Remordimiento
Drage lo miró con intensidad, la culpa y el remordimiento le recorrieron.
- Aún así… - murmuró, desviando la mirada hacia el ventanal - No entiendo por qué eres tan duro con tus hijos, Glenn. Los observas con una frialdad que nunca me mostraste a mí. No lo entiendo.
Glenn lo miró por un instante y luego suspiró, desviando la mirada como si luchara con sus propios pensamientos.
- No soy tan duro como crees. Es sólo que… después de todo lo que he visto, de todo lo que he pasado, me cuesta no verlos como responsabilidades más que como hijos. Cada uno de ellos representa una pieza en el equilibrio que juro proteger y si no son fuertes… - Glenn hizo una pausa, cerrando los ojos brevemente antes de continuar - No puedo permitir que el sacrificio de mi vida y mi honor sea en vano. Mi padre fue uno de los que intentaron dañarte, Drage. No puedo arriesgarme a que mis hijos hereden sus debilidades menos ahora que ambos están ligados al destino de tu compañera y el tuyo.
- ¿Por qué lo dices? - le preguntó sorprendido.
- Altheas es el guardian y tutor de la princesa desde que nació...como un centinela de dragón. Cuando el emperador vio su marca me pidió proteger a su hija y el único en el que podía confiar era en mi propia sangre. Además, Thalias luchó contra todos los prospectos del clan que podían ser tu nuevo centinela para protegerte personalmente, casi como un legado familiar para que pudiese terminar lo que yo comencé... Ambos protegen a lo más preciado que tenemos en ambos mundos...Es imposible no preocuparme y desear que no fallen. Por eso soy tan estricto.
Drage asintió lentamente, comprendiendo la profundidad de los temores de su amigo.
- Entiendo que deseas protegerme, incluso más allá de lo que te ordené, Glenn - Drage lo observó con una mezcla de compasión y respeto - Pero a veces, la protección no requiere dureza; requiere amor. Quizás, si tus hijos sintieran tu cercanía, podrían demostrarte que son fuertes sin necesidad de soportar la misma carga que tú llevaste. Los he observado y ambos te respetan y aman más de lo que puedes imaginar. No entiendo porque desprecias su vínculo o a Altheas...
- Si mostrara lo que me preocupa mi hijo menor, él estaría en riesgo. No sólo con nuestra gente si no con los humanos...Es por eso que no lo reconocí como parte del clan...Si lo mantengo fuera del control del jefe, el tendrá la libertad de tomar sus decisiones y ayudar a tu compañera.
- ¿El lo sabe?... ¿Que esas fueron tus intenciones?
- No, no se lo había dicho a nadie...
- Deberás trasmitir tus sentimientos, Glenn...Es un humano y no vivirá tanto tiempo como nosotros...Su sangre de elfo tal vez le daré años extras, pero no demasiados...Lo sabes...
Glenn quedó en silencio por un momento, sus ojos perdidos en la inmensidad del bosque nocturno. Finalmente, asintió lentamente, como si las palabras de Drage hubieran calado en su interior.
- Estoy consciente, la madre de Thalias murió cuando dio a luz y la madre de Altheas murió hace 130 años...
- Nunca pensé que elegirías una mujer humana...
- Era inteligente y fuerte, era más elfo que uno de nosotros...Cuando supe que estaba embarazada, tuve que esconderla para que los jefes de otros clanes no les hicieran daño...No pude verlos hasta que fue tarde...
La voz de Glenn tembló ligeramente mientras empezaba a relatar su historia. Drage lo observaba en silencio, notando la tensión que se acumulaba en cada palabra, en cada respiro profundo de su amigo.
- La escondí, Drage. Tenía que hacerlo. Si mis enemigos supieran que mi compañera era humana, no habrían tardado en hacerle daño, ni en arrebatarle a mi hijo - Glenn se detuvo, y sus ojos se desviaron, como si reviviera cada momento en que había vigilado desde las sombras, cada decisión dolorosa que había tomado para proteger a quienes amaba.
