ¿Cómo? - Tuve el presentimiento de una historia entretenida. - ¿Tuvieron una aventura? - Si fuera sólo una aventura ... - La abuela me miró con escepticismo. - Él la cortejaba. Durante mucho tiempo, anduvo detrás de ella, pero no estaba en su destino. Nuestro padre rápidamente lo quitó del medio, creyendo que tal mozo, sin casa ni trabajo fijo, no era digno de Ana. - ¿Tampoco le agradaba a mi abuela? - Le gustaba mucho a Ana. Oh, cómo le gustaba... Nikolas, después de todo, fue muy hermoso y de buen ver en su juventud, alto, de hombros anchos, ojos azules, con cabello rubio espeso color de trigo y un bigote bien cuidado... La abuela puso los ojos en blanco, lo que me impulsó a sentir su obvia simpatía por antaño hermoso Nikolas. - Nuestro padre le dio a Ana en matrimonio a tu abuelo, pero el joven no vivió mucho. Un año después, el esposo de Ana murió en extrañas circunstancias: lo encontraron en un establo, con una horquilla en el estómago. Y en sus manos había un ramo de acianos, que se consideraba un presagio de brujería ... - ¿¿¿Por qué??? - yo estaba impresionada. - ¿Son los acianos un presagio de brujas? - Sí. Esta flor tiene muchos signos interesantes, - la abuela asintió. - Uno de los cuales dice que son guías para pasar al mundo de los muertos. - ¡Guau! ¡Que pasiones tan fuertes! - Escuché con admiración esta historia: resulta que mi familia tenía un pasado envuelto en secretos. Entonces, ¿qué sigue? - Y luego acusaron a Nikolas de asesinato y lo exiliaron a una colonia, a cortar madera. Decían que como amaba a Ana, se vengó de su oponente. Cuando fue arrestado, se quedó en silencio, solo miraba fijamente a Ana que estaba llorando, viendo todo esto desde su patio, - la abuela sonrió amargamente. - Y pronto dio a luz y corrió el rumor por el pueblo de que la niña que nació después, era la hija de Nikolas, y no de su esposo legal. - ¿Él te gustaba? - pregunté con cautela, dándome cuenta de que todavía le resultaba difícil hablar de lo sucedido a pesar de pasar tanto tiempo. - ¿Nikolas? - la abuela se encogió de hombros con torpeza. - Si, me gustaba ... estaba enamorada locamente de él. Y él lo sabía ... Pero siempre eligió a Ana. - ¿Y cómo terminó? - Regresó a casa, muy pronto ... Resultó que no mató a nadie, lo hizo un extraño que trabajaba como ganadero. Pero todo esto era muy raro… Ya nadie se entrometía entre ellos, nuestros padres murieron a causa de la terrible gripe que estaba quemando el pueblo, y Ana se apuntó por fin con Nikolas. Vivieron durante varios años juntos, insociables y reservados, y para el tercer aniversario, Ana murió de repente, dejando a tu madre huérfana. Nikolas abandonó el pueblo y se instaló en el cementerio. Me llevé a Nina, a mi sobrina, que es tu mamá y la crie como a una hija. - ¿Y en todo este tiempo tu dejaste de tratar a mi abuela? - La miré, sorprendida. - Ay, mi niña, ya te dije que se han vuelto insociables y ni siquiera yo entraba a la casa de mis padres donde ellos vivían, no me dejaban. Como si un gato n***o corriera entre nosotros ... - las mejillas de la abuela temblaron y sus ojos se llenaron de lágrimas. - ¿Quizás descubrió que te gustaba Nikolas? - sugerí, pero mi abuela negó: - No, ¿cómo crees? Me guardé esto para mí y nunca se lo dije a nadie. - ¿Y qué le pasó a la abuela Ana? ¿Por qué murió ella? - Y aquí está donde está el misterio - la abuela levantó las manos. - No estaba enferma en absoluto, se veía sana y de un momento a otro, se cayó y murió. Luego dijeron que su corazón estaba enfermo, pero ¿Qué persona enferma de corazón se veía así? Una mujer llena de vida, en sus mejores momentos, llena de salud y belleza y de repente, un ataque al corazón... Después de eso, yo misma vi a Nikolas llorando sobre su tumba. Amargamente, con angustia, como si llorara no tanto por el dolor, como por la culpa y otro sentimiento oculto ... Pero bueno, vamos, esto es el pasado, y ya no hay nada que