Drage, sereno, esperó. Sabía que este relato salía de lo más profundo del corazón de Glenn y no era fácil para él exponerse así. Para ningún elfo era fácil lidiar con las emociones y menos una tan desconocida como el amor.
- Me mantuve alejado… hasta que fue demasiado tarde - Glenn tragó saliva y cerró los ojos, como si el recuerdo le resultara casi insoportable - Para cuando supe de su muerte, habían pasado 10 años. Diez años, Drage… Y no estuve allí.
La mano de Drage descansó suavemente en su hombro, transmitiéndole apoyo sin decir una palabra. Glenn respiró hondo, manteniendo el control, pero su voz sonaba rota.
- El primer día que vi a Altheas como mi hijo… tenía ya treinta años - Sonrió con amargura - Yo había sido una sombra para él, un guardián invisible que no podía revelarse… hasta que llegó un día y me pidió audiencia en el bosque sagrado. Traía algo… una pequeña caja de madera tallada. No dijo nada al principio; sólo la abrió y sacó un brazalete de plata que yo reconocí de inmediato.
- ¿El de ella? - susurró Drage, sabiendo ya la respuesta.
Glenn asintió, mirando hacia la ventana como si las estrellas de la noche fueran el único refugio para sus emociones.
- Sí - los ojos del elfo se llenaron de lágrimas contenidas - Era su brazalete de unión, aquel que intercambiamos la noche en que juramos estar juntos, a pesar de las leyes, a pesar de todo. Estaba idéntico a como lo recordaba… aunque el tiempo había pasado sobre él como una sombra que no avisa.
Glenn levantó la muñeca y le mostró a Drage el brazalete gemelo, aquel que él nunca se había quitado.
- Cuando lo vi - continuó con la voz entrecortada - supe que ella me había amado hasta el último día de su vida. Lo conservó, Drage… aún cuando nunca volví a casa. Aún cuando jamás pude estar allí para Altheas, ni para ella.
Drage observó en silencio el brazalete en la muñeca de Glenn, sintiendo el peso de cada una de sus palabras. Quería ofrecerle consuelo, pero era evidente que no había palabras suficientes para aliviar ese dolor tan profundo.
- ¿Qué… te dijo Altheas? - preguntó Drage, suavemente.
Glenn se tomó un momento antes de responder, recordando aquel primer encuentro.
- Me miró… como si intentara entender qué clase de ser era yo para su madre. No sabía lo que significaba el brazalete, ni que era mi hijo y tenía sangre de elfo - Su voz se rompió un poco y sus ojos se humedecieron al recordarlo - Yo, era sólo el líder del clan cuyo grabado tenía el dije por lo que él vino a regresarme lo que creyó pertenecía a mi clan - soltó una risa amarga llena de dolor - Para él era un desconocido...Cuando me preguntó si podía ayudarle a saber quien era su padre ya que su madre le dijo que había trabajado en herbolaria con ella y que ya que había trabajado con los humanos, podría haberlo conocido. Mi esposa le había dicho que si estaba en peligro o necesitaba ayuda buscara al líder del clan quien lo ayudaría sin dudar...Nunca le mencionó que era quien había amado a la mujer que lo dio a luz, pero que no había estado a su lado. Cuando le dije quien era, me preguntó si yo era sólo un recuerdo o si era de verdad su padre.
Drage lo miró con una mezcla de compasión y respeto, comprendiendo el peso de aquella pregunta.
- Y yo, Drage, ¿Qué podía decirle? - Glenn negó con la cabeza, luchando por mantener la calma - Lo único que pude hacer fue mostrarle este brazalete y contarle la historia… que ella y yo compartimos, aunque él no pudiera recordarla. No era suficiente, nunca será suficiente. Era un adulto y no pude verlo crecer.