hacer, no vamos revolverlo por gusto, a los muertos, hay que dejar en paz ... El mal tiempo estaba ganando impulso cada vez más, y unos sentimientos lúgubres se estaban adueñando de mi alma. Estos sentimientos incomprensibles se establecieron firmemente en el área del plexo solar y me aruñaban por dentro como un gato hambriento. Quería ir a la casa de la abuela Ana y tocar las paredes que guardaban el secreto. Y el secreto estaba ahí, lo sentía. - ¿Vamos, vamos allí? - le pregunté a la abuela. - ¿A dónde? - A la casa. Quiero ir. Sorprendentemente, ella accedió de inmediato. Nos pusimos capas impermeables y salimos bajo la lluvia. Después de haber pasado por varios patios cubiertos de maleza, nos encontramos cerca de una casa vieja, que nos miraba con recelo con las cuencas de los ojos oscuros de las ventanas. La abuela rebuscó en su bolsillo y sacó las llaves. - Hace mucho que no venía aquí. Al menos debería quitar las telarañas ... Subiendo al porche, me sorprendió ver un ramo de acianos en el umbral, ennegrecido de por el tiempo y miré a mi abuela con asombro. - ¿Qué cosa es ésta, que hacen aquí esas flores? - No lo sé... - la expresión de su rostro cambió, se inclinó y pasó el dedo por los arañazos frescos apenas perceptibles cerca de los agujeros con clavos. - No me gusta todo esto. Oh, no me gusta... - ¿Quizás los trajo Nikolas? - Sugerí. - ¿Pero, para qué? - Quién sabe ... - La abuela abrió la puerta y entramos a un pequeño pasillo con un perchero viejo y un taburete torcido acurrucado en un rincón. Olía a humedad y moho, cuyo olor se mezclaba con un sutil olor del perfume viejo. - ¿Sientes este olor? - dijo mi abuela sorprendida y asentí. - ¿De dónde proviene? Entramos en una habitación grande y vimos que adentro reinaba total desorden. Todas las cosas estaban esparcidas por el suelo, como si buscaran algo, y entre ellas había un frasco de perfume aplastado, que exudaba ese aroma amargo y perturbador. - ¡¿Que pasó aquí ?! - la abuela se puso las manos el pecho apretando el lado del corazón y se sentó en el viejo sofá. - ¡¿Quien hizo esto?! - Si son ladrones, entonces no creo que se hayan beneficiado de algo aquí. No hay nada que tomar excepto cosas viejas, - miré preocupada a mi abuela. - ¿Te sientes mal? ¿Qué puedo hacer, abuela? - Oh ... nada ... No te preocupes ... - sacó un frasco de pastillas de su bolsillo y tomó algunas de ellas. - Se me pasará ahora ... Caminé por todas las habitaciones, notando con irritación que había un desastre total por todas partes. Algunas cosas estaban rotas o torcidas, las cajas, volteadas del revés y las camas destendidas. Incluso las almohadas estaban cortadas. ¿Qué estaban buscando aquí?! - ¡Natalia! - La abuela me llamó y volví con ella. - Tenemos que poner las cosas en orden aquí ... - Vete a casa y yo limpiaré el desorden, puedo arreglarme sola, no te preocupes, - le dije, y mi abuela, para mí sorpresa, estuvo de acuerdo. - Está bien... no puedo mirar esto... - Se levantó pesadamente y caminó hacia la puerta con pasos lentos. - ¿Qué quieres que cocine? - ¿Quizás albóndigas? - Sugerí. - ¿De carne? - Entonces, serán albóndigas, - sonrió. - No te quedes aquí por mucho tiempo. No se puede arreglar todo de una vez. - Lo sé, no te preocupes... La abuela se fue y yo me puse a trabajar, guardando cosas enteras y tirando las rotas al cubo. Pasó aproximadamente media hora cuando escuché los pasos de alguien en el porche y me quedé paralizada de miedo. ¿Quién sería? ¿Abuela o los mismos gamberros que protagonizaron este desastre? - ¿Quién está ahí? - grité, apretando con fuerza una pequeña pala de hierro que encontré apoyada en la pared, cerca de la puerta. Se acercaron pasos, pero nadie me respondió. El miedo envolvió mi cuerpo en una sustancia densa y casi lo paralizó. - ¿Quién está ahí? - grité de nuevo y luego vi en la puerta a un hombre alto con un paraguas mojado en la mano. - Hola - dijo y sus ojos me recorrieron con visible interés. - ¿Que pasó aquí? - No lo sé, - me encogí de hombros. - ¿Quién eres tú? Sonrió con las comisuras de los labios y algo siniestro parpadeó en sus ojos verdes, grandes y profundos, adornados con largas y negras pestañas, o eso me pareció a mí. - ¿Entiendo que estoy hablando con la anfitriona de la casa? preguntó, ignorando mi pregunta. - Entiendes bien, - finalmente noté que el joven tenía una apariencia asombrosa: inusual, algo provocativo e inusualmente hermoso ... Todo en él era "demasiado": pestañas demasiado largas, cejas demasiado impecables, labios demasiado bien dibujados, músculos, que se notaban debajo del n***o pullover, demasiado prominentes, dientes demasiado blancos, cabello demasiado n***o y espeso y ojos... extraños, verde oscuro. La superficie mate de esos ojos me confundió más. "Como las aguas profundas de un lago sin fondo ..." Me miró, como si esperara algo, y yo solté de repente: ¿Eres tú el que quería comprar mi casa? - Sí, soy yo, tienes razón. Quería, - admitió sin inmutarse en absoluto. - Pero como mi padre y yo fuimos rechazados por tu abuela, tuvimos que comprar otra, la de al lado. - Me pregunto qué te atrajo tanto en este pueblo que ofreciste esa cantidad de dinero por una casa vieja. - No pude resistir un comentario sarcástico. - Bueno, esa es una historia bastante personal, - respondió evasivamente. - Puedo decir que este lugar es muy querido por mi padre y por mí. Pasé cerca, vi que la puerta estaba abierta y decidí echar un vistazo, porque es muy posible que había entrado alguien que quiera sacar provecho del bien ajeno. “Muy buena respuesta. No podía refutarle. Por otro lado, ¿qué me importa por qué vinieron aquí y para que querían comprar la casa? Déjalos vivir donde quieran”. - pensé yo por dentro. - No queda nada aquí ... Nada que valga la pena. - Señalé con la mano el desastre. - Pero sigue siendo una pena, porque esa casa es un recuerdo. - ¿Puedo ayudarte? - Noté cómo sus ojos brillaron con crueldad, aunque una sonrisa jugó en sus labios perfectos. - ¡Oh, no! Gracias. - quería esconderme de su mirada, lo que me provocó una sensación de pánico. - Eso es todo por hoy. El resto, lo organizaré y lo limpiaré mañana. Recogí los escombros con una espátula y los tiré en un balde, colocándolo con cuidado debajo del horno. El joven no se fue y siguió observando, lo que me inquietó por completo. - ¿Cuál es tu nombre? preguntó de repente. - Vamos a conocernos, ¿quieres? - Natalia, - me acerqué a él y se hizo a un lado. - Me llamo Zhdan. - ¿Zhdan? - Lo miré rápidamente. - Sí. Un nombre antiguo, eslavo. Significa "Esperado". - había algo, un sentimiento profundamente oculto en sus ojos, pero vi cómo este "algo" salía constantemente, curiosamente, observando con ansias este mundo ... Una comparación extraña, pero eso es exactamente lo que parecía. Alguien que no estaba familiarizado con el ambiente. Como si hubiera salido de otra dimensión. El me asusto. Y tenía miedo no del hecho de que pudiera causarme dolor físico, sino de estos ojos, con estos sentimientos ocultos, escondidos, mirándome y como acechando furtivamente. - Encantada de conocerte - tropecé y sin querer, me agarré torpemente en su hombro y de repente sentí una extraña sensación, como una descarga de electricidad. Nos separamos el uno del otro y el joven me miró con asombro: - Sí, sí ... yo también ... Estoy encantado de conocerte. Mucho gusto. El sentimiento extraño, como si se tratara de una criatura que vivía en sus ojos, se enojó y se erizó, pero el rostro perfecto del hombre permaneció tranquilo, lo que me asustó aún más. Rápidamente salió de la casa y caminó bajo la lluvia sin abrir su paraguas. Su andar, el giro de sus anchos hombros y el cuello tenso, me recordaba algo ... Pero en cuanto desapareció detrás de la casa, esta sensación pasó de la misma forma que apareció ...
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